El domingo 18 de Diciembre pasado, en una amplia entrevista de color salmón, el Barón Eric de Rothschild anunciaba la decisión de la Banca que preside, de lanzar su negocio en nuestro país. Toda una vuelta a casa, porque – vale la pena reseñarlo - el apellido Rothschild está ligado históricamente a los desastres de nuestra gestión pública y, sobre todo, a las minas de Almadén. Tras la revolución de Septiembre de 1868 que derrocó a Isabel II, gracias a un préstamo obtenido por el Gobierno provisional con la garantía de esas minas, los Rothschild lograron la explotación exclusiva durante treinta años del criadero de mercurio más rico del mundo. Luego cobraron el préstamo de más de un millón y medio de libras al 8 % de interés, con el 203 % entre principal e intereses más una comisión del 32 % de las ventas del mercurio. Y terminada la concesión en 1900, esta famosa familia continuó con los concursos públicos controlando el mercurio español hasta que un significado nacionalista catalán, el Ministro de Hacienda Cambó, acabó con esta servidumbre, pasando la explotación minera a depender de un Consejo de Administración dentro del Ministerio de Hacienda desde Enero de 1922.
Actualmente, en nuestra economía cada vez más financiarizada, la vuelta de los Rothschild se anuncia como una decisión estratégica para desarrollar la banca privada; es decir, la especialidad de gestión selectiva de patrimonios de las denominadas en la terminología anglofinanciera “high-net-worth-persons”, personas acaudaladas que disponen de más de un millón de dólares en efectivo, de las cuales hay 141,000 en España, según datos de Merrill Lynch. Como detalles de esa estrategia de negocio, el Barón informa que la Banca Rothschild ha “hecho mucho negocio offshore (en paraísos fiscales)” porque el “equilibrio entre negocio onshore y offshore es el futuro de la banca privada”; lo que traducido al lenguaje corriente significa que “el negocio”, con impago de impuestos para las grandes fortunas, está en repartirlo entre la banca del país y los paraísos fiscales extraterritoriales o para no residentes. Entre muchos otros datos interesantes, señala el Presidente de la Banca Rothschild que el “Reino Unido es un mercado especial porque hacemos banca privada onshore y offshore”; es decir, como residentes y como no residentes. Algo normal para los británicos ricos que disponen de los centros financieros extraterritoriales de Jersey, de Guernesey-Alderney-Sark, de la isla de Man y de las islas caribeñas, todas catalogadas como paraísos fiscales por la OCDE de 2000 y muy vinculadas financieramente a la banca y a las grandes corporaciones españolas. Resulta muy obvio que para sus negocios en España vía paraísos fiscales, el Barón de Rothschild no ve un obstáculo en el anteproyecto de ley contra la evasión fiscal aprobado por nuestro Consejo de Ministros dos días antes de la referida entrevista.- (Publicado en Cambio 16.Nº 1783- 6 febrero 2006)
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