"El rescate del Bear Stearns marca los límites de la liberalización" afirmó un prestigioso economista del Financial Times; pero lo cierto es que donde la banca se ha visto alcanzada por la actual crisis financiera, el poder político ha instrumentó su rescate.
"You screwed us Jimmy" (Nos jodiste, Jimmy), decía la pancarta con una caricatura del presidente ejecutivo del Bear Stearns, que portaban unos empleados en la calle el día de la última junta general de accionistas de este Banco el pasado Mayo. Y la prensa neoyorquina resaltaba que en esa junta general, por primera vez este banquero pedía perdón a los empleados (de una plantilla de 14,000 personas) y a los accionistas reunidos para aprobar la formalización de su venta forzada al banco de negocios JP Morgan Chase, por 10$ la acción cuando un año antes valía 150$. Y un accionista de New Jersey expresaba públicamente su malestar no solamente por los ahorros perdidos sino por no haber tenido la oportunidad de hacer preguntas y porque un banco tan grande de los EEUU como Bear Stearns pudiera derrumbarse por una mala gestión.
En el aniversario del inicio del derrumbe financiero, buscando chivos expiatorios que ofrecer, los grandes medios estadounidenses han venido relatando el ascenso y caída de Jimmy Caine, uno de tantos pretendidos genios de las finanzas que comenzó su carrera profesional como jugador de bridge y que durante catorce años fue el presidente ejecutivo del banco Bear Stearns. Un banco que para impedir su quiebra, en Marzo 2008 era rescatado por Wall Street con el apoyo explicito de la Reserva Federal, el Banco Central estadounidense, que asumía una garantía de 29,000 millones $ de su cartera de valores. Era el final desencadenado por la quiebra en Agosto 2007 de los dos hedge funds, registrados en las Caimán y propiedad del Bear Stearns, tras el colapso de los títulos respaldados por las famosas hipotecas subprime.
Pasaba así a la historia el quinto banco de inversiones de los EEUU que abandonaba los titulares de los periódicos, aunque sus consecuencias económicas las siga sufriendo Europa y parte del planeta y sus secuelas jurídicas no hayan finalizado. Pero políticamente ha marcado un hito en la reciente historia de la globalización financiera, algo que muchos expertos neoliberales quieren esconder; y, por tanto, vale la pena desmenuzar.
La carencia de una ética de los negocios
Por un lado, tenemos los efectos tardíos de una gestión financiera de éxito pero carente de la mínima ética comercial de otros tiempos, cuando no era claramente delictiva. En Agosto 2008, antiguos empleados, accionistas e incluso otros bancos, presentaban más de veinte demandas civiles y querellas contra Bear Stearns, su consejo de administración y su dirección ejecutiva. Las demandas contra los gestores de los dos fondos de las Caimán les acusan de que, desde marzo 2007, "sabían que los fondos estaban en grave situación y con riesgo de colapso. Y en vez de informar de su verdadera situación a los inversores y prestatarios, permitiéndoles así una retirada ordenada, se conchabaron para presentar informaciones falseadas con la fútil esperanza última de que cambiara la oscura perspectiva de los Fondos"
E incluso el Barclays Bank, que perdió 400 millones prestados a uno de los fondos de alto riesgo, alegaba que "desde marzo hasta mediados Junio 2007", estos personajes ahora acusados "engañaron a Barclays con una serie de informaciones deliberadamente falseadas" para lograr un préstamo de ese Banco. Estos solo algunos de los litigios pendientes para los que JP Morgan Chase, el nuevo dueño, intenta llegar a arreglos con los demandantes y querellantes mediante dinero. (CNN.com 4/8/2008)
La maraña de la opacidad offshore
Por otro lado, la conexión con Las Caimán desencadenó unos procesos judiciales, por la quiebra declarada de los dos fondos de inversiones de alto riesgo registrados en esas islas, que han servido para desviar la atención de la ciudadanía sobre la utilización de la opacidad de los paraísos fiscales, que ha sido una de las causas de la crisis financiera y económica. Estos dos fondos eran dos "letterbox companies", dos compañías materializadas por un simple buzón de correos, que portaban los nombres rimbombantes de Bear Stearns High-Grade Structured Credit Strategies Master Fund Ltd., y Bear Stearns High-Grade Structured Credit Strategies Enhanced Leverage Master Ltd . Y a estos hedge funds fondos - que algunos expertos traducen por ignorancia o para despistar por "fondos de cobertura" - se les concedían préstamos apalancados, es decir, un endeudamiento superior a su capital, para que especularan con valores respaldados por hipotecas de alto riesgo.
De ahí que cuando los millones de estadounidenses pobres aumentaron los impagos de esas hipotecas sin garantías, los gestores de esos fondos se encontraran sin los ingresos regulares y simultáneamente no lograban ya créditos para seguir con el negocio, porque eran insolventes al haberse devaluado sus carteras de valores sobre hipotecas subprime. Cuando el 31 de Julio de 2007 se produjo la declaración de la quiebra de esos fondos especulativos, el Banco Bear Stearns apareció como el primer fracaso de la crisis financiera de esas hipotecas comercializadas y los altos ejecutivos decidieron liquidar esos dos hedge funds en las mismas Islas Caimán donde estaban domiciliados, en lugar de hacerlo en Nueva York donde realmente estaban sus activos. Al mismo tiempo, el Banco recurría a la Ley de quiebras estadounidenses de 2005 para solicitar al juez de Manhattan en Nueva York, que congelara todas las demandas contra los fondos protegiendo sus activos mientras se sustanciaba el procedimiento en judicial en las Islas caribeñas, donde los jueces tienen un historial con resoluciones de los litigios favorables a los gestores, no a los inversores.
Pero ese comienzo judicial cuestionaba la nueva legislación estadounidense sobre la insolvencia transnacional. Porque como administrador de esos dos fondos de las Caimán funcionaba una corporación de Massachussets que también llevaba la gestión cotidiana del registro, la contabilidad, servicios administrativos y actuaba como agente para las transferencias. Aunque las cuentas de los fondos y los archivos se mantenían y almacenaban en Delaware, un Estado conocido porque apenas requiere la identificación de la propiedad de sus sociedades. Otra corporación estadounidense, Bear Stearns Asset Management, actuaba como gestor de los fondos y en Nueva York se localizaban los activos que gestionaba junto con los restantes también localizados en otros lugares de los EEUU, aunque al iniciarse los procedimientos de liquidación cuantías importantes fueron transferidas a las Caimán, donde se había incoado el procedimiento de quiebra (The Lawyer.com)
Sin embargo, el Gran Tribunal de las Caimán no aceptó el procedimiento de liquidación planteado teniendo presente las consideraciones políticas del contexto de la crisis que ante todo afectaba a Wall Street, su protector. Y obviamente teniendo en cuenta que la mayoría de los inversores estaban en los EEUU y que la aplicación de la legislación insular habría significado reconocerles menos derechos a los acreedores que los que se les reconocen en los EEUU. Después de todo, las finanzas offshore del territorio británico de las Caimán están apegadas al dólar y no a la libra británica; es decir, existe porque conviene a los intereses del poderoso vecino del Norte.
Es la hora de regular en serio los mercados financieros
No obstante, por encima de todas esas cuestiones colaterales, aunque haya quedado enterrado para la historia el quinto banco de inversiones de los EEUU, el rescate del Bear Stearns evidencia un sistema diseñado para que el capital financiero esté siempre protegido por la red salvadora del Estado. Ante la imposibilidad de afrontar las pérdidas contables derivadas de la devaluación de los valores respaldados por las hipotecas de alto riesgo, la caída en picado de sus acciones y la insuficiencia de los préstamos de emergencia con dinero público, la intermediación de la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro facilitaron su "venta" al banco de negocios JPMorgan Chase. Washington y Wall Street tenían que impedir una bancarrota que habría creado un riesgo de efectos incalculables para el propio sistema financiero global, al generarse en el mismo centro del sistema. Quedaban claros los límites de la doctrina neoliberal del fundamentalismo del mercado que no rige frente a los riesgos de la gran banca y las grandes corporaciones, evitándose de este modo que el propio mercado sancionará los errores porque estaba en juego el sistema mismo.
Pero tales decisiones políticas han dejado huella. Josef Ackerman, primer ejecutivo del Deutsche Bank afirmaría que "ya no creía en la capacidad autocurativa del mercado". Y ante las implicaciones de la decisión de la Reserva Federal de salvar al Bear Stearns, economista principal del Financial Times, Martin Wolf (The rescue of Bear Stearns marks liberalisation limits en Ft, 25/3/2008) lamentaba el evento con frases lapidarias como "recordemos el 14 de marzo de 2008: el día en que murió el sueño del capitalismo global del libre mercado" y en el que "la desregulación había alcanzado sus limites". Porque "durante tres décadas habíamos avanzado – añadía Wolf - hacia sistemas financieros impulsados por el mercado. Con la decisión de rescatar el Bear Stearns, la Reserva Federal, la institución responsable de la política monetaria en los EEUU, principal protagonista del capitalismo de libre mercado, declaraba el final de esta era". Y recordaba las palabras del mismo Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, a quien se acusa de haber generado la situación actual, que ahora calificaba la crisis como "la más retorcida (wrenching) desde el final de la segunda guerra mundial". Y, por tanto, Martin Wolf anunciaba que "mayores regulaciones deben estar en camino", pensando que se acabó la resistencia de los "lobbies de Wall Street" frente a la regulación seria y frente a los requerimientos de capital o de liquidez para la banca, porque aunque siguieran teniendo éxito, "intelectualmente su posición es ahora insostenible".
No podía prever que la Administración republicana neocon llegara a la magna nacionalización de Fannie y Freddie, las dos grandes entidades financieras garantizadas, y pasado más de un año nadie atisba todavía el final de esta crisis del sistema financiero.-
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