El 29 junio pasado en Nápoles, Berlusconi presentaba la cumbre del G-8 en L´Aquila con su formato ampliado que reuniría el último día hasta 39 países (en la foto ante el edificio de la Guardia de Finanzas bajo el lema “Ni aun roto se retrocede”) y que sin duda ha resultado todo un éxito… mediático para su persona.
En esa conferencia de prensa adelantaba la agenda prevista afirmando que se acordaría”un código de estándares y reglas para la economía mundial” en la que “no haya paraísos fiscales y derivados sino normas precisas y métodos y organismos de supervisión” (sic).
Por supuesto que, si eso se hubiera logrado, habría sido un milagro bíblico por haber sido impulsado por quien ganó la partida a los jueces italianos gracias a los paraísos fiscales, como se deja constancia en el libro La Europa opaca de las finanzas. Pero la realidad ha sido que el G-8 ni siquiera ha utilizado a los paraísos fiscales como cortina de humo como hizo el G-20. Esta vez se les ha mencionado solamente de pasada en las 40 páginas de la declaración final de la cumbre del G-8 en 2009 que lleva el rimbombante título “Liderazgo responsable para un futuro sostenible”.
Aunque lo desmienten los hechos, el punto 16 sostiene que “no podemos continuar tolerando que grandes sumas de capital se escondan evadiéndose a los paraísos fiscales”. Y únicamente en las últimas páginas de esa declaración oficial, al recordar el Action Plan for Good Financial Governance in Africa, se señala que “incitan a la OCDE y a otras organizaciones relevantes para que amplíen sus trabajos sobre los paraísos fiscales en cuestiones relacionadas con los países en desarrollo” (punto 131, párrafo b)
Y es que la mención era obligada porque, unos días antes de la cumbre en Italia, el 18 junio se hacía público el Informe del gobierno de Noruega demostrando que la ayuda que se concede a los países en desarrollo representa una cifra unas diez veces inferior al volumen de dinero que se fuga de esos mismos países, gracias a la intermediación de los paraísos fiscales. El citado Informe, encargado por el gobierno de Noruega a una Comisión sobre “Fuga de capital desde los países pobres”, demuestra con datos el nefasto papel que desempeñan los paraísos fiscales en las relaciones comerciales y financieras con los países en desarrollo.
Como es sabido, Noruega – asociada a la UE por el EEE, el Espacio Económico Europeo – dispone de un importante sector petrolífero que proporciona el 30 % de los recursos públicos noruegos; y que alimenta unos fondos estatales, los llamados fondos soberanos, que canalizan el excedente de ingresos públicos hacia inversiones en el extranjero siguiendo criterios políticos legalmente establecidos, como sucede con el Government Pension Fund-Global, el Petroleum Insurance Fund y el Norfund. En Diciembre 2008, los activos del Norfund, el Fondo noruego de inversiones para países en desarrollo ascendían a 5349 millones de coronas noruegas (unos 1000 millones $) y están legalmente destinados a facilitar el crecimiento económico y la reducción de la pobreza mediante inversiones de capital riesgo en negocios rentables de países en desarrollo.
Con el mandato para definir una nuevas directrices para este Fondo estatal Norfund, en junio 2008 el gobierno de Noruega nombraba por Real Decreto una Comisión multidisciplinar integrada por reputados profesores de Escuelas de Negocios, un fiscal especializado en delincuencia y altos funcionarios, entre los cuales la ex magistrada francesa y ciudadana noruega, Eva Joly, famosa por haber destapado la corrupción practicada por la petrolera francesa Total-Elf y recientemente elegida presidente de la comisión de desarrollo en el Parlamento Europeo. Y cumplido un año de investigaciones y trabajos, el pasado junio la Comisión entregó al gobierno noruego su extenso informe con el título Tax havens and development (Paraísos fiscales y desarrollo), que hemos resumido en castellano para la Red por la Justicia Fiscal (Tax Justice Network).
Noruega es todo un ejemplo positivo que podrían imitar nuestros gobernantes que proclaman en los medios la condena “de boquilla” de los paraísos fiscales sin ninguna consecuencia práctica. Aunque, mientras la izquierda institucional siga aletargada y los contribuyentes traguen, habrá muchas más posibilidades de que sigan el ejemplo de Berlusconi que, una semana después del G-8, anunciaba una nueva amnistía fiscal para quienes repatríen el capital oculto en paraísos fiscales.--
En esa conferencia de prensa adelantaba la agenda prevista afirmando que se acordaría”un código de estándares y reglas para la economía mundial” en la que “no haya paraísos fiscales y derivados sino normas precisas y métodos y organismos de supervisión” (sic).
Por supuesto que, si eso se hubiera logrado, habría sido un milagro bíblico por haber sido impulsado por quien ganó la partida a los jueces italianos gracias a los paraísos fiscales, como se deja constancia en el libro La Europa opaca de las finanzas. Pero la realidad ha sido que el G-8 ni siquiera ha utilizado a los paraísos fiscales como cortina de humo como hizo el G-20. Esta vez se les ha mencionado solamente de pasada en las 40 páginas de la declaración final de la cumbre del G-8 en 2009 que lleva el rimbombante título “Liderazgo responsable para un futuro sostenible”.
Aunque lo desmienten los hechos, el punto 16 sostiene que “no podemos continuar tolerando que grandes sumas de capital se escondan evadiéndose a los paraísos fiscales”. Y únicamente en las últimas páginas de esa declaración oficial, al recordar el Action Plan for Good Financial Governance in Africa, se señala que “incitan a la OCDE y a otras organizaciones relevantes para que amplíen sus trabajos sobre los paraísos fiscales en cuestiones relacionadas con los países en desarrollo” (punto 131, párrafo b)
Y es que la mención era obligada porque, unos días antes de la cumbre en Italia, el 18 junio se hacía público el Informe del gobierno de Noruega demostrando que la ayuda que se concede a los países en desarrollo representa una cifra unas diez veces inferior al volumen de dinero que se fuga de esos mismos países, gracias a la intermediación de los paraísos fiscales. El citado Informe, encargado por el gobierno de Noruega a una Comisión sobre “Fuga de capital desde los países pobres”, demuestra con datos el nefasto papel que desempeñan los paraísos fiscales en las relaciones comerciales y financieras con los países en desarrollo.
Como es sabido, Noruega – asociada a la UE por el EEE, el Espacio Económico Europeo – dispone de un importante sector petrolífero que proporciona el 30 % de los recursos públicos noruegos; y que alimenta unos fondos estatales, los llamados fondos soberanos, que canalizan el excedente de ingresos públicos hacia inversiones en el extranjero siguiendo criterios políticos legalmente establecidos, como sucede con el Government Pension Fund-Global, el Petroleum Insurance Fund y el Norfund. En Diciembre 2008, los activos del Norfund, el Fondo noruego de inversiones para países en desarrollo ascendían a 5349 millones de coronas noruegas (unos 1000 millones $) y están legalmente destinados a facilitar el crecimiento económico y la reducción de la pobreza mediante inversiones de capital riesgo en negocios rentables de países en desarrollo.
Con el mandato para definir una nuevas directrices para este Fondo estatal Norfund, en junio 2008 el gobierno de Noruega nombraba por Real Decreto una Comisión multidisciplinar integrada por reputados profesores de Escuelas de Negocios, un fiscal especializado en delincuencia y altos funcionarios, entre los cuales la ex magistrada francesa y ciudadana noruega, Eva Joly, famosa por haber destapado la corrupción practicada por la petrolera francesa Total-Elf y recientemente elegida presidente de la comisión de desarrollo en el Parlamento Europeo. Y cumplido un año de investigaciones y trabajos, el pasado junio la Comisión entregó al gobierno noruego su extenso informe con el título Tax havens and development (Paraísos fiscales y desarrollo), que hemos resumido en castellano para la Red por la Justicia Fiscal (Tax Justice Network).
Noruega es todo un ejemplo positivo que podrían imitar nuestros gobernantes que proclaman en los medios la condena “de boquilla” de los paraísos fiscales sin ninguna consecuencia práctica. Aunque, mientras la izquierda institucional siga aletargada y los contribuyentes traguen, habrá muchas más posibilidades de que sigan el ejemplo de Berlusconi que, una semana después del G-8, anunciaba una nueva amnistía fiscal para quienes repatríen el capital oculto en paraísos fiscales.--
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