Este país no puede aceptar la política de avales y
subvenciones a un tipo de banca que ha contribuido a crear la crisis y sigue
creando paro. Hay que pedir colectivamente la nacionalización de Bankia,
que es la única solución desde la
perspectiva del interés general del país. Pero una nacionalización efectiva que
convierta la entidad en un banco tradicional, una banca de depósitos destinada
a la concesión responsable de créditos a las PYMES y al consumo; es decir,
alejada de los negocios financieros, suprimiendo filiales y sociedades en
paraísos fiscales (en las Caimán, por ejemplo, como tenía Caja Madrid) y
sometida a unos objetivos de financiación
de la economía real, de cuya ejecución se rinda cuentas ante el Parlamento, si
queremos salir de la degradación de la democracia a la que hemos llegado.
Y hemos de cambiar una UE donde la democracia, que solamente
llega al nivel de los Estados miembros, se va vaciando de contenido porque sus
gobernantes atienden más a los deseos de los jugadores del casino financiero
que a los ciudadanos.