Goldman
Sachs, uno de los bancos de inversiones más prestigiosos, estuvo también
entre los muchos bancos que en 2008 y 2009 recibieron miles de millones
de los contribuyentes para mantenerse a flote. Y como otros operadores en
bolsa, GS asesora e invierte en casi todas las industrias a las que
afecta la legislación federal. Esta firma monitoriza los asuntos de
política económica, comercio y casi toda la legislación que incide en el
sector financiero. Ha sido el mayor defensor de la privatización de la
Seguridad Social así como de cualquier proyecto de ley que desregulara
esencialmente los mercados financieros y la banca de inversiones.
En septiembre de 2009, un año después de la caída de Lehman Brothers, la
Comisión Nacional del Mercado de Valores estadounidense, la SEC,
convocaba una mesa redonda para explorar varias cuestiones en torno a los
préstamos de los valores bursátiles. Y una de las cuestiones a tratar era
la venta en corto (short selling) como elemento central de los préstamos
de títulos, porque quienes practican estas operaciones especulativas
obtienen en préstamo unos activos para venderlos apostando por la caída
de las cotizaciones; y una vez lograda esa bajada, las compran a un
precio inferior y las devuelven al prestamista, logrando un beneficio
limpio.
A propósito
de esta convocatoria de la SEC, Matt Taibbi, el citado periodista de la
revista Rolling Stones –que ya había denunciado que esas prácticas
bursátiles habían contribuido al hundimiento del Bear Stearns y de Lehman
Brothers – comentaba que eran muchos los bancos y entidades financieras
interesados en participar en esa mesa redonda como ya lo estaban en la
reforma financiera anunciada por Obama, en la que Goldman Sachs ya había
dejado sentir su presencia. Y añadía este analista que sus contactos con
asistentes de dos senadores, le habían informado de "las cuartillas"
con datos falseados que GS les había pasado para justificar su oposición
a cualquier restricción de la venta en corto al descubierto, es decir,
cuando esta operación se realiza en falso, sin obtener prestados los
títulos que se venden. Los dos expertos ayudantes de senadores le habían
expresado su indignación porque los intentos de GS para influir, los
consideraban absurdos y desvergonzados.
Cuando los
proyectos de la legislación de reforma del sistema financiero estaban ya
muy avanzados en la primavera de 2010, The Wall Street Journal destacaba
que GS Group Inc. estaba realizando una dura labor de lobby para
"cargarse" unos preceptos en la revisión de la legislación
financiera que exigirían a los grandes bancos desprenderse de sus negocios
con derivados y los bancos rivales daban la bienvenida a esa ayuda de GS,
ignorando los ataques de que era objeto por parte de legisladores y de
los organismos reguladores. Aunque GS hubiera colocado demócratas y la
Casa Blanca estuviera en una posición difícil, mostrándose tibia con esos
preceptos; y ante la proximidad de las elecciones para el Congreso, los
congresistas no querían aparecer apoyando a GS o Wall Street, aseguraba
el citado rotativo.
Según esta investigación periodística, en esta fase las operaciones de
lobby en Washington eran llevadas a cabo por Michael Paese, un antiguo
ayudante del demócrata Barney Frank, presidente del Comité de Servicios
Financieros de la Cámara baja y responsable del proyecto de reforma
financiera en trámite parlamentario; quien supervisaba un equipo de
catorce lobistas externos que englobaban a docenas de otros lobistas. En
los últimos años, GS había alimentado sus filas con lobistas demócratas;
pero también empleaba en tales labores a veteranos profesionales
republicanos, incluido Ken Duberstein, un antiguo jefe de gabinete de la
Casa Blanca bajo la presidencia de Ronald Reagan.
PROYECTOS DE REGLAMENTOS. En todo momento, Goldman Sachs ha liderado la
respuesta del sector de los servicios financieros a la legislación
Dodd-Frank de reforma financiera aprobada por el Congreso en julio de
2010. Pasada la fase de la tramitación legal en la Cámara baja y en el
Senado, en la actualidad, gran parte de su labor de lobby se dirige
directamente a las agencias gubernamentales, incluida la Reserva Federal,
que aún tienen el mandato del Congreso para desarrollar
reglamentariamente la extensa ley aprobada y que deja gran cantidad de
puntos que tienen que precisarse. Pero GS hace lobby también en temas de
energía, tributación, banca y cuestiones de políticas de la vivienda,
según informes del Congreso que se reflejan en la prensa.
El conocimiento público sobre el alcance de la defensa de los intereses
de esta entidad se limita a la propia información publicada por la firma.
Pero Marcus Stanley, director de política del grupo Americans for
Financial Reform, afirma que todo indica que GS presiona fuertemente a
cierto número de funcionarios sobre las regulaciones que afectan a la
firma en particular a la norma conocida como norma Volcker (un precepto
al que le da nombre el antiguo presidente de la Reserva Federal, Paul
Volcker) que tiene como finalidad frenar la actividad especulativa de los
grandes bancos. Stanley sostiene que GS también hace lobby sobre los
organismos reguladores en relación con las normas sobre el negocio con
derivados que incluyen disposiciones para que se cree transparencia y
seguridad en las operaciones mediante cámaras de compensación y
liquidación para los swaps y demás derivados. Son normas legislativas que
van contra los intereses de Goldman Sachs.
Las buenas relaciones de la firma GS con la Casa Blanca del presidente
Obama y la labor soterrada en el Congreso lograron que las propuestas
enunciadas por Obama en el discurso de enero de 2010 contra la
especulación bancaria, se tradujeran en preceptos moderadamente
satisfactorios para GS y demás grandes bancos de inversiones, como
demostraron las subidas de las acciones de estos bancos al día siguiente
de la aprobación de la nueva ley. Pero casi un año después de la
aprobación de la ley Dodd-Frank, cierta prensa especializada comentaba en
mayo de 2011 que GS había perdido el control en el seguimiento del
desarrollo de la norma Volcker contrariamente a las declaraciones de
satisfacción que habían venido realizando los capitostes del banco; y la
pregunta que se hacía la revista digital From Business Insider era por
qué había sucedido esto. La explicación estaba en que la conocida como
norma Volcker, introducida en la ley de reforma financiera, estaba
destinada a poner un techo en el volumen de capital que un banco puede
dedicar a sus actividades especulativas de alto riesgo con sus fondos
propios; y llegaba el momento de concretar reglamentariamente su
aplicación.
Y GS pretendía que cierto tipo de fondos de alto riesgo de la unidad de
negocio financiero especulativo, que proveen de dinero principalmente a
las aseguradoras y a los fondos de pensiones, estuvieran exentos de esa
norma, según las informaciones obtenidas; porque era un extremo que nadie
de GS había querido comentar al periódico.
MÁS DESREGULACIÓN PARA COMPETIR MEJOR. Para entonces la firma ya había
gastado millones para que los legisladores en Washington se opusieran a
las interpretaciones más severas de la nueva regulación pendiente de
desarrollo reglamentario. Y había reunido a un equipo de estrellas para
conseguirlo, incluso el ejecutivo máximo se había incorporado a la acción
de lobby. Y todo ello tenía sentido para GS lo mismo que para Morgan
Stanley, las dos mayores firmas de Wall Street especuladoras con materias
primas (commodities), porque la salida a bolsa de la firma suiza Glencore
representaba la aparición de rivales desregulados, señalaba Bloomberg.
Había tales perspectivas de negocios especulativos con materias primas
basadas en Suiza, que las solicitudes de adquisición de acciones
superaban la oferta pública de esa empresa. Lo que justificaba que tanto
GS como Morgan hubieran dado prioridad al vaciado de la norma Volcker.
Según este análisis, el argumento contra la citada norma se apoyaba en
que Glencore era una firma desregulada que compite con GS en muchos de
los mismos negocios; es una compañía con años de experiencia que se
centra primariamente en el movimiento físico de materias primas en todo
el mundo, y carece de límites para el apalancamiento o la especulación
con derivados de materias primas. Y GS argumentaba que para poder
competir con Glencore y con los otros rivales, necesitaba libertad para
asumir mayores riesgos en los mercados de materias primas, con
operaciones especulativas más lucrativas y atractivas.
Como las agencias reguladoras gubernamentales, la CFTC (futuros) y la SEC
(valores) tenían pendiente aún la decisión de exclusión a los productores
de materias primas, refinerías o consumidores conocidos como consumidores
finales, de los requerimientos de la ley Dodd-Frank, GS intentaba
aprovechar el momento para lograr una reglamentación alejada de la norma
Volcker y favorable a sus intereses; así podría competir con la nueva
Glencore, que tiene en propiedad minas y refinerías, sobre las que también
monta negocios financieros. El propósito de enmendar la norma Volcker
prevista seguía activo a finales de 2012. Y con tal finalidad Goldman
Sachs Group Inc hacía lobby con los reguladores y los abordaba para
intentar su modificación con el objetivo de mantener intocable su unidad
de negocios financieros de riesgo, según The Wall Street Journal.
Otro
argumento contra la norma referida había sido ya expresado. Según el
artículo citado de The Market Watch, en la primavera de 2012 un portavoz
de GS, decía que la legislación de la Cámara baja mantendría el
precedente de muchas décadas atrás de que la supervisión ordinaria se
siguiera basando en la jurisdicción de donde tiene lugar la actividad.
Añadía que la firma había hecho públicos sus puntos de vista sobre la
aplicación de la ley Dodd-Frank mediante cartas remitidas a los
reguladores y publicadas en los foros públicos incluidas las conferencias
de prensa. Aunque este portavoz declinaba comentar la labor de lobby
develada, más allá de la declaración de política de empresa, subrayaba
que la firma se implica en el proceso político participando en cierto
número de organizaciones gremiales como the Council of Institutional
Investors, American Bankers Association y Securities Industry Financial
Markets Association.
DERECHOS HUMANOS. Con asombro de algunos ciudadanos, en julio de 2012 se
hacía público que Goldman Sachs había pagado 100.000 dólares a una
prominente firma de lobby de Washington con la finalidad de torpedear un
proyecto de ley que denegaría visados para entrar en EE.UU.; y congelaría
los activos de los ciudadanos rusos implicados en abusos de derechos
humanos, según informaba la publicación digital The Washington Free
Beacon, que recogía el acceso al documento público (lobby report) del
registro oficial en el Congreso con los correspondientes detalles. La
firma Duberstein Group Inc, con sede en Washington DC, había sido
contratada por el gran banco para presionar contra el proyecto de ley
conocido como The Sergei Magnitsky Rule of Law Accountability Act,
denominado así por el caso del abogado ruso al parecer torturado hasta la
muerte por funcionarios del Estado ruso, tras descubrirse una trama para
un desfalco de 230 millones de dólares.
Este proyecto contaba con el apoyo de una coalición de congresistas de
ambos partidos, pero tenía la fuerte oposición de la Administración Obama
que la consideraba una amenaza para su política de
"reacomodación" de las relaciones EE.UU.-Rusia. El gobierno
ruso a su vez amenazaba con represalias en una gama de asuntos si ese
tema se reflejaba en una ley. Lo curioso, según la citada publicación,
era que fuentes del Congreso y de activistas de derechos humanos
mostraban su confusión por la aparente oposición de GS al proyecto. Y
como nadie del banco había atendido la petición de aclaraciones, se
aventuraba la hipótesis de que GS estaba protegiendo los intereses de un
cliente importante, que podría ser Gazprom, el gigante ruso de la
energía, con cuyos representantes se había entrevistado en junio 2012, el
consejero delegado Blankfein. La defensa de los intereses y la estrategia
del Banco, ante todo.
La Unión Europea es un área geográfica de grandes negocios para Goldman
Sachs, que vigila atentamente todas las decisiones políticas de Londres y
de Bruselas que puedan afectar a sus intereses globales. Londres es el
centro neurálgico de todas las actividades de Goldman Sachs en Europa,
donde tiene unos 5.500 empleados, que a pesar de la crisis financiera
sigue siendo un centro bancario tremendamente importante. Y en Londres, tras
el conocido big bang de 1986 que suprimió las reglas tradicionales,
comenzó la aventura con el establecimiento de Goldman Sachs
International, la primera filial extranjera que reclutó ocho consejeros
no estadounidenses, según el relato del periodista económico belga Marc
Roche. En el área europea, el enlace clave sería el irlandés Peter
Sutherland ex comisario europeo de la competencia, presidente no
ejecutivo del brazo "broker-dealer" (intermediario y promotor)
de GS International en UK, y que era también consejero no ejecutivo del
banco RBS hasta su colapso y nacionalización.
Ha sido una voz prominente dentro de Irlanda en su rescate por la UE,
argumentando que debían suavizarse las condiciones de los préstamos de
emergencia de modo que no se exacerbaran los apuros financieros del país;
y la UE accedió a recortar los intereses de Irlanda en el verano de 2011,
según señalaba el periódico británico The Independent. Desde Londres, los
altos ejecutivos del organigrama de GS han cultivado estrechas relaciones
con los políticos del Reino Unido, como se ha mencionado ocasionalmente
en comentarios de prensa críticos y describe un informe de Spinwatch, una
organización independiente sin fines de lucro, del que tomamos algunos
datos, que abundan en Internet, sobre los personajes que se citan.
POLÍTICOS AMIGOS. Ante todo hay que mencionar las relaciones personales
de altos directivos de GS con quienes están en la cumbre de la política,
como demuestran solamente tres nombres. Por ejemplo, el antiguo
presidente de GS, Richard Sharp, se convirtió en una personalidad
influyente en el Partido Conservador y se dice que es amigo del actual
ministro de Hacienda, George Osborne. Otra personalidad influyente es
Michael "Woody" Sherwood, que ganó en torno a 225 millones de
libras y desde Londres tiene a su cargo la división de Europa, África y
Medio Oriente. Antiguo compañero de colegio del actual viceprimer
ministro Nick Clegg en Eton, el famoso colegio privado de la élite de
Westminster, se lo considera muy próximo al alcalde conservador de
Londres, Boris Johnson. GS ha sido muy hábil en el cultivo de amistades
con políticos clave de todos los partidos del Reino Unido. Y tuvo siempre
como objetivo al alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, quien a
su vez ha sido un defensor entusiasta de la City y de sus intereses tanto
en las Islas Británicas como en el continente europeo, como pone de
manifiesto la correspondencia entre este megabanco y el alcalde, que
revela la estrecha relación social existente en los momentos en que las
autoridades del Reino Unido denunciaban públicamente las fechorías de GS
en la gestión de riesgos bancarios, con detalles curiosos que recoge el
referido informe de Spinwatch.
Asimismo, dos antiguos directores de GS han asesorado a los conservadores
en los recortes del gasto público. En 2010, el citado ex presidente Sharp
fue una de las cuatro personalidades invitadas por el ministro Osborne
para incorporarse al Independent Challege Group, un grupo de trabajo cuya
misión es "cuestionar lo incuestionable" en el impulso de
austeridad de la Tesorería. Otro ex director de GS, lord Browne, también
fue designado por el primer ministro Cameron "superdirector" en
el equipo gubernamental para asesorar sobre los recortes del gobierno; su
informe de 2010 con recomendaciones sobre el futuro de la financiación de
las universidades fue considerado polémico.
La gente de GS también penetra ampliamente en los think tanks o centros
de análisis y programas ligados al gobierno conservador. Por ejemplo, el
citado expresidente Sharp pertenece al consejo de dirección de The Center
for Policy Studies. El conservador lord Brian Griffiths, actual
vicepresidente de GS International y director de Gestión Internacional de
Activos del Banco, está en el Consejo Asesor de The Center for Social
Justice, el centro de estudios fundado por el secretario de Estado para
Trabajo y Pensiones, Iain Duncan Smith. Y también tiene asiento en el
Consejo al lado del ministro de Asuntos Exteriores, William Hague, y el
ministro de la Oficina del Gabinete, Oliver Letwin. Esta afinidad de
pensamiento entre GS y el gobierno conservador británico obliga a
recordar que lord Griffiths, ex jefe de la Unidad de Política de Margaret
Thatcher y principal artífice de los programas de privatización y
desregulación, enfadó a muchos ciudadanos cuando a finales de 2009,
refiriéndose a las primas anuales excesivas de los bancos, dijo que el
público británico "debería tolerar la desigualdad como medio de
lograr mayor prosperidad para todos".
También GS utiliza cierto número de agencias de lobby para ayudarle a
influir en la política tanto en el Reino Unido como en el continente
europeo. Por ejemplo, en octubre de 2010, designó a la firma de
relaciones públicas y de lobby Hanover, fundada y dirigida por Charles
Lewington, el ex secretario de prensa del ex primer ministro conservador
John Mayor. Y esa cuenta la lleva Laura Chisholm, ex jefe de
"Asuntos Interiores" en el departamento conservador de
investigación. GS no descuida tampoco sus relaciones con los anteriores
gobiernos laboristas.
A otro alto cargo de GS ya citado al principio, Michael Sherwood, le
encanta lo que llamó un comentarista "los canales despejados de
comunicación con el primer ministro", entonces Gordon Brown. Simon
Lewis, ex director de Comunicación en el Gobierno laborista y portavoz
oficial de Gordon Brown hasta las elecciones generales de 2010, preside
ahora la Asociación para Mercados Financieros en Europa (AFME), en cuyo
consejo director tiene asiento GS (Capítulo 8). Asimismo GS prestó
asesoramiento bancario de modo clave al Gobierno laborista de Gordon
Brown en los años iniciales de la crisis financiera, contribuyendo a
gestionar la venta de tres emisiones de bonos británicos del Tesoro en
2009 y colaborando en la venta de 2.000 millones de dólares por el Banco
de Inglaterra para financiar sus reservas en divisas. Asimismo GS asesoró
al gobierno en la venta del banco Northern Rock, nacionalizado para
evitar el espectáculo de las colas de depositantes que retiraban sus
ahorros. Después, cuando GS fue acusado de fraude por la agencia
gubernamental estadounidense SEC, Gordon Brown arremetió contra la
"bancarrota moral" de la firma. Pero, luego el gobierno
conservador de Cameron le confió a GS parte de la venta masiva de bonos
del Tesoro británico.
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