Tras la primera ronda en julio pasado, las negociaciones
comerciales de esta semana de noviembre en Bruselas entre la Unión Europea y
los Estados Unidos conducirán al ya denominado Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP en siglas inglesas) (Partenariado transatlántico de comercio e inversiones), considerado
como el mayor acuerdo de libre comercio del mundo.
Aunque el Consejo europeo autoriza la apertura de
negociaciones internacionales y aprueba los acuerdos, es la Comisión la que ejerce
el monopolio de la gestión negociadora exterior. Por tanto, cabe preguntarse si
los parlamentarios españoles y el gobierno tendrán alguna noticia sobre el TTIP.
Por lo pronto, frente a la opinión del Parlamento europeo, la Comisión europea
ha impuesto su criterio de dejar a un lado el asunto del espionaje de
relevantes gobernantes europeos por parte de la Agencia de Seguridad Nacional
de EEUU; y seguir adelante con estas negociaciones comerciales de gran interés
para los grandes grupos empresariales y de cuyos resultados se derivarán – nos
dicen - grandes beneficios para el crecimiento económico y la reducción del
desempleo en ambos lados del Atlántico.
El tratado que se negocia no solamente obligará a la
supresión de barreras comerciales sino también a la “homogeneización” de las
regulaciones internas en la UE y en EEUU, incluidas las de los mercados financieros
como defienden los lobbies, lo que significará mayor desregulación dada la
doctrina neoliberal imperante pese a la crisis del sistema.
Una vez más, en los países de la UE, en lugar de avanzar en la
integración económica y política, se va hacia una mayor la integración
transatlántica, sin que los ciudadanos ni sus Parlamentos debatan esa opción y
el contenido de tales negociaciones trascendentes. Porque lo que se negocia son los
servicios; las inversiones; la energía y las materias primas; y posiblemente los
asuntos agrícolas, la producción y comercialización cultural y la regulación de
la protección de datos y otras cuestiones a regular y/o desregular
conjuntamente.
Y hasta el momento no se dispone de información pública
sobre si se abordarán o no las regulaciones financieras y su alcance, un asunto
tremendamente importante porque el 80 por ciento de las transacciones
financieras mundiales tienen relación con los EEUU y la UE. Aunque la Comisión considera que este capítulo es un componente
importante del futuro tratado comercial; un criterio que curiosamente comparte
con muchos grandes bancos de Wall Street, que estiman inaceptables las
objeciones de la administración Obama, contraria a la inclusión de la
regulación financiera en tales negociaciones.
Según el Financial Times (7/7/2013), la administración Obama
se resistía a que la regulación de los servicios financieros se incluyeran en
estas negociaciones transatlánticas.
Washington teme que la inclusión de un marco para la convergencia de las
reglamentaciones financieras podría ser utilizada por los grandes bancos para
burlar las normas reglamentarias derivadas de la ley Dodd -Frank de 2010 ya
aprobadas o en curso de aprobación; y también
como una manera para que los europeos retrasen los acuerdos y la aplicación
de sus propias reformas.
Estas
negociaciones del tratado comercial transatlántico
se cruzan con los intentos de Washington para hacer cumplir las normas para la
regulación de los mercados de derivados frente a la posición laxa que la parte
europea mantiene en la otra negociación encurso sobre el comercio de derivados que se lleva a cabo entre la Comisión europea y la CFTC, la agencia estadounidense reguladora sobre futuros.
Según el Financial Times citado, la disputa sobre los
servicios financieros también enfrenta a Washington con Wall Street, que
tradicionalmente se ha alineado con los objetivos de los acuerdos comerciales
de Estados Unidos. "No estamos de
acuerdo con las preocupaciones de que la administración Obama ha planteado, y
no creo que sea coherente con lo que están tratando de hacer en otros sectores",
manifestó Ken Bentsen, actual presidente de la Asociación de la Industria de
Valores y Mercados Financieros (SIFMA en siglas inglesas) una relevante organización
de lobby. La SIFMA es un reconocido grupo de presión de Wall Street, que
representa las agencias de valores, bancos y firmas de gestión de activos de
los EEUU y de Hong Kong, y miembro de la influyente Coalición de lobbies
financieros de EEUU y la UE.
A los funcionarios de
la Comisión les irrita la acusación de que su objetivo sea suavizar las normas
estadounidenses en materia financiera, pero sostienen que estas negociaciones
son “una oportunidad de oro” para lograr – dicen - mayor transparencia en los
regímenes regulatorios transatlánticos y se muestran favorables a la negociación
de una nueva desregulación financiera conjunta con los estadounidenses. Justamente
el mismo objetivo manifestado públicamente por la citada Coalición
transatlántica de lobbies financieros, que analizo en mi libro sobre estos
instrumentos del poder global.-
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