Que los lobbies dominan los procesos legislativos
que inicia
la Comisión europea es un hecho aceptado por la actual mayoría neoliberal que
rige el destino europeo. Desde hace tiempo Bruselas ha sobrepasado a Washington como capital del lobby. Y en asuntos de legislación bancaria Bruselas, al final la
lobicracia financiera se impone con sus expertos asesores, como detallamos en
nuestro libro.
Por eso ha resultado una sorpresa para muchos observadores, que el Comisario Barnier anunciara una prohibición temporal de
contactos con lobbies financieros. Aunque podría ser un paso significativo,
hacen falta medidas de más calado si realmente se busca impedir la presión
política de la gran banca sobre la Comisión Europea.
El pasado 17 de diciembre de 2013, el periódico Der Spiegel
relataba el paso notable dado por el Comisario del Mercado único, el francés
Michel Barnier, que ha pedido a los técnicos de su equipo que por el momento no
acepten ninguna reunión con lobistas financieros. Debido a la carga de trabajo
actual y a los expedientes sensibles en trámite, hasta nuevas instrucciones,
los técnicos de la Dirección General del Mercado se abstendrán de celebrar
reuniones con representantes de bancos y de sus asociaciones; según reza un
correo interno remitido.
La decisión, según el portavoz del Comisario, se debe a los
trabajos en los proyectos de legislación en curso, que abordan las cuestiones
pendientes sobre la llamada unión bancaria y una propuesta sobre la segregación
de los departamentos de banca minorista
de los bancos de inversiones.
Pero, como se señala en el análisis del Corporate Europe Observatory(CEO), a estas alturas ya se han llevado a cabo en ambos casos las consultas y
los bancos han sido ampliamente escuchados, aunque se desconozca el número y alcance
de las reuniones ya celebradas en la Dirección General del Mercado durante los
últimos meses. Precisamente con ocasión de las interpelaciones en el Parlamente
europeo, un eurodiputado solicitaba a Barnier que se anunciaran siempre las
reuniones con lobistas.
Por tanto, la decisión de prohibir temporalmente el acceso
de los lobistas a la DG del Mercado ha enfadado a estos, según la prensa
inglesa, que recogía la protesta de un ejecutivo bancario londinense acusando a
la Comisión de aislarse de realidad del sector en estos asuntos.
Por el contrario, otros como la citada ONG muestran su total apoyo a la decisión del
Comisario Barnier, considerando que ya es hora que se afronte en profundidad
con medidas tajantes la presión del lobby financiero para frenar o aguar
cualquier proyecto de regulación financiera significativa, como ha venido
ocurriendo durante todo el mandato de este Comisario como ha sucedido con
otros.
La cuestión no es por qué ahora sino por qué no lo han hecho
antes.
La larga batalla por la regulación financiera tras la crisis desde 2007-2008 la
ha ganado el lobby financiero; y se afirma que al Comisario Barnier le toca una
parte de la responsabilidad. Ciertamente, en el análisis de CEO, se reconoce
que ocasionalmente se ha enfrentado al lobby financiero. De hecho, se recuerda
que en una sesión del Parlamento Europeo de enero de 2010, en que se planteaba
el apoyo a su designación como miembro de la Comisión, Barnier hizo dos manifestaciones
positivas: Una, su declaración de combatir la especulación financiera sobre los
precios de productos de alimentación
básica; y otra, prometiendo crear un importante grupo de trabajo sobre
regulación financiera con una amplia participación y no solamente de expertos
bancarios como hasta entonces.
Al final, las propuestas de regulaciones presentada no
cumplían el mínimo nivel equiparable con normas tan sólidas o más que las aprobadas en el Congreso
estadounidense. Una vez más, la UE se volvió a encontrar en la retaguardia en cuanto a la regulación de la especulación
financiera, aunque últimamente hay voces optimistas que valoran positivamente
los resultados del actual proyecto de normativas debatido hace unos días en el
PE.
En estos momentos el gran debate en el seno de la Comisión
son las recomendaciones del Informe Liikanen para lograr una cierta separación entre banca de inversiones y banca comercial,
que podría abrir un portillo para futuros avances hacia un cambio estructural
en el sistema financiero. La referida prohibición temporal de intervención de
los lobbies en la traslación de esas recomendaciones a proyectos de normas,
debería haberse producido mucho antes. Según la prensa, las propuestas de
Barnier ya han sido recortadas para ajustarse a las demandas de los bancos; y
ya se ha abandonado la prometida regulación al estilo de la ley estadounidense
Glass-Seagall que hace décadas forzó la separación de la banca financiera de la
banca de depósito.
Desde luego, es innegable que Barnier se ha mostrado
partidario de la transparencia, por ejemplo, anunciando su disposición a
publicar en el sitio web de la DG del Mercado de todas las reuniones con
lobistas, aunque hasta ahora no se ha visto nada.
De ahí que la referida prohibición temporal se interprete
como nada más que un grito desesperado para que le dejen trabajar pero no es un
ataque en toda regla contra la lobicracia de Bruselas. Y por supuesto, es un
testimonio de la capacidad de los agentes de la banca para perturbar e influir
en la labor de los funcionarios en materia legislativa, pero no de que se vaya
a acabar con el dominio de los grupos de expertos bancarios sobre el proceso
legislativo europeo, que co-redactan las directivas europeas en materia
financiera.-
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