En 2008, el de la quiebra del banco Lehman Brothers, el
sistema bancario español se repartía al cincuenta por ciento entre 45 Cajas de
Ahorro y 15 bancos privados. Al comenzar 2014, han desaparecido las antiguas
Cajas convertidas en 12 bancos privados; y unos 3 ó 4 grandes bancos
controlaran el setenta u ochenta por ciento del negocio bancario en España. Y,
conforme a lo previsto por el actual Gobierno, el Estado español se quedará sin
una banca pública que al menos atienda las necesidades de crédito de la pequeña
y mediana empresa y de la gestión de las administraciones locales.
Aquí, una vez más, también han ganado la partida los grandes
intereses de la banca privada globalizada, que con tanta eficacia defienden las
organizaciones y agencias de lobbies
financieros. El poder de esta banca sobre la economía y la política española ha
crecido junto a una mayor dependencia de los mercados financieros globales.
Todo un logro político de una mayoría parlamentaria absoluta sin contrapoder
efectivo.
Sin embargo, el altísimo nivel de paro y la persistente falta
de crédito para la economía real demuestran el fracaso rotundo de las políticas de saneamiento del sistema
bancario español. Ciertamente, como se apunta desde ámbitos tecnocráticos, la
estrategia marcada por el Memorandum de Intenciones (el conocido como MOU),
suscrito por el Gobierno actual realmente con la Troica (BCE, Comisión europea
y FMI), ha supuesto un progreso fundamental al permitir ganar credibilidad
frente a los mercados internacionales ofreciendo las garantías de control
efectivo de las cuentas y los balances que inexistían anteriormente. Y aunque,
los españoles endeudados o no, vivan peor ahora, la banca está mejor con los
42,000 millones recibidos de Europa. Aunque el crédito siga sin aparecer y
existan todavía importantes y abundantes
asignaturas pendientes en relación con la solvencia y la capitalización actual
de los bancos, que las declaraciones oficiales pretenden ocultar.
Más aún, los nuevos y viejos bancos siguen utilizando la
liquidez barata que les ofrece el BCE para negocios financieros con los bonos
soberanos sin dedicar un euro a préstamos a las Pymes y al consumo. Y resulta
inaceptable la pretendida asepsia de ciertos análisis con los que algunos
expertos intentan ignorar los costes sociales del saneamiento bancario
practicado por el actual Gobierno y su injusta distribución impuesta a los
ciudadanos.
Porque, oh paradoja, si la crisis que estalló en Wall Street
nos alcanzó debido a la dependencia morbosa del dinero barato de fuera, despilfarrado
en especulación inmobiliaria y en costosas obras públicas inútiles, cinco años
después nuestro Estado se encuentra más endeudado que antes. Y tras las
sucesivas reformas bancarias y destapadas
las cuentas falseadas durante años, el endeudamiento privado de bancos y cajas
se ha transformado en un endeudamiento público que alcanzará previsiblemente el
cien por cien del PIB en 2014; una losa sobre el futuro inmediato de este país.
Y casi al final del proceso, se ha acrecentado de nuevo la dominación
de los mercados financieros sobre los gobiernos y la economía española, a cuyo
resultado están contribuyendo las inversiones en cartera de los grandes fondos
de inversiones, los fondos buitres, que adquieren rebajados suculentos pedazos
del patrimonio nacional, no siempre inmobiliario como en el caso de Iberia, la antigua
compañía aérea de bandera española, ahora sin corona.
Para mayor INRI, entre las reformas de unos y otros, han
quedado impunes los dolosos y bochornosos fallos de gestión de ciertos altos
directivos de las Cajas de ahorro y bancos y algunos políticos. Y en lugar de
salvar los bancos, como mandan los cánones, el dinero de los contribuyentes ha salvado
a los banqueros y a los directivos de las Cajas que se han ido de rositas.
(Publicado en sistema digital 3-9 febrero 2014)
Añadimos aquí este ejemplo muy ilustrativo sobre el caso Blesa-Bankia que hemos encontrado en youtube.
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