Hace unos meses tuve la oportunidad de mantener una charla
amistosa con una ejecutiva de un banco londinense que ejerce como broker; y me contaba que últimamente a
los “inversores”, Bancos, compañías de seguros, fondos de inversiones, etc.,
les preocupan menos las cuantías de las comisiones a pagar a los agentes intermediarios
que la rapidez en la ejecución de la orden de compra o de venta de los activos.
Un dato que se explicaría por la abundancia de liquidez en los mercados
financieros; pero también porque el trading
de alta frecuencia se ha asentado
como una modalidad operativa en las bolsas y en los mercados extrabursátiles. Y
ello a pesar de los fallos habidos en los sistemas informáticos y las críticas
de un sector del mundo financiero, que ha provocado investigaciones de las
agencias reguladoras estadounidenses e incluso del FBI.
En la terminología
de Wall Street se conoce como trading de alta frecuencia (High Frequency Trading o HFT en siglas inglesas), la utilización
de redes de ordenadores programadas para la compra y venta automáticamente de
todo tipo de activos financieros en alta velocidad, literalmente en milésimas de segundos. De tal
modo que un activo financiero puede
cotizar durante unos segundos un céntimo más caro en Nueva York o Londres que
en Hong Kong o Singapur; o entre las distintas bolsas estadounidenses. Y los traders u corredores de bolsa compran
esos títulos en Hong Kong o Singapur para venderlos en Londres o Nueva York; o
pueden estar lanzando constantemente órdenes de compra y venta, buscando
infinitesimales diferencias de precios en las pantallas sobre las que obtener
beneficios con márgenes de ganancia en decimales y en milésimas de segundo. Con esta estrategia operativa acelerada, los
bancos y firmas financieras inversoras sacan provecho de las diferencias coyunturales de
cotizaciones con frecuentes y pequeñas operaciones. Las veloces
transacciones se realizan con unos márgenes minúsculos, pero al final la
actividad financiera aumenta haciendo que sea inmenso el volumen de operaciones internacionales sin supervisión alguna.
Además, como este trading de
alta frecuencia o comercio de altísima velocidad se realiza generalmente asociado a plataformas electrónicas opacas, que no
hacen públicas sus transacciones, el precio o el volumen y el tiempo de
ejecución no se divulgan para los demás operadores del mercado. Es decir, se
ocultan al público los detalles de las operaciones para que estas no aparezcan
en los paneles informativos; como he
relatado en El Casino que nos gobierna (capitulo primero) subrayando
prácticas que conducen a la manipulación de precios. Desde luego, para aquellos
que no acuden a estas prácticas de alta velocidad financiera representan una
desventaja, denunciada últimamente por algunos inversores y agencias
reguladoras estadounidenses que han argumentado públicamente contra la
operativa conocida como HFT. Y han surgido testimonios de que los propios
corredores de bolsa o traders realizan trampas y manipulaciones para incrementar
sus retribuciones.
Hace poco, la BBC y la prensa económica internacional
desvelaban que el FBI tenía abierta una investigación sobre posibles delitos
cometidos mediante la manipulación de
transacciones financieras de alta velocidad o HFT por algunas firmas
neoyorquinas especializadas. Las investigaciones del FBI se centran al parecer
en algunas prácticas que consisten en generar falsos niveles de actividad
bursátil colocando muchas órdenes de compra de valores en los mercados para
anularlas inmediatamente. Pero una vez que han logrado subidas de precios,
ejecutan compras pendientes por cuenta del cliente inversor sobre activos que
previamente han sido adquiridos por los propios traders. Otra de las investigaciones
apunta a la utilización de información privilegiada aprovechando la velocidad
de las transacciones.
De hecho, el fiscal general de Nueva York Eric Schneiderman
anunciaba que estaba investigando algunas firmas. Y también la agencia
reguladora de futuros, la CFTC, y la agencia reguladora de valores y bolsa, la
SEC, están examinando si las principales bolsa dan un trato preferencial a las
operaciones de alta velocidad en detrimento de otros inversores que prefieren
seguir las vías más convencionales.
A agravar este ambiente de cierta inquietud en algunos círculos
financieros a comienzos de abril, ha venido la promoción mediática del nuevo
libro de Michael Lewis, autor de libros best-seller como El Póker del Mentiroso (Liar’s Poker), sobre el mundo de Wall
Street en los años ochenta en una línea similar como algunas películas de éxito
de denuncia cínica de las finanzas que no cuestionan la desregulación y el
descontrol del casino sino los indecentes comportamientos legales pero
aceptados socialmente. Sin embargo, aunque en esa línea, el autor acierta con
el eslogan para la promoción de este nuevo libro:
“Stock Markets
Rigged”, “Las Bolsas están manipuladas”.
Y en algunas cadenas de TV estadounidenses la
promoción de libro ha ido acompañada de acalorados debates como en este programa
de 60 segundos de la CNBC.-
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