Y sin que el riesgo sistémico haya desaparecido. Porque “tenemos un sistema bancario frágil y
peligroso, que daña la economía y que requiere el apoyo de los gobiernos cuando
los riesgos empeoran”; y la banca necesita una mejor regulación y
supervisión, como se argumenta en el libro The
Bankers’ New Clothes: What’s Wrong with Banking and What to Do About It” (titulo
en la trad. al castellano “El traje nuevo
del banquero. Que ocurre con la banca y cómo resolverlo”, Antoni Bosch
editor, 2013), que tiene como autores a
la prestigiosa profesora de Economía y Finanzas en la Universidad de Stanford,
Anat Admati, y al Director del Instituto
alemán Max Planck para la Investigación sobre bienes colectivos, Martin Hellwig.
El propósito explicito del libro es
expandir el debate político sobre la regulación bancaria más allá del círculo
de los banqueros y de los especialistas, porque – dicen- si ese debate se les
deja a los que les concierne directamente, el sistema financiero continuará
bajo el riesgo de bancos inseguros y todos sufriremos las consecuencias.
Con un lenguaje sencillo y afán divulgador, los autores
apuntan que el cuando vayamos a tener otro colapso financiero como en 2008
dependerá en gran medida de que se logre contener el endeudamiento bancario
dentro de límites razonables. Porque los bancos prefieren operar con dinero
ajeno, endeudarse, en vez de utilizar
mayores recursos propios. Casi todas las transacciones financieras implican alguna forma de
apalancamiento, como sucede con las deudas hipotecarias que permiten a las familias utilizar un pago
pequeño para comprar una casa. Y cuando la economía prospera, con el dinero en
préstamo los bancos obtienen enormes beneficios; pero cuando la economía se
hunde, las deudas multiplican las pérdidas, de manera que al final son pagadas
por los contribuyentes, como estamos experimentando tras la crisis financiera.
Sin embargo, los proyectos de regulación se han empantanado
porque la labor de los lobbies bancarios ha dado la vuelta al debate sobre la
reforma del sistema financiero. Los banqueros utilizan sus organizaciones de
lobby para difundir narrativas en contra
de unas mayores exigencias de capital para los bancos, alegando que
tales exigencias incrementaran los costes y reducirán los préstamos, un
argumento cuya falsedad se demuestra en este libro. Los lobbies bancarios han
ido tejiendo “las nuevas vestimentas” o “el nuevo traje” para la banca con
narrativas falaces que diluyen los intentos políticos de limitar el
endeudamiento y la exigencia de mayores
recursos propios para los bancos; sosteniendo, por ejemplo, que un dólar más en capital, es un dólar
menos en la economía; una de tantas falacias contra una reforma estructural del
sistema.
Históricamente, los bancos han financiado su negocio con
mucho mayor capital propio del que disponen actualmente: para los bancos
estadounidenses llegaba hasta el 50 por ciento del pasivo. Pero desde los años
treinta se fueron reduciendo los recursos propios para operar como banco,
argumentando que la existencia del seguro público de los depósitos hacía innecesario
retener tanto capital. Y así, con menos fondos aportados por los accionistas se
fueron apoyando más en los depósitos (que son deudas para los banqueros) y en
la emisión de bonos o valores híbridos (como las tristemente famosas
participaciones preferentes) y la especulación financiera. De modo que cuando
los mercados financieros se colapsaron, casi todos los bancos eran insolventes;
siendo rescatados por los contribuyentes en los EEUU y en la UE. Incluso hoy,
aseguran los autores, cuando un banco europeo se ufana de disponer de un 10 por
ciento de capital “core” o básico, en
realidad es inferior al 5 % del total de activos y probablemente sea de 2 o un
3 por ciento. Desde luego, la medida más directa para que los bancos aumenten
su solidez y la estabilidad del sistema financiero sería la prohibición de
repartir beneficios a los accionistas, reteniéndolos hasta alcanzar el nivel de
capital necesario. Medidas que beneficiarían
inmediatamente la economía porque reforzarían la banca y el sistema.
En esa línea argumental, con un lenguaje directo y asequible para no especialistas, este libro documentado
– casi la mitad de las páginas finales son referencias - nos familiariza con la
necesidad urgente de una regulación y supervisión que supere los riesgos
sistémicos de las finanzas; y conduzca a los bancos a ofrecer mayor
transparencia y seguridad, generando el crédito vital para que funcione la
economía.-
(Los párrafos centrales de este artículo han sido
publicados como reseña del libro referido en Alternativas
Económicas, nº 14, mayo 2014)
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