Al final, casi la mitad de la humanidad habrá visto algún
partido del Campeonato Mundial de Fútbol 2014. Pero
por encima de este World Cup ha habido una nube negra más grande que el estadio
de Maracaná. Es la nube negra de la FIFA (Fédération Internationale de Football Association) con sede en
Zurich, que acumula sobornos, escándalos como el de Qatar y exenciones fiscales en los países del
Campeonato mundial de futbol para beneficio de las empresas privadas patrocinadoras
y en perjuicio de los contribuyentes brasileños.
Las exenciones fiscales a las empresas fueron una de las
condiciones, entre otras, que la FIFA impuso al Gobierno brasileño para la
celebración del Mundial de fútbol 2014; las cuales suponen unas pérdidas de
recaudación fisca de unos 350 millones de dólares estadounidenses,
según la ONG Christian Aid; y otras fuentes las cifran en 386 millones. Esto ha
sido posible gracias a la Ley brasileña del 20 de diciembre de 2010 que rige el
Mundial de fútbol, en la que se especifica que tanto la FIFA como sus empresas
asociadas y filiales estarían exentas de pagar los impuestos que les
corresponderían normalmente.
En esas condiciones tan beneficiosas, estas empresas han
podido importar a Brasil sin pagar impuestos alimentos, suministros médicos y
farmacéuticos, combustibles, objetos conmemorativos como trofeos o medallas,
material promocional, materiales de construcción y productos relacionados con
equipos técnicos y deportivos, entre otros. El Mundial de Brasil será el más
caro de la historia con unos 10.000 millones de euros, suponiendo una inversión
total superior a la que efectuaron Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 juntas. Y son
los brasileños de a pie, gracias a los impuestos que han pagado en los últimos
años, los que financian en gran parte este desembolso. Por ejemplo, las obras
de construcción (como las del desgraciado puente inacabado que se derribó hace
días) o la reforma de los recintos superan los 2.700 millones de euros de
coste, aunque en un principio habían sido presupuestadas en 800.
En su mayor parte con cargo a las arcas públicas. De hecho,
la financiación de las obras ha aumentado el
endeudamiento de las ciudades que
hospedan el Mundial en un 30%, como señala el informe de la ONG Inspiration. El crecimiento económico que ha experimentado
Brasil en los últimos años ha conducido al país más grande del hemisferio Sur a
convertirse en 2013 en la séptima economía más potente del mundo, según el FMI.
Sin embargo, y a pesar de los avances que se han producido en materia social, Brasil
sigue siendo uno de los diez países más desiguales del planeta. De acuerdo con
el Instituto Brasilero de Geografía e Estadística) en 2011 el 10% más rico de
la población acaparaba el 44,5% de los ingresos totales del país.
Además de esas exenciones fiscales injustas, en la nube
negra de la FIFA se ocultan también los sobornos recibidos durante los años
noventa por tres altos directivos de la FIFA en los procesos de decisiones para
los Campeonatos mundiales de 2018 y 2022. Los sobornos figuraban en un
documento confidencial que relacionaba 175 pagos por valor de 100 millones de $
para los tres miembros del comité ejecutivo de la FIFA, Nicolas Leoz, Issa
Hayatou y Ricardo Teixeira, que aceptaron dinero de una firma de marketing deportivo
a la que se le otorgó en exclusiva la concesión de los derechos sobre el
Campeonato mundial, según relató el programa Panorama de la BBC TV, y en el cual
se negaron a intervenir los responsables de la Organización.. Los pagos a los
tres directivos se efectuaron a través de la empresa de marketing deportivo International Sport and Leisure (ISL), que se liquidó en 2001
Más aún, en esa negra nube de la FIFA también encontramos los
pagos secretos que contribuyeron a que Qatar fuese la sede del Campeonato de
2022, según documentos revelados por el periódico británico Sunday Times.
¿Por qué alguien pudo pensar que era una buena idea celebra
el World Cup en el verano de Arabia Saudita?
El famoso jugador argentino y entrenador Diego Maradona
declaraba al periódico Abu Dhabi daily Al-Ittihad, que dentro de la FIFA “hay sobornos. Hay que pedir cuenta a quienes están detrás especialmente
con los últimos eventos de la concesión a Qatar del World Cup de 2022. Hay que
investigar a dónde ha ido a parar ese dinero, quien se lo quedó y por qué.”
Algunas pruebas las ha aportado ya el periódico británicoSunday Times de 1 de junio, que revelaba correos electrónicos detallando la
generosa campaña de Mohamed bin Hamman, el ex vicepresidente de la FIFA
procedente de tal emirato. El escándalo ha desencadenado fuertes presiones para
reconsiderar la decisión adoptada. Presiones resiste Joseph S. Blatter, el
actual presidente de la FIFA, el impresentable
patrón de la Organización del futbol mundial desde 1998, conocido, entre
cosas, por sus observaciones machistas sobre las mujeres y por la interrupción
a los once segundos del minuto de silencio en recuerdo de Nelson Mandela, como
recordaba el semanario británico The Economist del 7 de junio; que apostaba por su salida aunque eso no resuelva los
problemas estructurales del gobierno mundial del futbol.
Como el patrón de la Fórmula Uno Bernie Ecclestone, acusado
de soborno en Alemania, estos personajes se apoyan en un conglomerado de
intereses espurios que los sucesivos escándalos no logran desmontar. Aunque
constituida legalmente en Suiza como una entidad sin ánimo de lucro, la FIFA
carece de dueño, según el citado semanario. Quienes tendrían que pedirle
cuentas que son las organizaciones nacionales del futbol pero dependen del
dinero que les llega de Suiza, del monopolio natural sobre el futbol mundial.
Por tanto, viene a concluir The Economist que solamente Suiza podría exigirle
una limpieza y hacer que la FIFA rinda cuentas o le retire el estatus fiscal tan
favorable de que goza e investigando la corrupción sobre la que descansan los
patrocinadores.
Sin embargo, nada de eso ocurrirá, porque todo eso tendría
que suceder en la sede de Zurich, que es uno de los refugios financieros en Suiza de gran parte de
la delincuencia mundial de cuello blanco.
Aunque al gobierno
de Brasil como a todos los gobiernos donde tiene lugar el Campeonato mundial de futbol, hay que
exigirles cuentas. Porque, como han
denunciado activistas de todo el mundo, esta vez es público y notorio que los
brasileños han pagado un alto precio por la celebración del Campeonato mundial
de futbol en Maracaná.-
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