Como muestra el informe difundido por Propública, la organización de periodismo investigador estadounidense, las grabaciones
secretas de Carmen Segarra, la economista portorriqueña graduada en Harvard,
son como una mirada sin precedentes al interior de Goldman Sachs, una de las
entidades más poderosas y secretas de los EEUU y del mundo.
Como parte de los planes de reforma financiera, la Reserva
Federal de Nueva York – parte de la Reserva Federal de Washington - había
encargado un informe altamente confidencial al profesor de la Universidad de
Columbia David Beim, que identificaba las causas de los fallos en los años
previos a la crisis y exponía recomendaciones específicas sobre cómo el
supervisor bancario podría solucionar sus problemas de funcionamiento. La Fed,
el Banco central en Nueva York, intentaba convertirse en un regulador más
fuerte sobre los megabancos para prevenir otra crisis financiera como la que se
había llevado por delante Lehman Brothers en 2008.
A finales de 2011, Carmen Segarra fue contratada por la Fed
de Nueva York como integrante de una nueva ola de auditores bancarios
independientes para examinar las interioridades de los megabancos. Y siete
meses más tarde, era despedida por diferencias con sus superiores sobre su informe
negativo de Goldman Sachs, que ha generado un pleito pendiente del tribunal de
apelación.
Pero antes, al encontrarse con unas relaciones promiscuas entre
el supervisor bancario y los grandes bancos, Segarra había adquirido una
pequeña grabadora con la que había grabado en secreto sus conversaciones
profesionales como auditora, que ahora se han hecho públicas. Y que han hallado gran eco en ciertos medios
estadounidenses, porque nos permiten comprobar que el regulador bancario
mantenía unas relaciones de connivencia con los grandes bancos supervisados. Un
panorama poco tranquilizador como señalan los analistas.
Uno de los relatos en las grabaciones referidas concierne a
la crisis bancaria europea y concretamente a la gran banca española. El viernes 6 de enero de 2012 a las 3:54 de la tarde, un
alto funcionario de Goldman Sachs envió un correo electrónico a los reguladores
de la Fed in situ – entre estos Segarra - para notificarles algunos pormenores de una
transacción en rápido movimiento con un gran banco español, el Banco Santander.
Aunque los reguladores españoles habían autorizado ya el acuerdo, Goldman lo
notificaba a sus propios reguladores estadounidenses para ver si tenían alguna
objeción o querían alguna aclaración.
En ese momento, los bancos europeos se tambaleaban,
particularmente los españoles (contrariamente a lo que se informaba oficialmente
entonces en España). Para apuntalar la confianza en el sistema, la Autoridad
Bancaria Europea exigía que los bancos se dotaran de más capital propio para
compensar posibles pérdidas futuras. El cumplimiento de estos requisitos de
capital estaba en el corazón de la operación Goldman-Santander.
Conforme al acuerdo aprobado por las autoridades españolas,
el Banco Santander transfirió parte de las acciones que poseía en su filial
brasileña a Goldman Sachs, reduciendo así efectivamente la cantidad de capital
necesario del banco español para cumplir la normativa recién establecida por el
Gobierno español. A cambio de una comisión del Banco Santander, Goldman
mantendría las acciones durante unos pocos años y luego las devolvería. El
acuerdo permitía al Santander proclamar que había alcanzado el ratio de capital
requerido, seis meses antes de la fecha límite.
Para Goldman Sachs la tarifa a percibir fue de 40 millones
de dólares más los cientos de millones que potencialmente podría ganar
negociando con el gran número de acciones que Goldman tendría a su disposición.
Los expertos de la Fed, según el informe, reconocen que la operación era
“perfectamente legal” pero obviamente ayudaba al Banco Santander para aparecer
más sólido de lo que estaba en aquellos momentos.
Según el referido informe, el Banco Santander y Goldman
Sachs se negaron a responder a preguntas detalladas sobre el acuerdo alcanzado. Y al escuchar las grabaciones de Segarra, un alto
funcionario de la Fed de Nueva York comentó que era como que “Goldman cobraba por guardarle el maletín al
Santander”.-
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