En España, la prolongada bajada de las Bolsas ha abaratado,
en particular, la capitalización y el posible precio de algunos bancos; y
circulan rumores que apuntan a la absorción de algún banco mediano y otras ventas
y fusiones. Es decir, tendríamos bancos más grandes aún (he ahí un punto
soterrado del debate político en curso por un gobierno a favor). Y es que se
han olvidado los proyectos de regulación de la gran banca financiera (El
informe Liikanen de 2011) de la Comisión europea de Barroso. Por el contrario,
en los Estados Unidos continúa el debate sobre los megabancos que ha llegado al
máximo nivel político.
Uno de los puntos más agudos y de claro contraste entre los
candidatos demócratas a la Casa Blanca, Hillary Clinton y Bernie Sanders, se
refiere a deseo de este último de "romper" los grandes bancos de Wall
Street. Según Sanders, si un banco es demasiado grande para quebrar es
demasiado grande para existir, un tema que ofrece como el título de la
importante legislación que propone sobre el tema.
El pasado 5 de enero, en un discurso pronunciado en Nueva
York sobre Wall Street y la economía, el senador Sanders realizó un intento de
elevar el nivel de desacuerdo con Hillary Clinton al sostener tajantemente la
conveniencia de “romper” las principales entidades financieras, afirmando que
él podría lograr esto mediante de la acción legal del Poder Ejecutivo.
Después de destacar, ente otros puntos, el crecimiento de la
desigualdad económica y social en los Estados Unidos que ha empobrecido a las
clases medias, el actual senador y candidato demócrata Sanders arremetió contra
la gran banca financiera:
“Necesitamos un sistema bancario
que sea parte de la economía productiva con la concesión de préstamos a precios
asequibles para las pequeñas y medianas empresas, de modo que se creen puestos
de trabajo pagados decentemente. Wall Street no puede seguir siendo una isla en
sí misma, jugándose miles de millones en productos financieros de riesgo,
obteniendo enormes beneficios y con la seguridad de que, si fallan sus planes,
los contribuyentes estarán allí para rescatarlos.
En 2008, los contribuyentes de
este país rescatamos Wall Street porque nos dijeron que sus bancos eran
"demasiado grandes para quebrar". Sin embargo, hoy, 3 de los 4
mayores entidades financieras (JP Morgan Chase, Bank of America y Wells Fargo)
son casi un 80 por ciento más grandes que antes de que los rescatáramos.
Increíblemente, los seis bancos más grandes de este país emiten más de dos
tercios de todas las tarjetas de crédito y más del 35 por ciento de todas las
hipotecas. Esos mismos seis megabancos controlan más del 95 por ciento de todos
los derivados financieros y poseen más del 40 por ciento de todos los depósitos
bancarios. Sus activos son equivalentes a casi el 60 por ciento de nuestro PIB.
Basta ya.
Si un banco es demasiado grande para quebrar, es demasiado
grande para existir. Cuando se trata de la reforma de Wall Street, esa
debe ser la cuestión de fondo. Esto es cierto no sólo desde una perspectiva del
riesgo y del temor a otro rescate. Es también cierto desde la realidad de que
un puñado de grandes entidades financieras simplemente tienen demasiado poder
económico y político de este país”
Pero Sanders, este candidato demócrata al que califican de
“socialista”, ha ido más allá de ofrecer una legislación avanzada para sugerir
que si es elegido presidente, va a lograr una ruptura bancaria en el plazo de
un año, tanto si al Congreso le gusta como si no. Es una afirmación dura que,
de mantenerse, significaría elevar drásticamente las bazas en unas primarias
del partido demócrata, que en su mayor parte se están desarrollando en un clima
de una mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Un gobierno de Hilary Clinton probablemente ofrece
continuidad al acento que Obama pone en la estabilidad del sistema financiero,
mientras que una Administración Sanders parece probable que se apoyará en un
enfoque mucho más resistente frente a las finanzas, que por sí solo podría
conducir a una disminución sustancial de la importancia económica y política de
los megabancos al afirmar en el citado discurso que:
"Dentro de los primeros 100 días
de mi Administración, yo le pediré al secretario del Departamento del Tesoro que
establezca una lista entidades " “demasiado grandes para quebrar "
con los bancos comerciales, los bancos en la sombra y las compañías de seguros
cuyos fallos plantean un riesgo catastrófico para la economía de los Estados Unidos,
sin rescate de los contribuyentes. Dentro de un año, mi gobierno va a romper
estas entidades de manera que ya no constituyan una grave amenaza para la
economía, como se autoriza por la Sección 121 de la Ley Dodd-Frank
" (la ley de la reforma financiera de Obama de julio de 2010)
Este planteamiento saca a debate los rescates bancarios de
un modo mucho más serio y decisivo que lo haría si fuera una propuesta
legislativa. De ser mantener este discurso, significa que Clinton no podrá
argumentar frente a quienes en el ala izquierda demócrata siguen a Sanders, que
esas ideas son inviables porque los republicanos del Congreso no las van apoyar.
Desafortunadamente para Sanders, los expertos apuntan que el texto de la
Sección 121 de la ley Dodd-Frank de reforma financiera de 2010 en realidad no otorga
a su hipotética Administración este poder en la forma en que parece pensar
Sanders. A lo largo del proceso legislativo, los lobbies financieros – como
conté en mi libro – lograron introducir las pertinentes lagunas o contenidos
para prever obstáculos para la futura aplicación de esa ley.
Y el problema ahora, según
los expertos estadounidenses, es que la citada ley Dodd-Frank otorga una competencia
colectiva a las agencias reguladoras federales para ordenar fragmentaciones
bancarias; por tanto, este proceso de “romper” los megabancos queda fuera del
control directo de un futuro Presidente Sanders. La referida disposición de la Sección
121 de la Ley Dodd-Frank requiere el voto de la Reserva Federal para considerar
que estas entidades bancarias representan una "grave amenaza para la estabilidad financiera de los Estados Unidos",
y una nueva votación de las dos terceras partes del Consejo de Supervisión de
Estabilidad Financiera (FSOC). Eso significaría que Sanders necesitaría cuatro
de los siete gobernadores de la Fed para llevar adelante su plan, y el voto
favorable de siete de los diez miembros del FSOC para aprobarlo. Por lo que los
comentaristas se han apresurado a anunciar que eso no va a suceder.-
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