martes, 31 de enero de 2017

Banca Monte dei Paschi, la fragilidad de la banca financiera


Los problemas del Deutsche Bank y el rescate del Banco Monte dei Paschi de Siena son síntomas de que el sistema bancario europeo sigue sin haber digerido la crisis; y de su fragilidad frente a los avatares propios de la financiarización de la banca. Porque las mediáticas reformas funcionales no han aportado la estabilidad y la transparencia necesarias. Los analistas apuntan, en particular, a los  bancos italianos y portugueses que suscitan inquietudes, dado el volumen de sus préstamos con riesgo de impago y las operaciones financieras opacas de alto riesgo. Ciertamente la fragilidad del sistema bancario es una preocupación en la eurozona, según corroboran analistas críticos, que se acrecienta con los anuncios del nuevo inquilino de la Casa Blanca.  Esta incertidumbre mantiene alta la predisposición de los gobiernos a los rescates bancarios a cargo de los contribuyentes para hacer frente al riesgo sistémico incontrolado. Es decir, los rescates de los bancos a cargo de dinero público sigue siendo una práctica gubernamental ordinaria. Prosigue, pues, la política de socialización de las pérdidas de los bancos por el temor al contagio sistémico incontrolado por las autoridades nacionales y europeas

En Italia, el 23 de diciembre de 2016, con una inyección de 21.000 millones de euros el gobierno aprobaba el rescate de la Banca Monte dei Paschi di Siena para evitar su quiebra dadas las pérdidas ocultadas durante años por operaciones con derivados. Y este no es un  banco cualquiera sino el tercer banco del país, fundado por la Magistratura de la República de Siena en 1472, tres siglos antes de que existiera la idea de una Italia unificada, y por ello se le considera el banco más antiguo del mundo aún en funcionamiento, que hasta hace poco disponía de 3.000 sucursales, 33.000 empleados y 4,5 millones de clientes. Este banco que sobrevivió a las guerras italianas, superó las pestes y las plagas, la campaña de Napoleón y la segunda guerra mundial, se transformó desde hace décadas en banca financiera, gracias al invento de los contratos de apuestas conocidas como derivados financieros.

Hace casi cuatro años, en 2013 los negocios con derivados financieros del Banco de Siena provocaron un escándalo de grandes proporciones, que no solo involucró a los ejecutivos sino también a Mario Draghi y al Deustche Bank por ocultar información y hacer préstamos fraudulentos. Según fuentes fiables, todo comenzó con la acumulación de riesgos por parte del Banco Monte dei Paschi di Siena, siguiendo el modelo de los grandes bancos como Goldman Sachs que logran altas rentabilidades de los mercados financieros de alto riesgo. La fuerte especulación en estos mercados por parte del Monte dei Paschi tuvo la aprobación del entonces Ministro de Finanzas y luego gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi. Gran parte de esas operaciones de préstamo se gestaron a través de la banca alemana, principalmente el Deutsche Bank, que le había ayudado a tapar las pérdidas sufridas con la crisis y la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Pero el tsunami de Lehman Brothers y las pérdidas acumuladas por los derivados financieros, le obligaron en el 2009 a pedir al gobierno italiano un rescate de 1.900 millones de euros; y en 2012 logro otro segundo rescate oficial de 500 millones de euros, acumulando 3.900 millones de euros entre los rescates del Banco de Italia y el “rescate” de tapadillo por parte del Deutsche Bank. El gran problema es que el Monte dei Paschi nunca reveló los 1.500 millones de euros que el Deutsche Bank le había prestado en 2008, y esa revelación en 2013 provocó una enorme sacudida financiera porque mostraba una vez más la  poca transparencia de la banca europea. Las pérdidas millonarias de este banco italiano fueron ocultadas mediante préstamos secretos del Deutsche Bank alemán y el Nomura Bank japonés, gracias a mecanismos financieros similares a los que Goldman Sachs ayudó a Grecia durante años a ocultar los déficit fiscales, como he analizado en El casino que nos gobierna. Aunque el asunto tenía otra dimensión porque quien estaba al mando del Banco de Italia y “supervisaba” esas operaciones con el banco alemán era el presidente del Banco Central italiano, Mario Draghi, el mismo que entonces y hoy lleva las finanzas del Banco Central de Europa. Desde el inicio de la crisis el Monte Paschi fue perdiendo hasta un 90 por ciento de su valor.

Minado por todas las operaciones de derivados que ocultaron las pérdidas, según Bloomberg para 2016 Monte dei Paschi había recibido 4.000 millones de euros en rescates financiados por los contribuyentes, la mayoría de los cuales los había reembolsado más 8.000 millones de euros aportados por los inversores desde 2009. El Monte dei Paschi fue considerado el banco más débil de Europa en los stress tests o pruebas europeas de resistencia de julio de 2016 y el Banco Central Europeo le requirió para que limpiara su balance. La firma debía recaudar 5 billones de euros de fondos frescos para aumentar su capital a finales de año; y cubrir las pérdidas generadas por la eliminación de los préstamos incobrables. Pero no lo consiguió. El fondo soberano de inversión de Qatar, que había considerado una posible inversión, se abstuvo de comprometerse a comprar acciones; y esa misma desconfianza impidió las inversiones de otras entidades.

Las previsiones de una próxima falta de liquidez pero, sobre todo, los temores de que la quiebra anunciada desencadenara otras quiebras bancarias en Italia e incluso una potencial nueva crisis en Europa, según la prensa internacional, fundamentaron la decisión del gobierno italiano. Los bancos italianos están luchando bajo el peso de una montaña de 360.000 millones de euros de préstamos incobrables, según Bloomberg, una situación que ha erosionado la rentabilidad y socavado la confianza de los inversores. La nacionalización de Monte Paschi podría ser seguida de rescates para prestamistas como Veneto Banca SpA y Banca Popolare di Vicenza como parte del paquete gubernamental. Porque está demostrado que la acumulación de riesgos sistémicos garantiza los rescates de la banca financiarizada.-                                





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