Con la publicación de los conocidos como
Papeles de Panamá y la filtración de datos del registro mercantil de las
Bahamas, quedó demostrado una vez más cómo el impago de impuestos de personas
adineradas, identificadas con nombres y apellidos, se sirve de la gran banca
globalizada, que facilita la creación de estas sociedades mercantiles
instrumentales en los llamados paraísos fiscales, entidades que son puras
ficciones jurídicas sin actividad económica local alguna y mero instrumento
para la opacidad y ocultación del verdadero titular beneficiario del dinero, de
origen legal o ilegal.
Hace dos años, the Wall Street Journal y la revista
Fortune relataban las claves prácticas que los bancos ofrecen a los evasores de
impuestos para burlar a las autoridades estadounidenses, recursos clientelares
que nos conducen al país alpino. ([i]). Con
el fin de prevenir y eludir futuras acusaciones criminales, los bancos suizos
han ido afinando sus tácticas de evasión de impuestos frente al Departamento de
Justicia estadounidense y autoridades de otros países. El truco consiste en
facilitar a sus clientes cuentas no declaradas en el extranjero asociadas con
un alias, con frases de acceso secretas, y en algunos casos, con tarjetas
prepago de débito que difícilmente dejan rastro.
Desde que el gobierno de Estados Unidos comenzó a adoptar
medidas drásticas para enfrentarse a las conductas ilegales en la gestión del
dinero por parte de grandes firmas financieras suizas como UBS Group AG y
Credit Suisse, los bancos más pequeños comenzaron a adoptar los malos hábitos
de sus rivales con el fin de atraer a clientes (y ganancias) . “Los delincuentes van desde bancos
internacionales a pequeñas entidades hipotecarias, que en conjunto
contribuyeron a gestionar en secreto más de 10.000 cuentas relacionadas son
estadounidenses que suponían más de 10.000 millones de dólares”, según el
análisis por la revista citada de más de 40 documentos de acuerdos. La mayoría
de las firmas alegaba que proporcionaban a los clientes cuentas numeradas o con
código-nombre con identidades conocidas sólo por unos empleados escogidos. Los
bancos también retenían el correo destinado a los EEUU, en parte para calmar a
los clientes temerosos de que las autoridades estadounidenses interfirieran las
comunicaciones.
Un cliente del Banco Sparhafen Zurich AG comentó a un
gestor del correo retenido por este Banco, que la cuota de retención del correo
electrónico del banco era “un seguro
barato por si sus acuerdos con el banco despertaban la atención de las
autoridades fiscales estadounidenses”. Otras técnicas más elaboradas para
ayudar a los clientes a ocultar el dinero de sus cuentas son los falsos
fideicomisos y las fundaciones ficticias en paraísos fiscales de localidades
foráneas extranjeras, como Liechtenstein y las Islas Vírgenes Británicas. Y
algunos bancos incluso entregaban tarjetas de débito no rastreables. La
comunicación entre el banco y el cliente está codificada y es en clave. Cuando
un cliente necesita sacar efectivo de su cuenta, envía un mensaje secreto, como
“el depósito de gasolina sigue
funcionando en vacío”. O para hacer una transferencia bancaria: “¿Podéis descargarnos algunas canciones?”.
Por supuesto, esas “melodías” solamente están disponibles para los titulares
acreditados de esas cuentas no declaradas en el país de origen. Lamentablemente
un número importante de esos malhechores nunca llega a ser descubierto por las
autoridades tributarias.
Los casos de los bancos suizos UBS y Credit Suisse
ejemplifican la capacidad de que han dispuesto durante años para promocionar el
fraude y la evasión fiscal entre los clientes extranjeros, en ambos casos,
particularmente de clientes estadounidenses adinerados. Tras serias
investigaciones, quedó demostrado que ambos bancos habían infringido seriamente
la legislación estadounidense y hubieron de pagar sanciones económicas, previo
acuerdo con el Departamento de Justicia de los EEUU. La gran diferencia en el
trato recibido estriba en que mientras al UBS se le exigió la entrega a las
autoridades estadounidenses de los datos de cierto número de defraudadores, no
se le aplicó esa exigencia al Credit Suisse, como analizaremos en este
capítulo.
Y es que hay destacar que UBS accedió a suministrar las
identidades e información de las cuentas de unos 250 nombres de clientes
estadounidenses de su gran negocio transfronterizo de promoción del fraude
fiscal. Esta decisión de entregar datos bancarios de los clientes a las
autoridades fiscales de los Estados Unidos llegó a socavar la confianza en el
franco suizo algún tiempo, perdiendo valor frente al euro al producirse salidas
significativas de capitales desde Suiza, según el citado periódico británico. A
pesar de la ley de secreto bancario, que prohíbe a los bancos en Suiza divulgar
alguna información de sus clientes a las autoridades o a terceras partes, salvo
casos excepcionales tasados legalmente, la presión estadounidense logró que la
Autoridad de supervisión financiera suiza (FINMA) ordenara al importante banco
del país revelar los detalles de las cuentas de clientes estadounidenses, objetivo
de la investigación judicial de EEUU, según informaba el Financial Times.
Años más tarde, en mayo de 2014, el banco suizo Credit
Suisse se declaraba culpable de una “conspiración
extensa y de gran alcance” para ayudar a clientes estadounidenses a evadir
el pago de impuestos y aceptaba pagar cerca de 2.600 millones de dólares en
multas, convirtiéndose en el primer gran banco global en las dos últimas
décadas que admitía acusaciones de haber cometido delitos penales. ([ii]) La aceptación negociada de la acusación de conspiración (plea agreement) presentada
por representantes de los bancos Credit Suisse y Clariden Leu ante un tribunal
de Virginia, resolvía una investigación de larga duración sobre el negocio de
banca privada o personalizada de este banco suizo, incluyendo su filial, Leu,
que ayudaba a ciudadanos estadounidenses a ocultar activos en el extranjero.
Sin embargo, en ninguno de estos casos – como en muchos
otros - las autoridades consideraron que la gravedad de los hechos delictivos
probados y reconocidos por los propios megabancos merecía la retirada de la
licencia bancaria.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario