Que millones de estadounidenses descontentos tras los ocho
años del presidente demócrata Obama, optaran por elegir a un multimillonario reaccionario
y ayuno de conocimientos como Donald Trump para la presidencia de los EEUU, es
algo difícil de explicar incluso para numerosos especialistas. Pero ciertamente
el libro y el film de Noam Chomsky REQUIEM FOR THE AMERICAN DREAM, nos ayuda a
entender ese evento que trasciende el ámbito nacional.
El relato del filósofo y activista político estadounidense
comienza con una reflexión sobre los efectos de la depresión económica de los
años treinta, que fueron peores que hoy, afirmación que el autor avala con sus
experiencias familiares. Un período en que, sin embargo, las gentes compartían
la sensación de que las cosas iban a ir mejor: "no tenemos trabajo hoy pero lo tendremos mañana y juntos podremos
trabajar por un futuro mejor". Fue una época de radicalismo político
pero en la que el "sueño americano" siguió en vigor aun con su
dimensión de mito: "somos pobres
pero trabajando duro encontraremos la
salida hacia un futuro mejor". Algo que corroboran las biografías de
muchos de sus amigos y conocidos.
Pero ahora sabemos que eso ya no es cierto, como revela el
dato de la movilidad social en los EEUU que actualmente es inferior a la de
Europa. Y un componente significativo del sueño americano es la movilidad de
clase social: naces pobre, trabajas duro y te haces rico. Pero los políticos estadounidenses intentan
mantener ese mito: "Vótame y haré
que regrese el sueño americano". Y ese fue el mensaje profundo de
Donald Trump: "América, first"
/ "Make America great again". Sin embargo, en los EEUU se acabó la idea de que todo el
mundo puede tener un empleo decente, comprarse un coche y una vivienda y tener
los hijos en un colegio… Todo eso se esfumó, asegura Noam Chomsky. Y la cruda
realidad es la hiriente desigualdad social, que carece de precedentes históricos
en los EEUU. Y que deriva de la extrema riqueza de un minúsculo sector de la
población que no alcanza el 1 por ciento.
¿Cómo y por qué se ha producido esa tremenda mutación socioeconómica
en los EEUU?
En primer lugar, mediante "la reducción de la
democracia". En la reciente historia de EEUU, la dinámica del sistema
constitucional ha impuesto la presión por una mayor libertad sobre la
democracia desde abajo, con el claro predominio de los esfuerzos de control de
la élite desde arriba, sostiene Chomsky. Y ese control ha significado una
democracia reducida, en la que el Senado, que tiene el mayor poder, está
alejado de la población; la Cámara de representantes, más próxima al pueblo,
resulta muy debilitada con su renovación cada dos años. Y la Presidencia, la
Casa Blanca, se eleva como un superpoder dentro y fuera del país. Esa reducción
de la democracia es el primer principio, de los diez que explican el cambio
histórico que analiza el referido libro y generado por la modelación de la
ideología; el rediseño de la economía; la desviación de las cargas; el ataque a
la solidaridad; la gestión de los reguladores; la ingeniería de las
elecciones; mantener las masas en orden;
la fabricación del consenso y la marginación de la población. Este esquema de
análisis podría ayudarnos a entender también la evolución reciente de las
sociedades democráticas europeas.
Para la finalidad básica de esta reseña del libro, optamos
por resumir el contenido del capítulo o
principio tercero, que nos adentra en cómo se ha rediseñado la economía, es
decir, cómo la financiarización de la economía estadounidense y global mediante
la mutación de las entidades bancarias.
El rediseño de la economía
Desde los años setenta ha habido un esfuerzo concertado por
parte de *los dueños de la humanidad*, para dar un giro a la economía en dos
aspectos decisivos, como se relata en el capítulo tercero del referido libro. Uno
ha sido el incremento el papel de las entidades financieras; y el otro, la
deslocalización de la producción. Hacia 2007, justo antes del último colapso,
los bancos y grupos financieros disponían literalmente del 40 % de los
beneficios empresariales, mucho más que en el pasado.
El papel de las entidades financieras
Como muchos años antes, hacia los años cincuenta la
economía de los EEUU se basaba ampliamente en la producción, era el gran centro
manufacturero del mundo. Las entidades financieras solían ser una parte
relativamente pequeña de la economía y su función era distribuir los activos no
utilizados como los depósitos bancarios para generar actividad. Esa era su
contribución a la economía. Existía una regulación de la economía y los bancos
estaban regulados. Había una separación ente los bancos comerciales y los
bancos de inversión; y estaban limitadas las prácticas de inversiones de riesgo
que pudieran dañar a los particulares. Recordemos que durante el largo período
de la Regulación del New Deal (El programa de reactivación económica introducido
por el Presidente Roosevelt en los años treinta) no hubo colapsos financieros.
Pero hacia los años setenta eso cambió.
Hasta los primeros años setenta existía un sistema
económico internacional, establecido por los vencedores de la Segunda Guerra
Mundial, los EEUU y el Reino Unido, con
la intervención de dos grandes economistas, el estadounidense Harry Dexter
White y el británico John Maynard Keynes. Se denominó el sistema de Bretton
Woods, que se basaba bastante en la regulación del capital, de modo que las
monedas nacionales quedaban reguladas por su relación con el dólar, que estaba
vinculado al oro. Por tanto, apenas se daba la especulación sobre las divisas
porque había espacio para la misma. Con el Fondo Monetario Internacional se
permitía e incluso se apoyaba la exportación de capital. Y el Banco Mundial
financiaba los proyectos estatales de desarrollo. Pero todo eso sucedió durante
los años cincuenta y sesenta hasta que
ese sistema fue desmantelado completamente durante los setenta. Se eliminaron
los controles sobre las monedas, lo que condujo -como era predecible - a un
inmediato y agudo aumento de la especulación contra las divisas.
La financiarización de la economía
Al mismo tiempo declinaban los ratios del beneficio sobre
la producción industrial; a pesar de que aún se obtenían cuantiosas ganancias
disminuía la proporción de los beneficios. De manera que comenzó a surgir un
enorme incremento en los flujos de capital especulativo en cuantías astronómicas.
Y se produjeron modificaciones enormes en el sector financiero, pasando de los
bancos tradicionales a los bancos de inversiones de riesgo, con instrumentos
financieros complejos, manipulaciones monetarias y demás innovaciones.
Las cifras macroeconómicas reflejan claramente la mutación
de la economía estadounidense. En 1950,
el valor de las finanzas representaba un 11 por ciento del PIB de los EEUU y el
sector manufacturero, el 28 %. Mientras que en 2010, las finanzas representaban
ya el 21 por ciento del PIB y las manufacturas habían descendido al 11 por
ciento.
De modo creciente, el negocio de EEUU fue dejando de ser la
producción de bienes, al menos en su territorio. Lo vemos en la selección de
los altos gestores. En los años cincuenta y sesenta el alto ejecutivo de una
corporación estadounidense solía ser un ingeniero, alguien graduado en centros
como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o quizás en ingeniería
industrial. Estaba extendida la sensación en la clase de los propietarios y los
gerentes que debían atender la naturaleza de la sociedad, la fuerza laboral, el
mercado, etc. Y que tenían que mirar por el futuro de su propia corporación
empresarial. Y eso es cada vez menos cierto.
Más recientemente, las direcciones empresariales y los
altos puestos gerenciales han sido ocupadas por gentes que provienen de las
escuelas de negocios, donde han aprendido los trucos financieros de diverso
tipo y otras innovaciones. Y todo eso ha llevado al cambio de la actitud de la
corporación y del liderazgo de la firma. Actualmente entre los altos ejecutivos
hay menos lealtad hacia la empresa y más hacia sí mismo. Ahora la vía para
seguir avanzando en las principales empresas es mostrar los buenos resultados
en el próximo trimestre; es lo que determina el sueldo y las primas o bonus de
los ejecutivos; y no el futuro de la empresa a largo plazo. De manera que las
prácticas empresariales se diseñan para
lograr beneficios a corto plazo y conseguir toneladas de dinero y, si se
estrella al empresa sales pero con el dinero y el paracaídas de oro. Todo eso
ha modificado muy significativamente la naturaleza del modo en que son tratadas
las firmas.
Como sucede hoy con las grandes multinacionales, ya en los
años ochenta la General Electric podía hacer más dinero jugando con el dinero
que con la producción; y hoy recordemos que General Electric es sustancialmente
una entidad financiera, que logra la mitad de sus beneficios moviendo por ahí
el dinero por vía complicadas. De ahí que se haya producido un tremendo aumento
en la función de las finanzas en la economía. Es el fenómeno conocido como
"financiarización" de la economía que junto con la deslocalización de
la producción han rediseñado otra economía.
La deslocalización de la producción (offshoring)
El fenómeno de la deslocalización de las fábricas es el otro
fenómeno que ha trastocado la economía. Según Noam Chomsky, ha habido una
decisión consciente para vaciar la capacidad productiva del país, de los EEUU, mediante
el desvío de la producción a lugares donde la mano de obra es más barata, sin
normativas sanitarias y de seguridad ni condiciones medioambientales, etc.,
como en el Norte de México, China, Vietnam y otros países. Los productores
siguen haciendo mucho dinero pero lo generan fuera de los EEUU. (Es el modelo
de deslocalización que se ha aplicado en cierta medida también en Europa). Esto
resulta enormemente provechoso para las multinacionales, especialmente para sus
ejecutivos, gestores y accionistas; pero
muy perjudicial para la población. Así tenemos que una de las grandes
corporaciones como Apple genera su producción en China, en una cámara de
tortura de propiedad taiwanesa; porque China es ante todo una planta de
montaje, que se abastece de las áreas industriales del entorno chino como
Japón, Singapur, Corea del Sur y los mismos EEUU, donde se generan los
beneficios primarios aunque se esté desarrollando también una nueva clase de
multimillonarios en China, un fenómeno del llamado tercer mundo en otro tiempo.
Al mismo tiempo que se dispara la desigualdad, que tiene su expresión extrema
en China y en los EEUU.
La lectura y la reflexión sobre este libro de Noam Chomsky
nos permiten adentrarnos más allá de los noticiarios para entender el mundo en
que vivimos.
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