Como ejemplifican los casos de los bancos suizos Credit
Suisse y UBS, investigados por el Senado estadounidense, la promoción del
fraude fiscal entre los clientes extranjeros es parte del negocio bancario de
nuestros días. La liberalización y globalización del sistema bancario y
financiero global ha contribuido a potenciar el impago de impuestos en los
países como fuente de liquidez y de beneficio bancario mediante las comisiones
y la gestión de grandes paquetes de activos, bases hoy del negocio global de la
banca.
En unos casos, el fraude fiscal de los clientes se
canaliza de modo pasivo, donde la intervención del banco se reduce a facilitar
los deseos de mayor rentabilidad para el capital del cliente. Es el caso de los
bancos que ayudaron a crear o crearon las sociedades offshore instrumentales
que aparecen en los mediáticos divulgados como papeles de Panamá o del Paraíso
y Bahamas leaks, Y en otros casos como ilustran UBS y Credit
Suisse la banca desarrolla y gestiona políticas agresivas de captación de
clientes foráneos adinerados incentivando el fraude fiscal en el país de
origen. Mediante una organización interna
y una gestión planificada, se persigue facilitar el impago de impuestos en el
país de origen para lograr una máxima rentabilidad del titular del dinero y
unos beneficios para el banco por su gestión.
El Subcomité permanente de investigaciones del Senado
estadounidense (que desde hace años impulsa el senador demócrata por Michigan,
Carl Levin) y en el contexto del estudio del secreto bancario, examinó en
profundidad el caso del banco suizo Credit Suisse ([i]),
intentando comprender el alcance del fraude fiscal en EEUU mediante la
promoción bancaria de sociedades offshore en paraísos fiscales y los esfuerzos
realizados para que los bancos que utilizaban paraísos fiscales offshore y sus
clientes rindieran cuentas y pagaran los impuestos adeudados en EEUU. Siendo el
Credit Suisse el segundo banco más grande de Suiza después del UBS, el
Subcomité consideró que muy probablemente
también habría de tener un gran número de cuentas suizas no declaradas de
clientes estadounidenses, que buscaban evadir impuestos utilizando los servicios
de gestión de la llamada de banca privada o personalizada.
La banca globalizada incentiva el impago de impuestos
Con la publicación de los conocidos como Papeles de Panamá
o del Paraíso y la filtración de datos del registro mercantil de las Bahamas, se
ha demostrado una vez más que existe una práctica generalizada del impago de
impuestos por las personas adineradas, identificadas con nombres y apellidos, que
se sirve de la gran banca globalizada para la creación de estas sociedades
mercantiles instrumentales en los llamados paraísos fiscales, entidades que son
puras ficciones jurídicas sin actividad económica local alguna y que son un
mero instrumento para la opacidad y ocultación del verdadero titular
beneficiario del dinero, proceda del ahorro personal o de negocios ilícitos.
Anotemos que a la expansión de esta actividad bancaria
contribuyó la aplicación de la Directiva
europea sobre el ahorro individual en 2005, extendida a Suiza y otros paraísos
fiscales europeos mediante convenios bilaterales entre esos países y
territorios con la Comisión europea un año después. Esta norma implicaba que
los bancos del país helvético debían informar de todas las cuentas de sus
clientes extranjeros o bien practicarles una retención tributaria sobre sus
ganancias en función de unos tramos, que podían llegar al 35%. Como era de
suponer, esto provocó una oleada de pánico entre los grandes patrimonios que
tenían dinero escondido en Suiza y otras jurisdicciones offshore como Mónaco,
Andorra, Panamá o las islas Vírgenes Británicas, micropaíses con secreto
bancario y escasa fiscalidad. Para los afectados, la opción fue la creación de
una sociedad pantalla tras la que ocultar su identidad y así evitaban tener que
dar información al fisco del país de origen y la consiguiente retención fiscal.
Al parecer, sobresalió Panamá por las
facilidades del país y la agresiva operativa de despachos como el citado
Mossack Fonseca (aunque el bufete también constituía estos instrumentos en
otras jurisdicciones como las Islas Vírgenes).
Parece ser que al descubrimiento mediático de estas
prácticas masivas en detalle contribuyó la ola de investigaciones sobre casos
individuales, desencadenadas al hacerse pública la existencia de la conocida
como lista Falciani de delincuentes tributarios, los datos revelados por un ex
empleado del HSBC de Ginebra, que permitió de un modo u otro que las Haciendas
nacionales europeas accedieran a estos mecanismos innovadores de defraudación
fiscal, gestionados desde los departamentos de la denominada banca
privada o personalizada de la gran banca. Sin embargo, tras las
revelaciones de los papeles de Panamá y Bahamas no ha habido noticias sobre
posibles nuevas investigaciones sobre la labor de los bancos implicados en la
cooperación para el fraude fiscal mediante la constitución de esas miles de
sociedades offshore. Y el Parlamento europeo prosigue su inacabable debate
sobre el Mediterráneo descubierto por las referidas investigaciones
periodísticas.
El Credit Suisse, un negocio transnacional ilegal basado en
el fraude fiscal
En mayo de 2014, ante las autoridades de los EEUU, el
banco suizo Credit Suisse se declaraba culpable de una “conspiración extensa y de gran alcance” para ayudar a clientes
estadounidenses a evadir el pago de impuestos y aceptaba pagar cerca de 2.600
millones de dólares en multas, convirtiéndose en el primer gran banco global en
las dos últimas décadas que admitía acusaciones de haber cometido delitos
penales. ([ii]) La aceptación negociada de la acusación (plea agreement) de
conspiración presentada por representantes de los bancos Credit Suisse y su
filial Clariden Leu ante un tribunal de Virginia, resolvía una investigación de
larga duración sobre el negocio de banca privada o personalizada de este banco
suizo, que ayudaba a ciudadanos estadounidenses a ocultar activos en el
extranjero. Como parte de este pacto sui géneris, el Departamento de Justicia
de Estados Unidos recibiría 1.800 millones de dólares en multas y reembolso; y
el Departamento de Servicios Financieros del Estado de Nueva York recibiría 715
millones más 100 millones que irían a la Reserva Federal. ([iii])
Y el banco suizo mantenía su licencia
bancaria a pesar de su actividad delictiva.
Desde el colapso financiero de 2008, Credit Suisse era el primer gran
banco acusado de un delito penal, que se declaraba culpable de ayudar a los
clientes en el fraude fiscal y a la evasión de impuestos. Y tendría que pagar
(en los EEUU) una multa sustanciosa que,
como una novedad, causó un gran impacto general. Pero subrayaba el experto
estadounidense James Henry ([iv]), que esa multa para el Credit Suisse representaba solamente
una cuarta parte de sus ingresos, por muy elevada que sonara la cifra de 2.600
millones; que puesta en perspectiva representaba sólo un trimestre de ganancias
para un banco; que gestiona alrededor de 1,4 billones de activos de sus
clientes y que sus propios activos alcanzan en torno a 1 billón de dólares. Es
el segundo mayor banco suizo y lo ha sido casi siempre. Y desde siempre ha estado
comprometido en este tipo de prácticas, que consisten en ayudar a los
estadounidenses ricos y a los ricos de todo el planeta a colocar su dinero en
Suiza libre de impuestos.
Como se logró saber, establecieron equipos especiales para tal objetivo
que, en el caso de los EEUU deambulaban por las convenciones en torno al arte y
cultivando la confianza de la gente rica; de modo que llegó acumular al menos
22.000 clientes selectos. Una actividad muy lucrativa para el Banco. En ese
contexto, esa cifra tan elevada no resultaba enorme. Y como ejemplo
comparativo, Henry citaba un reciente acuerdo de divorcio en los tribunales
suizos entre un oligarca ruso y su esposa, por el cual ella tuvo que
conformarse con 4.500 millones. Así comprende que el actual CEO del banco dijera,
tras el anuncio de este acuerdo, que esto tendría un impacto trivial, de menor
importancia para la rentabilidad del banco.
Los hechos ilegales reconocidos en la confesión acordada
Durante décadas antes, durante o alrededor de 2009, “Credit Suisse operaba un negocio bancario
transfronterizo ilegal que a sabiendas y voluntariamente ayudaba y asistía a
miles de clientes estadounidenses en la apertura y mantenimiento de cuentas no
declaradas y ocultando sus activos offshore y los ingresos ante la Agencia
Tributaria”. A través de ciertos directivos, empleados y otras personas, Credit
Suisse solicitaba de clientes estadounidenses la apertura de cuentas no
declaradas, aprovechándose de que el secreto bancario suizo les permitiría
ocultar la propiedad de esas cuentas. Credit Suisse admite que utilizó una
variedad de medios para ayudar a sus clientes estadounidenses con la finalidad
de que ocultaran sus cuentas en ese banco sin declararlas, que según el citado
documento comprendían:
- a. Ayudar a los clientes en el uso de entidades tapaderas como supuestos propietarios beneficiarios de las cuentas no declaradas;
- b. Solicitar los formularios de la Agencia tributaria estadounidense (IRS) que falsamente declaraban bajo pena de perjurio, que las falsas entidades eran beneficiarias de la propiedad de los activos en las cuentas;
- c. No conservar en los Estados Unidos los registros relacionados con las cuentas;
- d. Destruir registros de cuentas enviadas a los Estados Unidos para su revisión por el cliente;
- e. Utilizar gerentes y empleados de Credit Suisse como asesores de inversiones no registrados sobre las cuentas no declaradas;
- f. Facilitar retiradas de fondos de las cuentas no declaradas, ya fuera mediante la entrega en mano de efectivo en EEUU o utilizando cuentas en bancos corresponsales del Credit Suisse en EEUU.
- g. Estructurar transferencias de fondos para eludir los requisitos de notificación de transacciones monetarias; y
- h. Proporcionar tarjetas de crédito y de débito en offshore para repatriar fondos de cuentas no declaradas.
La asistencia técnica para la creación de entidades
offshore
El programa internacional del Credit Suisse para la
captación y atención del cliente megarrico estadounidense comprendía,
inclusive, desplazamientos periódicos de altos empleados a EEUU para la
apertura de cuentas suizas vinculadas, el asesoramiento inversor y defraudador
evitando informes sobre transacciones, emitiendo tarjetas de crédito y débito y
gestionando la creación de sociedades offshore. ([vi])
Según un análisis elaborado por el propio Credit Suisse, sus registros de viaje
indican que, desde 2.001 a 2.008, los gerentes suizos de relaciones hicieron
más de 150 viajes por separado a los Estados Unidos para reuniones con sus
clientes locales y para contactar con nuevos clientes.
El programa del Credit Suisse de promoción del fraude y la
evasión fiscal en los EEUU se complementaba mediante la creación y utilización
de sociedades offshore. De modo que en la citada declaración de hechos ilegales
reconocidos, suscrita por el banco suizo y las autoridades estadounidenses, se
hace referencia a la utilización de entidades instrumentales o tapadera en
paraísos fiscales como titulares de las cuentas suizas de estadounidenses no
declaradas en su país ([vii]);
entidades offshore cuya creación facilitaba el propio banco. El resultado de
esta actividad ilegal del Credit Suisse, como la de cientos de otros bancos, lo
encontramos confirmado en las identificaciones con nombre y apellidos,
suministradas por los llamados Papeles del Paraíso, de Panamá o la filtración de Bahamas.
Las cuentas suizas para clientes estadounidenses del
Credit Suisse utilizaban como titulares de cuentas nominales a entidades
tapadera en paraísos fiscales; y además, algunos de sus banqueros asistían
activamente a los clientes para la constitución de esas entidades
instrumentales, banqueros a los que apelaban como “intermediarios”
o “fiduciarios” que actuaban como “proveedores de servicios en la creación y
mantenimiento de entidades jurídicas”. Y de los cuales se servía el banco
suizo para introducir clientes potenciales. Asimismo, según el propio banco,
los banqueros de Credit Suisse remitían a los clientes potenciales o actuales a
los intermediarios para que establecieran una entidad jurídica que actuara como
titular de la cuenta suiza; y la mayor parte de los intermediarios que
utilizaban los banqueros suizos estaban localizados en Suiza o Liechtenstein.
La finalidad primordial de las entidades offshore era lograr el enmascaramiento
de la titularidad de la cuenta del cliente. Al abrir cuentas suizas para
clientes de Estados Unidos, la evidencia muestra que algunos banqueros de
Credit Suisse recomendaban la utilización de entidades fantasma o tapadera (Offshore Shell Companies) como titulares
de cuentas nominales. Si bien no es ilegal establecer un fideicomiso o entidad
en un paraíso fiscal como titular de una cuenta, es una práctica corriente
utilizar esas sociedades mercantiles fantasma, fideicomisos o entidades
jurídicas similares como titular de una cuenta nominal en vez de un ciudadano
que suministra los fondos a la cuenta; de hecho, es una táctica común usada
para evadir impuestos tanto en Estados Unidos como en España y el resto de
países, porque impide la identificación tanto de las cuentas como de sus
titulares estadounidenses. El referido informe relata testimonios de algún ex
titular de una cuenta de Estados Unidos, que corrobora estas prácticas que le
proporcionarían “una capa más de protección”
para sus activos del cliente, aunque este cliente desestimó las sugerencias de
“los intermediarios”, a causa de la cargas adicionales involucradas, y porque
el cliente se sentía suficientemente seguro después de colocar los fondos en
Suiza. En otros casos los clientes firmaban papeles para constituir las
sociedades instrumentales en Liechtenstein o Hong Kong.
En los interrogatorios de la Subcomisión del Senado, a las
preguntas que pretendían cuantificar las
cuentas suizas vinculadas a los EEUU que fueron abiertas a nombre de entidades
offshore, la representación del Credit Suisse informó de que en 2008 habían
sido abiertas 1.243 fichas informativas
de clientes (CIF) con 4.000 millones de francos suizos en activos a nombre de
entidades offshore, que tenían como titulares beneficiarios a clientes
estadounidenses que habían omitido presentar un formulario W-9 (a efectos de
declaración fiscal) identificando su titularidad de la cuenta como mantenida
por una persona de los EEUU.
Esta nota sobre el caso del Credit Suisse se integra en
una docena de casos documentados sobre las actividades ilícitas de grandes
bancos globales, como contenido de una investigación inédita del autor de este
blog.-
[i] Offshore Tax evasion: The Effort to
Collect Unpaid Taxes on Billions in Hidden Offshore Accounts. (Credit Swiss: Case
Study in Swiss Secrecy) Permanent Subcommittee on Investigations, US Senate Report,
February 26, 2014; pp. 41- 114.
[iii] Credit Suisse Pleads Guilty
to Conspiracy to Aid and Assist U.S. Taxpayers in Filing False Returns. Department
of Justice. RELEASE, May 19, 2014
[iv]
Entrevista con James S. Henry sobre el caso del
Credit Suisse en Real Networks, canal de TV independiente por internet. Es un destacado economista y abogado, que fue
economista jefe de la consultora internacional McKinsey & Co; y, como
periodista de investigación ha colaborado con numerosas publicaciones como
Forbes, The Nation y The New York Times. Fue el investigador principal del
informe titulado “The Price of Offshore Revisited” publicado por Tax Justice
Network. Video en https://youtu.be/Q5C8_k6fgCo
[vi] Offshore Tax evasion… (Credit Swiss
:..) US Senate Report cit.; pp. 65-113
[vii] cfr. Credit Suisse. Statement of
facts; y Offshore Tax evasion… (Credit Swiss…) US Senate Report cit.; pp.73-76
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