Escribir sobre prospectiva, sobre
el futuro, es siempre tan arriesgado que solamente pueden hacerlo con solvencia
autores privilegiados, como el polifacético escritor francés Jacques Attali. Dentro de lo que se
entiende como prospectiva o futurología, tropezamos a menudo con pseudociencia
y con páginas de entretenimiento, apoyadas en especulaciones o recursos
alejados de la investigación científica
y de las comprobaciones empíricas; pero también encontramos a veces indagaciones
serias y fundamentadas, basadas en el método científico, que apelan a las
estadísticas y a otras investigaciones sectoriales previas. El DRAE define la prospectiva como "conjunto de análisis y estudios realizados
con el fin de explorar o de predecir el futuro en una determinada materia".
Como
sustantivo, el concepto de prospectiva también se asocia a la futurología, la ciencia del análisis del futuro pretendiendo
lograr su comprensión y, así, ejercer una influencia sobre él en la medida de
lo posible. En ese sentido, se busca anticipar
potenciales escenarios que podrían desarrollarse en el
porvenir. Obviamente la prospectiva no puede ofrecernos certezas ya que el
futuro, al fin y al cabo, es aquello que aún no ha ocurrido y que está sometido
a infinitas variables, imposibles de predecir.
Y en ese campo de la prospectiva podríamos
encuadrar el libro "Vivement, aprés demain" (Pronto, pasado
mañana) publicado en otoño de 2016, cuyo contenido ratificaba íntegramente su
autor, el francés Jacques Attali, en el prefacio escrito en julio de 2017; un
libro que pretende - en sus propias palabras- "proporcionar a cada uno los medios de conocer las promesas y las
amenazas del mundo, midiendo así las oportunidades y los riesgos para navegar
del mejor modo entre los escollos y alcanzar el puerto de su elección"
(p.12).
Tales pretensiones únicamente pueden aceptarse
cuando proceden de un autor sensible, inteligente y de acreditada solvencia
como Jacques Attali; muy conocido, por lo demás, particularmente en el mundo
cultural francés, por sus 67 libros publicados y traducidos a 22 idiomas; que durante
diez años fue consejero especial del Presidente de la República francesa,
François Mitterrand; luego, presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y
Desarrollo; fundador de la ONG Acción contra el Hambre y actualmente es
presidente de la ONG Positive Planet, destinada inicialmente a luchar contra la
pobreza mediante el desarrollo de la microfinance. Y además, incluso, ha
dirigido varias orquestas en diversos países del mundo.
En el referido libro, después de una breve
historia de las variables del futuro, Attali
renueva por completo su visión sobre
los próximos quince años (2016-2030), a la luz del nuevo conocimiento acumulado
en todos los campos, científico, demográfico, ideológico, geopolítico,
artístico. Después de interrogarse en miles de lugares sobre las débiles señales
que preparan el futuro con sus amenazas y sus promesas para el mundo.
Entre las amenazas que nos acechan, según esta
investigación documentada, encontramos la crisis del sistema económico y
financiero mundializado, cuyo punto de partida es claro. "En ausencia de un estado de derecho
planetario, y sin actor central capaz de
compensar las insuficiencias del mercado, solamente se puede contar con la
acción de los bancos centrales para compensar sus insuficiencias. En tal
situación de desequilibrio, de la que todos los datos precedentes (que se
acumulan en el citado texto) confirman su
inevitabilidad, un pequeño choque podría
provocar un gran catástrofe"
Del referido libro, reproducimos únicamente aquí
unas líneas traducidas - apoyadas en fuentes que omitimos - sobre lo que
denomina seis detonadores de una crisis económica y
financiera mundial; y que creemos que merecen la atención de los lectores de este blog. Más
precisamente, se describen seis chispazos que podrían prender fuego a la
pólvora para una crisis global:
1.
En
China, las burbujas de endeudamiento del sector inmobiliario, las grandes
empresas públicas y entidades financieras no reguladas pueden explotar,
arrastrando un crac brutal en las Bolsas chinas y una crisis del cambio mundial
en razón de un a fuerte devaluación del yuan, en combinación con una revolución
de palacio. En el peor de los casos, China cerrará sus fronteras y
desencadenará una ola de proteccionismo; la producción industrial se hundirá,
provocando una caída del precio de las materias primas y arrastrando a
continuación toda la economía mundial a la crisis.
2.
Una
crisis por la exacerbación del proteccionismo. Al enfrentarse a la competencia
y a la recesión, un creciente número de países, y en primer lugar los Estados
Unidos, se encerrarán en el proteccionismo y el soberanismo. En particular, la
Unión Europea o los EEUU podrían ser tentados a encerrarse más aún, dado el
miedo a verse sumergidos
por
una ola incontrolable de importaciones provenientes de Asia, o de migrantes de
México, de Oriente Medio o del Sahel. Eso supondrá, si eso se convierte en algo
muy significativo, una crisis mayor del comercio internacional y un hundimiento
de la economía mundial.
3.
Una
crisis europea podría también desencadenarse por un hundimiento del sistema
bancario italiano o alemán, o por la decisión de un país de la eurozona, tras
un referéndum, de volver a una moneda
nacional, arrastrando una fuga de ahorradores fuera de ese país. Aun así, la
crisis no quedaría limitada a Europa y se convertiría rápidamente en
planetaria. Eso podría venir muy rápidamente de Italia.
4.
El
estallido de la burbuja gigante de las deudas de los Estados puede ser
provocado las liquideces cuasi gratuitas e inyectadas masivamente por los
bancos centrales. En todo caso, ese nivel de endeudamiento ya no es sostenible.
Eso se traducirá en un alza espectacular de los tipos de interés y del nivel
general de los precios. El riesgo es particularmente elevado en Japón, por
razón de una monetarización ya muy avanzada y por la perspectiva de un déficit
de la balanza estructural de pagos de aquí a cinco años, debida a la subida del
número de jubilados de la población (que
tienen que gastar sus ahorros para
vivir); una crisis japonesa podría provocar un devaluación muy fuerte del yen,
después afectar por contagio en el mundo entero a toda clase de activos
gubernamentales y llevar a una avalancha hacia el efectivo y el oro, seguido de
un hundimiento de la economía mundial.
5.
Una
crisis financiera en los Estados Unidos, acelerada por la desregulación
decidida por Donald Trump, podría desencadenarse por el hundimiento de un actor principal del shadow banking , que hubiera invertido en empresas
industriales, estadounidenses o no, demasiado especulativas, llevando a un
derrumbamiento del sistema financiero estadounidense y a una crisis mundial de
una amplitud inigualada.
6.
Una
crisis ligada al precio del petróleo podría ser desencadenada por un bloqueo
del estrecho de Ormuz o el de Malaca, por acciones terroristas, campañas de
piratería, o una acción estatal, que haría subir el precio del petróleo de modo
duradero más allá de los cien dólares el barril, además con consecuencias
devastadoras sobre la economía mundial.
Nadie
puede decir cuál sería el coste de una crisis global, cada vez más probable,
desencadenada por un u otra de esas seis chispas. Es en cualquier caso
verosímil que se traduciría en un decenio, al menos, de recesión y de
deflación. Una gran parte de la población
mundial vería estancarse o bajar su nivel de vida; en particular, la
bajada de nivel de vida de las clases medias tendría consecuencias políticas y
militares devastadoras: la democracia no resistiría."
En el referido libro, tremendamente cartesiano,
el autor llega a conclusiones radicalmente nuevas y sorprendentes sobre lo que
nos espera y especialmente sobre lo que podemos hacer. Porque, aunque se acumulan
muchos nubarrones en el horizonte, como el que hemos transcrito, no faltan los
medios para construir el mejor de los mundos posibles, para el desarrollo de
las personas, evitando que la dimensiones de la ira y de la furia, que
documenta y analiza en el libro, se transformen en violencia global, escapando
así de amenazas climáticas, del terrorismo y del suicidio tecnológico. Siempre
que comprendamos, como apunta el autor, que la mejor manera de lograr eso, de ser
feliz en un mundo sereno, consiste en ayudar a los demás a ser uno mismo, a
reemplazar el egoísmo suicida por el altruismo lúcido. Y podamos alcanzar un
futuro que es pasado mañana.-
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