Las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE
se asemejan a una larga película de intriga en la que los espectadores ya se
han dormido. Nobody cares about Brexit
(A nadie le importa el Brexit) era el título del informe semanal sobre el
Brexit de The Times de Londres del 28 de junio pasado. El gobierno conservador de
Theresa May quería transmitir el mensaje de que las negociaciones seguían su
curso con los 27 líderes de la Unión Europea durante la cumbre en Bruselas, una
de las cumbres más difíciles desde hace años y en la que el asunto del Brexit
apenas estuvo en la agenda. Porque la atención estaba puesta en la crisis
migratoria que amenazaba la estabilidad del gobierno alemán y el riesgo de un
cisma europeo con los nuevos gobiernos euroescépticos en Italia, Hungría y
Polonia. Pero quince días más tarde, la propuesta de Theresa May para un Brexit blando, concretada después en
un libro blanco (policy paper: The futurerelationship between the United Kingdom and the European Union ), provocaba una grave crisis interna del
gobierno conservador británico, antes de su presentación a la delegación
comunitaria, que acentuaba la incertidumbre sobre cómo será la salida del Reino
Unido de la UE.
Salida que, conforme al art. 50 del Tratado, en cualquier
caso tendrá lugar en marzo de 2019, aunque los bancos y las empresas y la
ciudadanía tengan dificultades para prever el futuro impacto sobre la economía
del posible acuerdo o desacuerdo final. De hecho los parlamentarios tories y el presidente del selecto Comité del Tesoro han solicitado
al ministro de Hacienda Philip Hammond, al Banco de Inglaterra y a la Autoridad
de Conducta Financiera que supervisa la City, que produzcan un análisis sobre
el impacto del acuerdo final del Brexit, antes de la votación final del
Parlamento sobre el mismo antes de la fecha límite de ratificación de enero de
2019. Dicho de otro modo, a ocho meses de la fecha prevista para la salida de
la UE se ignora el impacto que tal divorcio tendrá para el Reino Unido. Y la
duda en el mundo financiero es cuál será el futuro de la City de Londres como centro del poder
financiero mundial.
EFECTOS IMPREVISTOS DE UNA COMPLEJA NEGOCIACIÓN CON
INTERFERENCIAS DE LOBBIES
Desde luego todo indica que el futuro de la City de Londres
como centro financiero global ha condicionado las negociaciones desde el
comienzo; y que en general el gobierno británico ha presentado el Brexit como
problema para Europa.
En el referéndum del 20 de junio de 2016, el 51,9 por
ciento de los británicos votaron por la salida del Reino Unido de la UE. Y tras
la formación de un nuevo gobierno y del desconcierto inicial, desde que las
negociaciones para el divorcio arrancaron en junio de 2017, la prensa ha venido
revelando las dificultades internas del gobierno británico para ofrecer una
posición común, como han demostrado las recientes dimisiones en el gobierno May.
Desde luego, frente a la posición común de los 27 socios
europeos desde el inicio, parece que el gobierno británico intentó persuadir a
Europa de los riesgos que afrontaría la Unión si se dañaba la posición de
Londres como centro de las finanzas mundiales. Un trabajo de investigación
encargado por la City of London Corporation y realizado por la consultora Ernst
& Young que encuestó a las principales empresas, incluidas Volkswagen y
Airbus, habría revelado que las empresas de toda Europa estaban preocupadas por
el previsible aumento de los costes de financiación. El gobierno británico
incluso llegó a predecir que las empresas europeas alertarían a sus respectivos
gobiernos de tener que afrontar mayores costes y posibles interrupciones,
presionando a los políticos para que tuvieran esto en cuenta durante las
negociaciones del Brexit. En un discurso a finales de junio, el citado ministro
de finanzas decía que Europa solo dañaría su propia economía si socavaba el
estatus de Londres como centro financiero global, señalando que "la
fragmentación de los servicios financieros daría como resultado una calidad
inferior, productos de mayor precio para todos los interesados".
Asimismo, en la prensa anglófona numerosas reseñas de informes, declaraciones y
entrevistas con decenas de altos ejecutivos de grandes bancos internacionales,
abogados, académicos, agencias de calificación y lobistas han descrito algunos
de los peligros para las empresas y los consumidores que podría suponer perder
potencialmente el acceso a los mercados de Londres. Con estas referencias a
documentos e informes de expertos, los medios de comunicación internacionales
reflejaban los intereses económicos en juego y aquellos defendidos por
relevantes agencias de lobby.
Disminuye la inversión financiera extranjera
Lo cierto es que la economía británica ha venido acusando
los efectos del largo proceso del Brexit tras el referéndum. Muchas
inversiones, fusiones y adquisiciones empresariales quedaban a la espera del final
de esas negociaciones; se frenaba el bum inmobiliario en Londres y las
entidades financieras anunciaban posibles planes de deslocalización.
De modo particular, la industria británica de servicios
financieros está sufriendo una caída en la inversión extranjera, mientras que
algunas de sus contrapartes europeas disfrutan de grandes ganancias. Hace
días Bloomberg informaba que el sector financiero británico había atraído 78
proyectos de inversiones extranjeras directas durante 2017, un número inferior
a los 106 proyectos en 2016 aunque aquel número es el mayor de Europa; mientras
que este tipo de proyectos de inversiones extranjeras directas crecieron
significativamente en número en Alemania, Francia o Luxemburgo durante el
pasado año. La
inversión extranjera en las firmas británicas de servicios financieros cayó un
26 por ciento el año pasado, según un informe publicado por la consultora EY (Ernst & Young, ahora mundialmente
conocida como EY). Durante el mismo período, Alemania experimentó un aumento
del 64 por ciento, mientras que la cifra de Francia se duplicó con creces.
Londres aún atrae más inversiones internas en servicios financieros que
cualquier otra ciudad de la UE, pero la brecha con París, Frankfurt y Dublín se
está reduciendo, asegura EY.
Con las conversaciones entre el Reino Unido y la UE
estancadas desde marzo, los bancos se apresuran a establecer nuevos centros
comerciales en otras partes de la región. Los reguladores de la UE han dejado
claro que esperan que los bancos establezcan operaciones independientes a gran
escala dentro del bloque comercial en un número significativo. En resumen, han
abundado las elucubraciones en el sentido de que los bancos podrían transferir
algunas operaciones al continente europeo cuando el Reino Unido abandone la UE,
y que eso podría hacer subir los costes financieros para las empresas y bancos
europeos. Al final tanto las Islas británicas como el continente europeo
sufrirían, según las investigaciones de Reuters. (HowBrexit is set to hurt Europe’s financial systems, investigación de Reuters,12/7/2017)
Sin pasaporte financiero
Ciertamente al final Brexit dará lugar a una legislación
que cambiará las fronteras de la Unión Europea. Hasta hace poco, la literatura
en torno al Brexit señalaba que la reconfiguración de las finanzas europeas
dependería de lo que ocurriera con el llamado pasaporte financiero de que disponen
las entidades bancarias del Reino Unido, que permite que los productos
financieros, como préstamos e hipotecas y vehículos de inversión de Londres
creados bajo reglas más laxas y orientadas al riesgo, se vendan en todo los restantes
países europeos. Desde luego, si se hubiera mantenido la validez del pasaporte
bancario europeo tras el Brexit, la City habría continuado sirviendo al
continente sus productos y servicios financieros mediante el soporte digital
necesario. Pero, publicado el citado libro blanco sobre el Brexit del gobierno
May, todo indica que no será así: habría una unión aduanera para mercancías y
una zona de librecambio para servicios, pero casi todo por acordar.
Lo que sí admite el propio libro blanco británico sobre el
Brexit (párrafos nº 60-66) es que el Reino Unido ya no podrá operar bajo el
régimen de "pasaporte" de la Unión, que es algo intrínseco al Mercado
Único, cuando deje de ser miembro. Como la decisión sobre si el Reino Unido debería
tener acceso a los mercados de la Unión y en qué condiciones será competencia
de la misma, y viceversa, se hace necesario un enfoque coordinado que conduzca
a una regulación compatible que promueva la estabilidad financiera y evite el
arbitraje regulatorio, es decir, que las entidades y particulares no puedan
elegir la regulación más favorable. En este contexto, el Reino Unido propone un
nuevo acuerdo económico y normativo con la UE en materia de servicios
financieros, que mantendría un mercado financiero transfronterizo en un marco
negociado entre el Reino Unido y la UE. Aunque, en esta propuesta del libro
blanco, el Reino Unido reconoce que este acuerdo no puede replicar el régimen
del pasaporte financiero de la UE.
LA RELEVANCIA FINANCIERA DE LA CITY
El libro blanco del gobierno de Theresa May (apartado nº 58)
resume la relevancia financiera de la City londinense en relación con Europa:
“Los mercados de
servicios financieros del Reino Unido y la UE están muy interconectados: los bancos del Reino Unido suscriben
alrededor de la mitad de la deuda y el capital emitidos por empresas de la UE; los
bancos ubicados en el Reino Unido son
contrapartes de más de la mitad de los derivados extrabursátiles negociados por
Compañías y bancos de la UE; alrededor de £ 1.4 billones de activos son
administrados en el Reino Unido en nombre de clientes europeos; el mercado de los
seguros de Londres líder mundial alberga a las veinte compañías de reaseguros
más grandes del mundo; y se registra más actividad bancaria internacional en el
Reino Unido que en cualquier otro país. Este mercado interconectado tiene
beneficios para los consumidores y las empresas en toda Europa”.
La Unión Europea necesita el dinero de Londres, aseguraba
Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, que calificaba al Reino Unido como "el banquero de inversiones de Europa";
y sostenía que la mitad de todas las deudas y acciones emitidas por la UE
involucran a entidades financieras del Reino Unido. Y los banqueros aseguran
que es probable que varias áreas se vean afectadas cuando el Reino Unido deje
la UE, según los datos que registra la investigación documentada de Reuters referida. La
primera es la capacidad de Europa de vender deuda soberana. En la actualidad,
cuando un país, digamos Portugal o Grecia, necesita vender deuda soberana para
mantener funcionando sus hospitales o escuelas, recurre a los mercados de bonos
organizados principalmente por bancos en Londres. Actualmente, las firmas con
sede en Londres son responsables de negociar alrededor del 70 por ciento de la
deuda soberana en Europa, según los banqueros. Pero en 2017 algunos bancos ya
se estaban retirando de la organización de las ventas de bonos porque no resultaba
rentable.
Una segunda área que puede sufrir es la venta de derivados para
que las compañías compren protección contra los cambios en el dólar
estadounidense o los picos en el precio del petróleo. Los banqueros dicen que
sus rivales en Londres ofrecerán una gama más pequeña de productos y con un
costo mayor porque habrá menos bancos que ofrezcan estos servicios.
Una tercera área que puede verse afectada es la
compensación de derivados denominados en euros, una actividad que domina
Londres. Los responsables políticos de la UE quieren que dicha compensación,
que garantiza la finalización segura de un intercambio, se traslade a la zona
del euro después del Brexit. Los financieros dicen que eso aumentaría los
costos de negociación para los clientes continentales que negocian en una
variedad de monedas porque tendrán que encaminar las operaciones a través de
varias cámaras de compensación, lo que les exigirá mayores garantías para
respaldar esas transacciones.
Actualmente, Londres alberga la mayor cantidad de bancos
del mundo y alberga el mayor mercado de seguros comerciales, se afirma en la
citada investigación. Alrededor de seis billones (trillion) de euros
(6,8 billones de dólares), o el 37 por ciento, de los activos financieros de
Europa se gestionan en la capital del Reino Unido, casi el doble de su rival
más cercano, París. Y Londres domina la industria de banca de inversión de 5,2
billones de euros de Europa. Los mercados de Londres aseguran desde reactores
nucleares franceses hasta barcos griegos. Los fabricantes de automóviles
alemanes piden dinero para la expansión. Los pensionistas holandeses invierten
sus ahorros.
Y el Reino Unido dispone del mayor mercado de divisas y el
segundo mayor mercado de derivados en el mundo, representando poco menos del 40
por ciento de las transacciones mundiales en esos mercados, mientras que París,
el rival más cercano de la UE en Londres, maneja menos del 5 por ciento, según
el Banco Internacional, según los datos de Reuters. Sin embargo, ante la
prolongación de las negociaciones del Brexit y la incertidumbre sobre su
desenlace, las entidades financieras han
ido adoptando decisiones para posicionarse frente a la recomposición de los
mercados financieros europeos.
A DONDE VAN LOS BANCOS
Desde que Morgan Stanley renunció a la City de Londres, la
pregunta ya no es si el Brexit dañará la industria de servicios financieros del
Reino Unido sino cuán grave será el daño, subrayaba The Guardián en febrero de
2018. Ciertamente, hasta no hace mucho, la amenaza de que los banqueros
salieran de Londres en masa, a menudo desplegada por entidades financieras como
HSBC, se consideraba irreal y era objeto de bromas y hasta de mofa entre
profesionales del sector. La broma más frecuente era que Ginebra era más
aburrida que Londres y un traslado no compensaría una mayor retribución. Pero todo
eso pertenece ya a un pasado lejano.
Actualmente al menos
ocho ciudades europeas están compitiendo para que las firmas financieras se establezcan
en el continente europeo, con la esperanza de atraer a sus empleados mejor
pagados. Es sabido que París está
intensificando los esfuerzos para atraer a los banqueros de la City. Se afirma que el
gobierno francés ha sido el más agresivo, ofreciendo la promesa de rebajas de
impuestos y de leyes laborales flexibles para complementar los encantos
culturales de la capital francesa. "Todo
fue muy Moulin Rouge", al decir del director financiero de uno de los
mayores bancos de Europa después de
asistir a una presentación reciente de funcionarios franceses que destacaron
los excelentes restaurantes y la vida nocturna de París.
Y a medida que el reloj avanza hacia la salida del Reino
Unido de la Unión Europea, ciudades como Paris, Fráncfort y Ámsterdam rivalizan
para presentarse como el mejor lugar para reubicar la mayor parte de los
negocios de servicios financieros ahora radicados en Londres. Según la revista
Forbes, las autoridades de la ciudad de Ámsterdam admitían haber tenido
conversaciones con más de 100 compañías hasta el momento, y ya estaban concertando
la reubicación de algunas de ellas, a las que se ofrece las ventajas de su
ubicación. "París, Frankfurt y
Londres están a una hora en tren o en avión" (WhereWill London's Finance Sector Go After Brexit? Amsterdam Says 'Choose Us!')
Sin embargo, Fráncfort es el gran ganador en la batalla por
los banqueros post Brexit, según Bloomberg (27 de marzo de 2018), atrayendo
miles de los empleos con sede en Londres todavía, pero que habrán de trasladase
a nuevos centros dentro de la UE después de Brexit. Morgan Stanley, Citigroup
Inc., Standard Chartered Plc y Nomura Holdings Inc. ya eligieron la ciudad
alemana para su sede europea que les garantizará el acceso continuo al mercado
único. Goldman Sachs Group Inc. y UBS Group AG están sopesando una decisión
similar, según apuntaba dicho medio, aunque los planes no eran públicos. HSBC
Holdings Plc es el mayor banco no francés que hasta ahora ha optado por París,
mientras que Barclays Bank Plc se ha inclinado por Dublín.
Aunque hay algunos banqueros que predicen que el gran
ganador podría ser Nueva York, porque el único lugar que podría replicar la
profundidad de los mercados y la experiencia de Londres.
TODO APUNTA A LA FRAGMENTACIÓN DE LA CITY
En marzo pasado, en un evento ante inversores en
Londres, el ministro de Hacienda británico Philip Hammond advertía que el éxito de Londres como centro financiero es único y será
"imposible de replicar" en otro lugar. Por lo que las ciudades
rivales europeas como París y Frankfurt que no deberían esperar absorber todo el
negocio que representa el sector financiero de Londres. Como argumento sobre la
necesidad de un acuerdo en interés de ambas partes, el ministro británico decía
que "aquellos que piensan que los
principales ganadores de cualquier fragmentación de los mercados de Londres
serían París, Frankfurt, Dublín o Luxemburgo deberían tomar nota que muy
probablemente los verdaderos beneficiarios sean Nueva York, Singapur y Hong
Kong"; lo que significaría un recorte en la cuota de mercado en Europa,
que quedaría como un conjunto menos competitivo.
Desde luego, el dominio financiero de Londres se ha
desarrollado durante décadas y la City está luchando por mantener su condición de centro financiero global en
medio de la incertidumbre del Brexit; y sus banqueros son escépticos sobre algunos intentos
en Europa para replicar Londres, para transferir íntegramente toda su
estructura organizativa y sus negocios financieros a otro lugar del continente.
Y todo apunta que el Brexit generará un conjunto diverso de plazas financieras
relevantes. El desarrollo de una mayor
fragmentación será probablemente un resultado inevitable del Brexit, es la
conclusión de Andreas Dombret, miembro del Banco Central de Alemania en su
disertación en un foro de expertos
financieros en Dublin en abril pasado. (Livingwith Fragmentation: Post-Brexit Realities in Financial Services.) Con empresas del sector financiero reubicando
sus negocios entre Londres, por un lado, y Frankfurt, Dublín y otras ciudades,
por otro lado, destacaba este experto que una estrecha cooperación de la supervisión
será aún más importante, especialmente en los próximos años.
En opinión del citado
conferenciante, a estas alturas de la negociación del Brexit, las opciones que
quedan sobre la mesa son: o un escenario "sin acuerdo" o un acuerdo con
libertades bastante limitadas para los servicios financieros, como en el caso
del CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement between Canada and the EU), el tratado económico
y comercial entre la UE y Canadá.
En primer lugar, el escenario "sin acuerdo" significaría
que la UE y el Reino Unido operarían bajo las reglas establecidas por la
Organización Mundial del Comercio, donde los sectores de servicios están apenas
cubiertos. Y en segundo lugar, incluso un acuerdo similar al CETA probablemente
no significará libertades de gran alcance para proporcionar servicios
financieros en la respectiva jurisdicción extranjera. Por lo tanto, nos guste o
no, es muy probable que veamos una mayor fragmentación en la regulación y
supervisión financiera en Europa, según razonaba el citado ejecutivo del Banco
Central alemán.
Aclaremos que cuando desde la perspectiva financiera se
habla de “fragmentación del mercado” nos referimos a cómo están estructurados
los mercados financieros. Normalmente, un mercado puede estar "concentrado",
cuando en su totalidad o en su mayor parte, la negociación de un conjunto de
valores bursátiles se desarrolla en una o dos plazas comerciales; y se habla de
“mercado "fragmentado" cuando los inversores envían sus órdenes a
numerosos centros de negociación que compiten entre sí por atraer ese flujo de
órdenes. El lugar de negociación puede ser un lugar físico como el parqué de la
Bolsa de Valores de Nueva York o un lugar de transacciones virtuales como el
mercado electrónico del Nasdaq para negociar acciones.
Por tanto, el problema es que por ahora no está claro lo
que exactamente significará eso. Es esta incertidumbre sobre la naturaleza
exacta de la fragmentación post-Brexit lo que hace que para políticos y
banqueros sea tan difícil evaluar los costes y los beneficios de una mayor
fragmentación. Las firmas financieras destacan que la fragmentación
probablemente signifique ineficiencias organizacionales y costes
organizacionales más elevados. Y no cabe duda de que, al menos, la transición a
un nuevo régimen para las finanzas europeas y a una nueva estructura
organizativa será costosa. Sin embargo, estos costes pueden ser menos
sustanciales a largo plazo: una vez que las empresas se hayan adaptado al nuevo
régimen, los gerentes inteligentes encontrarán nuevas soluciones
organizacionales que integrarán nuevas realidades de cumplimiento con
eficiencias organizacionales.
De ahí que el citado experto alemán apele a los políticos,
las empresas y los supervisores para que respondan a tres cuestiones cruciales:
primero, un acuerdo de transición; segundo, una cooperación supervisora
pragmática; y tercero, una exigencia de innovación gerencial. Como ya es
conocido, una fase de transición ya se ha acordado para que el Brexit pueda
resultar menos abrupto y, a la larga, menos doloroso en particular para el
Reino Unido.
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