La reciente e inesperada depreciación de la lira turca
sumada al endeudamiento y otros problemas económicos de Turquía, ha generado
cierto temor al contagio e inquieta en ciertos sectores de los mercados
financieros. Pero nada similar a lo vivido hace una década. Porque los análisis
de expertos concluyen que la globalización está en retirada si aplicamos muchas
medidas estándar; y la globalización financiera está sufriendo una
transformación aunque sin desprenderse de la opacidad que perjudica a las
democracias.
La crisis financiera de 2008 y la gran recesión que la
siguió, pusieron fin a tres décadas de rápido crecimiento del comercio global de
bienes y servicios; y los flujos financieros transfronterizos han disminuido en
casi dos tercios. En muchos países, tradicionalmente campeones de la
globalización como eran los EEUU y el Reino Unido, la inquietud política sobre
el comercio ha dejado de enfocarse en los beneficios económicos para centrarse
en la pérdida de empleos, la deslocalización, la desindustrialización o la
desigualdad; y hacia medidas proteccionistas. Pero esa es solamente una parte
de la historia. La realidad es que la
globalización prosigue su avance pero sobre nuevas vías, impulsada por
la tecnología digital y por el liderazgo de China y otras economías emergentes,
que han reemplazado al impulso del comercio y al liderazgo de Occidente, como analizan
Susan Lund, socia de McKinsey & Company, y Laura Tyson, profesora de la
Universidad de Berkeley, en el ensayo Globalisation
Is Not in Retreat (Foreign Affairs, may-june 2018). El
liderazgo económico está girando hacia el Este y el Sur, a medida que los EEUU
se centran en sí mismos y la Unión Europea y el Reino Unido negocian su
divorcio.
En el plano financiero, la globalización también
está
cambiando. Los flujos internacionales de capital han disminuido desde la crisis.
El volumen de los fondos que cruzan las fronteras se ha reducido drásticamente
y la inversión a largo plazo está desempeñando un papel más importante,
valiéndose de los centros financieros internacionales, cuya opacidad y baja
tributación detraen ingresos públicos de los Estados. Pero, la pregunta que se hacía
el Financial Times es si el sistema financiero global es más resistente.
Disminución de flujos financieros internacionales
Nadie ignora hoy que los excesos de los flujos de capital
fueron una de las principales causas de la crisis financiera, y es de donde
podría brotar la próxima crisis. Aunque los datos internacionales destacan la importante
disminución de los movimientos transfronterizos brutos de capital desde 2007;
es decir, los movimientos anuales de inversiones extranjeras directas, compras
de bonos y acciones, y préstamos y otras inversiones, que se han reducido en un
65 por ciento en términos absolutos. Los flujos de capital transfronterizos
disminuyeron significativamente desde donde estaban cuando comenzó la crisis
financiera mundial. Los 4,3 billones (trillion) de dólares que fluyeron
alrededor del mundo en 2016 fueron solo un tercio del máximo de 12,4 billones
en 2007, según el informe del McKinsey Global Institute. Desde luego, nadie piensa que sería
saludable un regreso a aquellos niveles de hace una década más o menos. El
mayor contribuyente a esta caída de los flujos de capital ha sido el colapso en
los préstamos bancarios transfronterizos, con los bancos europeos responsables
de gran parte de la caída. "Es
difícil señalar cualquier parte de la economía global que se haya vuelto menos
global que la banca", dice una de los socios de la consultora
McKinsey.
Obviamente, la consecuencia más destacable es
que el sistema financiero mundial es más resistente hoy de lo que era hace una
década, según sostiene en el referido informe.
Gran parte de la caída en los movimientos financieros sistémicos es un
recordatorio de dónde viene la economía global. En 2007, el mundo se llenó de
liquidez vía préstamos en modalidades diversas,
resultado de la desregulación financiera y de un aumento en los ahorros
de China y otras economías emergentes y la entonces aparentemente ilimitada
riqueza de los exportadores de petróleo, según recientes investigaciones. Todo
ese dinero tuvo que encontrar un hogar y regresar; y gran parte del mismo
aterrizó en propiedades estadounidenses y algunos países europeos como España,
inflando una burbuja inmobiliaria que estalló con espectaculares y lamentables consecuencias.
De ahí que la razón principal de la caída de los flujos internacionales haya
sido un colapso en préstamos bancarios transfronterizos, principalmente para
los bancos europeos. Porque las principales transformaciones en la banca global
están teniendo lugar en estos años.
La banca global está cambiando
El cambio más espectacular en el sistema financiero global
posterior a la crisis ha ocurrido en el mundo bancario, según el citado informe.
Los bancos de la eurozona han liderado un retroceso de los mercados extranjeros
en medio de la erosión de la confianza en la salud de otras entidades
financieras de la propia eurozona, una reevaluación de la rentabilidad y del riesgo,
y una respuesta a la nueva regulación que les exige reconstruir el capital. Por
las mismas razones, los mayores bancos globales de Suiza, el Reino Unido y los
Estados Unidos redujeron su presencia en los mercados extranjeros. Mientras
tanto, los bancos de otras economías avanzadas, especialmente de Canadá y Japón
y de algunos países en desarrollo, en particular China, se expandieron a los
mercados extranjeros. Y los Bancos centrales de las economías avanzadas también
han jugado un papel más importante en los mercados de capital, proporcionando
capital y liquidez a través de políticas monetarias no convencionales. En
realidad, el sistema financiero global se ha seguido manteniendo en
funcionamiento tras la crisis, gracias al dinero de los contribuyentes que gestionan
los Bancos centrales.
Los bancos de la eurozona han reducido los créditos
extranjeros en un 45 por ciento desde 2007; es decir, en 7.3 billones
(trillion) de dólares. Después de la creación de la moneda única, los bancos de
la eurozona comenzaron a expandirse a otros mercados, aumentando el volumen de
sus créditos externos totales (incluidos préstamos y otros créditos) hasta
alcanzar los 15.9 billones en 2007, convirtiéndose en los bancos más
globalizados en el mundo. Pero actualmente estos mismos bancos están reduciendo
sus operaciones en el extranjero, reduciendo activos transfronterizos, y
retirándose del negocio de los préstamos a corto plazo en los mercados
interbancarios. Casi la mitad de la reducción ha tenido lugar en créditos a
otros prestatarios de la zona del euro, particularmente préstamos
interbancarios. "Parece claro
para nosotros que lo que está surgiendo es una forma de globalización
financiera más estable y resistente que bien podría ser beneficiosa",
sostiene Susan Lund, una de las autoras del citado informe. "Lo que ha desaparecido es una gran cantidad
de préstamos transfronterizos. . . Y sabemos de los 20 a 30 años de crisis
financieras en todo el mundo es que los préstamos transfronterizos son a menudo
la primera forma de capital que sale de un país en una crisis".
Predominan las inversiones extranjeras directas
Lo que ha cambiado significativamente ha sido la
composición de los flujos transfronterizos. Ahora la inversión extranjera
directa (IED) y la inversión de capital constituyen una mayor proporción de
flujos que los préstamos bancarios. Pero eso puede tener más que ver con políticas
de las multinacionales que persiguen más los bajos tipos impositivos que las
condiciones de la inversión en fábricas e instalaciones. Aunque el flujo de
inversión extranjera directa en todo el mundo o nuevas inversiones realizadas
por empresas cada año, aún no han vuelto a sus niveles previos a la crisis; y
parece ser que llevará varios años más para que eso ocurra. Las economías
desarrolladas están enviando significativamente menos dinero al exterior en
forma de IED que antes de la crisis. Y su participación en el volumen mundial
de IED también ha disminuido a medida que ha crecido el papel de China.
Hoy en día, la mayor parte del capital que fluye alrededor
del mundo es en forma de inversión extranjera directa (IED) (definida como
una participación de al menos un 10 % en una entidad foránea), el tipo
de compromiso financiero a largo plazo de las empresas en fábricas y otras
instalaciones que normalmente se considera productivo. Sin embargo, entre los
economistas se extiende la opinión que el crecimiento de la IED refleja una
tendencia insana, como es la búsqueda corporativa de los tipos impositivos más
bajos para el capital y la competición entre los gobiernos para atender esa
demanda. La IED no llega a Luxemburgo para construir allí fábricas sino porque
busca una mayor rentabilidad reduciendo el “coste fiscal”, la menor tributación
en el verdadero país de origen. Muchas de estas operaciones de inversiones en
el extranjero representan un cambio de beneficios motivado por los impuestos
que aparece en la balanza de pagos a medida que fluye la IED.
Los centros financieros offshore, proveedores de inversiones
directas.
La búsqueda de rendimientos por parte de los inversores mediante
bajos tipos tributarios persistentes, ha reducido el costo de la deuda para los
prestatarios de todo el mundo en desarrollo. De ahí que el FMI siga viendo
riesgos en el sistema financiero actual. Philip Lane, gobernador del Banco
central de Irlanda, y Gian Maria Milesi-Ferretti, economista senior del Fondo,
argumentan en un reciente documento publicado por el FMI que el principal factor detrás de la expansión
de la IED ha sido el flujo de inversiones registradas en "centros
financieros", la expresión convencional y educada para países de bajos
impuestos como Irlanda o Belice. Este documento muestra la evolución de la
integración financiera internacional desde la crisis financiera utilizando un
conjunto de datos actualizado sobre activos y pasivos exteriores, cubriendo más
de 210 economías para el período 1970-2015. Considera que se ha detenido el
crecimiento de las posiciones transfronterizas en relación con el PIB mundial. Lo
que refleja flujos de capital mucho más débiles hacia y desde las economías
avanzadas, con una actividad bancaria transfronteriza disminuida, y un aumento
en el peso de las economías emergentes en el PIB mundial, ya que estas
economías tienen menos activos y pasivos que las economías avanzadas. Las
posiciones transfronterizas de IED han continuado expandiéndose, a diferencia
de las posiciones en instrumentos financieros y otras inversiones. Esta
expansión refleja principalmente las posiciones frente a los centros
financieros, lo que sugiere que la complejidad de la estructura corporativa de
las grandes corporaciones multinacionales está jugando un papel importante. Dicho
de otro modo, es lo que han revelado los datos contenidos en los mediáticos
papeles de Panamá y papeles del Paraíso: la abundancia de sociedades
mercantiles en centros offshore, propiedad de multinacionales y grandes
patrimonios, a través de las cuales efectúan inversiones productivas en otros
países. En ese documento del FMI se demuestra el papel desproporcionado
desempeñado por los centros financieros, tanto por los pequeños centros
offshore o extraterritoriales (conocidos más como paraísos fiscales) como por
algunas economías avanzadas más grandes, así como un papel cada vez más modesto
desempeñado por las economías emergentes y en desarrollo.
En relación con la distribución geográfica, el citado
documento del FMI reseña que la ubicación de los intermediarios financieros
para la cartera y las inversiones directas han tendido a concentrarse en
jurisdicciones específicas, como Irlanda
y Luxemburgo para fondos de inversión colectiva, o las Islas Caimán para fondos de cobertura o alto riesgo; y en
consecuencia, las propiedades transfronterizas han crecido reflejando el
"paso" de inversiones a través de estos centros financieros de camino
a su destino final. Los fondos acumulados de modo opaco en centros offshore o
países de baja tributación se transforma en inversiones directas productivas en
otros países.
Otra investigación de un grupo independiente privado radicado en Ámsterdam subraya asimismo que una parte significativa de la inversión
extranjera directa (IED) fluye a través de centros financieros.En este estudio se
distinguen los centros financieros offshore, conocidos como paraísos fiscales
extraterritoriales o para no residentes; y centros de inversión singulares offshore
(extraterritoriales o privilegian a no residentes) y centros de inversión
singulares, de países que son jurisdicciones que facilitan el tránsito de
inversiones debido a condiciones fiscales y de inversión favorables (incluidos
entornos jurídicos estables y regímenes políticos). Estas condiciones
favorables ayudan a limitar la información de la operación financiera (digamos,
opacidad) y los costes de transacción asociados con las inversiones
internacionales de capital, incluidas las derivadas de la falta de coordinación
supranacional en la política tributaria (ingresos corporativos). Ambos tipos de
centros financieros se califican como hubs
o centros de operaciones o plataformas de inversiones internacionales que
ayudan a reducir las fricciones (de mercado) que impiden un flujo eficiente de
capital.
Según los datos aportados por el estudio citado del grupo
de Amsterdam, Irlanda, Luxemburgo, la Isla Mauricio, los
Países Bajos y Singapur, como plataformas de inversiones internacionales,
albergan alrededor de un tercio del total de las reservas mundiales de inversiones
extranjeras directas. La mayoría de esta IED tiene lugar entre las economías
desarrolladas: más del 80 por ciento de la IED entrante y saliente de estos
centros de inversión se origina o se dirige a las economías desarrolladas. Es
principalmente el sector de proveedores
de servicios corporativos (CSP) el que facilita la (gran) mayoría de la IED
tanto en el exterior como en el exterior en estos centros de inversión al
ofrecer servicios a los inversores, como la domiciliación de empresas en otros
países, la creación y estructura de compañías, la gestión de empresas y la
prestación de servicios contables, de gestión financiera, legales, impositivos
y de asesoramiento.
Estos centros generadores de inversión encauzan una parte
importante de la IED hacia los países en desarrollo, y el 35% de la misma hacia
los países menos adelantados. Mientras que Irlanda, Luxemburgo y los Países
Bajos, como centros de inversión, principalmente obtienen IED y dirigen las
inversiones a los países desarrollados, los otros dos centros de inversión como
Isla Mauricio y Singapur presentan una imagen diferente. Mauricio recibe el 53 %
de la IED entrante de los países en desarrollo, y el 79 % de su IED se destina
a los países en desarrollo y menos adelantados. Singapur atrae el 38 % de las
entradas de IED de los países en desarrollo, pero posee el 69 % de las reservas
de IED en las economías en desarrollo y menos desarrolladas.
De todas estas informaciones solventes podemos deducir que
pervive una globalización de las finanzas reconfigurada pero manteniendo su
rasgo característico de la opacidad, la ocultación del titular real del dinero
que se materializa en los conocidos como paraísos fiscales, y la carencia de
supervisión pública más allá de las fronteras nacionales; con la consiguiente
vulnerabilidad de los Estados democráticos frente a la banca global y los
grupos financieros de alcance mundial.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario