La firma por el
presidente Donald Trump de un proyecto de ley de defensa masiva el pasado 20 de
diciembre, convirtió en ley las sanciones de Estados Unidos contra el gasoducto
Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania. Berlín y Bruselas han denunciado estas
sanciones contra las empresas que llevan a cabo la construcción del segundo
gasoducto ruso de gas natural hasta Alemania bajo el Mar Báltico, acusando al
presidente Trump de imponer 'una intervención severa en los asuntos
internos alemanes y europeos'.
Esta decisión de EEUU frente a Rusia y Alemania (Europa) tiene un gran alcance político internacional y
hasta geopolítico. Para intentar comprenderla hay que explicar las dimensiones
colosales de este proyecto técnico y económico así como su alcance continental.
Ya en marzo de 2018, la DW, la
televisión alemana, anunciaba en un documental en español que en Europa había
comenzado la final por el poder y la energía, e informaba que en los siguientes
meses se decidiría en Bruselas y Berlín, en Moscú y Washington, si un consorcio
empresarial europeo liderado por la compañía estatal rusa Gazprom iba a
construir otro gasoducto por el fondo del Báltico. Gazprom, propiedad mayoritaria del gobierno
ruso, posee el 51 por ciento de las empresas del Nord Stream 1, con su
gasoducto ya operativo, y todo Nord Stream 2 AG, el nuevo gasoducto que estará
operativo próximamente.
Pero en estos tiempos las cuestiones de energía siempre se
relacionan directamente con el poder y la geopolítica. Y en este caso, dada la
presión de los intereses de EEUU y el giro en su política exterior respecto a
Europa, se esperaba que se dejaría sentir fuertemente. Más aun teniendo en
cuenta que desde su origen el proyecto Nord Stream 2 era sumamente controvertido, con partidarios y detractores que
únicamente concuerdan en una cosa: que este proyecto marcará la política energética europea de las
próximas décadas y también modificará la geopolítica.
Porque es
sabido que Europa es muy deficitaria en
materia de energía, y apenas dispone de gas natural. El importante campo de gas
natural holandés de Groningen, está llegando al final de su vida útil, que se
espera para 2022, al igual que los campos del Mar del Norte; y la energía
nuclear sabemos que plantea problemas. Y junto con Rusia, los otros dos países
desde los que Europa importa gas natural disponen de reservas muy inferiores a
las rusas. Y la necesidad de Europa de gas natural aumentará lo suficiente como
para garantizar que el gas ruso también continúe viajando a través de tuberías
ucranianas. Sin embargo, desde su origen la Administración Trump mostró su
firme oposición al Nord Stream 2 dada su clara voluntad de reservar el mercado
europeo para las exportaciones de su propio gas natural, más caro que el ruso. Al
comenzar 2020, esta oposición se ha traducido ya en sanciones económicas para
las empresas que contribuyen al proyecto Nord Stream 2, que obligará a duras
negociaciones, según prevén los analistas más informados. Porque hay una razón objetiva
para añadir y es que el gas por oleoducto es mucho más limpio y menos dañino
para el medio ambiente que la traída del gas licuado en buques metaneros
gigantes desde EEUU, aparte de que el fracking es supercontaminante; y por eso quedó
prohibido en la UE.
El déficit energético de Europa es indiscutible; se ha evidenciado popularmente en la Europa central particularmente tras las oleadas de frio de algunos de los últimos años, que han traído una mayor demanda de gas natural. Y ciertamente el rápido crecimiento del consumo y producción de gas natural se debe a su mejor aprovechamiento en la producción de electricidad; y más ecológico que la energía fósil. Este aumento del consumo y producción de gas natural permite afirmar a los expertos que estamos inmersos en la era de este hidrocarburo, etapa intermedia entre la etapa del petróleo y la de las energías renovables. Al construir numerosas centrales de ciclos combinados de gas, las compañías eléctricas europeas dependen cada vez más del gas importado, en particular de Rusia.
En realidad el suministro de gas natural a Europa procede básicamente de tres países Rusia, Noruega y Argelia, que es el proveedor de España. El procedimiento técnico de generación de gas natural licuado (GNL en español / LNG en siglas inglesas) le convierte a -161 º en 600 veces menos voluminoso que en su estado gaseoso, haciendo posible su transporte en grandes buques metaneros desde su origen hasta almacenamientos terminales para su distribución por tierra; o mediante gasoductos, que se financian gracias a los contratos de suministro y distribución de GNL a largo plazo asegurando precios de venta a los consumidores finales. Sin duda, el problema económico y político que se genera es la dependencia energética con respecto a las importaciones, dada la carencia europea de este tipo de energía, y simultáneamente plantea la necesidad de diversificar los proveedores mientras dure esta era del gas natural. De ahí, las rivalidades geopolíticas entre Europa, Rusia y los EEUU; y los casos de Ucrania, Polonia y demás países del Este europeo que han perdido importancia como proveedores y han reducido sus ingresos por peajes del paso del gas ruso.
Los expertos resaltan la importancia del gas natural como
fuente de energía hoy por hoy. Las energías renovables como la eólica y la
solar son importantes, pero el gas natural llena los vacíos cuando el sol no
brilla o no sopla el viento. Quemar gas natural también produce menos emisiones
de dióxido de carbono que el carbón, aunque este sea más barato. De ahí que un
abundante y seguro suministro de gas natural sea la mejor manera de promover
más competencia y a precios de gas más baratos, subrayándose la reducción de
costes que habrá de generar el nuevo gasoducto del Mar Báltico, mientras las
innovaciones tecnológicas no amplíen las
fuentes de energía.
Nord Stream
2, un proyecto colosal
La ejecución del proyecto
la lleva a cabo Nord Stream 2 AG, que es una compañía creada para su construcción y operación del gaseoducto así denominado; con sede en Zug (Suiza) y propiedad de la empresa estatal rusa, Gazprom S.A. que es el mayor proveedor de gas natural del mundo y representa
aproximadamente el 15 por ciento de la producción mundial de gas, con una
tremenda experiencia como compañía global de energía dedicada a la exploración
geológica, producción, transporte, almacenamiento, procesamiento y venta de
gas, condensado de gas y petróleo, ventas de gas como combustible para
vehículos, así como la generación y comercialización de calor y energía
eléctrica. Esta empresa estatal rusa posee las mayores reservas de gas natural
del mundo; y representa el 11 y el 66 por ciento de la producción de gas global
y nacional correspondientemente; con el
sistema de suministro de gas natural más
grande del mundo con una longitud total de 171.200 kilómetros; del cual vende
más de la mitad de su gas a los consumidores rusos y exporta gas a más de 30
países. El gasoducto Nord Stream 2 duplicará el rendimiento de la
ruta rusa directa de suministro de gas a través del Mar Báltico.
Para el proyecto referido,
la compañía suiza Nord Stream 2 AG tiene acuerdos de financiación con cinco
grandes empresas europeas como accionistas e inversoras que tienen una gran
experiencia en el negocio de extraer gas natural, construir redes de transporte
y llevar el gas de manera confiable y segura a los mercados donde se requiere. Si bien Gazprom posee el gasoducto, la mitad
de la financiación del coste de capital de unos 8.000 millones de euros proviene de cinco
empresas europeas: Uniper y Wintershall de Alemania, OMV de Austria, Engie de
Francia y Royal Dutch Shell.
El debate político
europeo
Ciertamente,
los gasoductos desencadenaron en Europa un debate político, cuyas razones
resultan complejas y abarcan desde la necesidad del suministro energético de
Europa a la complejidad del mercado global del gas natural pasando por la
geopolítica, las relaciones entre tres bloques de poder internacional como son
la UE, Rusia y EEUU; y el problema candente de Ucrania acosada por Rusia tras
la ocupación por la fuerza de Crimea en 2014, una región de población
mayoritariamente rusófila.
Polonia ha manifestado su rechazo al Nord Stream por boca del ex primer
ministro de Polonia y actual eurodiputado, Jerzy Buzek, así como por parte de Radoslaw
Sikorski, el ex ministro de defensa polaco, que comparó esta colosal obra del
gasoducto con el infame Pacto de Ribbentrop-Molotov de 1939 que alió a Hitler con Stalin, los nazis con los
soviéticos. Los polacos, eslovacos y países bálticos han mostrado su oposición al
gasoducto por el Mar Báltico porque
temen que esa vía preferente entre rusos y alemanes para el suministro del gas
ruso, les acarre la pérdida de cientos de millones de ingresos por los peajes del tránsito del gas desde Rusia.
Ucrania se sentiría abandonada a merced de los intereses rusos, si Occidente
dejara de necesitarla como un corredor energético. En la UE, los opositores al
gasoducto del Báltico intentaron postergar su construcción y boicotearla con
trucos legales. Por el contrario, los representantes del gobierno en Berlín y
Moscú alegan que se trata de un proyecto del sector privado, que garantizará la
seguridad del suministro y un precio módico del gas natural.
Respecto al problema de Ucrania, la canciller alemana Ángela
Merkel ha defendido el proyecto del oleoducto por el Mar Báltico. En febrero
2019, en la Conferencia de Seguridad de Munich, se burló de las preocupaciones
estadounidenses, afirmando que "una
molécula rusa de gas sigue siendo una molécula rusa de gas, independientemente
de si proviene de Ucrania o de debajo del Mar Báltico". A lo que
Norbert Röttgen, ministro alemán de Medioambiente apostillaba que su comentario
"tiene una lógica física pero no
lógica política", ya que "mientras
Rusia necesite a Ucrania como país de tránsito, tendrá influencia".
Desde Nord Stream se argumentaba que la vulnerabilidad de Ucrania es exagerada,
y que la necesidad europea de gas natural aumentará lo suficiente como para
garantizar que el gas ruso también continúe viajando a través de tuberías
ucranianas.
Otro argumento en favor del proyecto Nord Stream 2 es la
interdependencia o complementariedad entre Rusia y Europa. Partidarios del
proyecto argumentan que Rusia ha sido durante mucho tiempo un proveedor
confiable para Europa, que necesita la moneda fuerte y los ingresos, y que la
dependencia es mutua. Las exportaciones a Europa representan la mayor parte de
las ganancias de Gazprom, y son vitales para el Estado ruso. La producción de
petróleo y gas representa el 40 por ciento del presupuesto de Rusia. Eso es
parte de la crítica tácita del proyecto, como es su importancia para una Rusia
que aún depende en gran medida de las exportaciones de energía para financiar a
su gobierno (y sus ejércitos). Al aumentar las exportaciones de energía,
argumentan los críticos, los gasoductos esencialmente ayudarán a estabilizar el
régimen ruso.
Por lo tanto, el juego de la
política y la geopolítica es una parte tan importante de la historia de Nord
Stream como cualesquiera argumentos sobre economía, el cambio climático o la
diversificación de los suministros de energía en Europa. Kristine Berzina, investigadora principal del German Marshall Fund
en Bruselas declaraba a The New York Times que "Nord Stream es políticamente sensible porque fractura a Europa
estratégicamente entre los intereses de Alemania y los intereses de todos los
demás. Eso genera mucha desconfianza y tensiones con Polonia y Ucrania".
Para EEUU los gasoductos
desde Rusia cruzan líneas políticas
Ese era el título de un reportaje
en The New York Times (7/10/2019) Pipelines
From Russia Cross Political Lines, desde la perspectiva del
otro lado del Atlántico, subrayando que Estados Unidos apuesta por la venta de su propio gas
licuado en el mercado europeo; y de ahí la amenaza de sanciones, hoy
confirmadas. Desde EEUU, la Administración Trump y los críticos dicen
que el proyecto Nord Stream 2 hará que
Alemania será demasiado dependiente del gas natural ruso y castigaría
económicamente a Ucrania, afirmando Trump
que "realmente convierte a
Alemania en un rehén de Rusia", añadiendo el senador Ted Cruz,
republicano de Texas, que el gasoducto del Báltico alentaría el "aventurerismo militar"
ruso. Retórica política que esconde intereses económicos.
Asimismo, Gordon Sondland, el embajador estadounidense en
la UE y multimillonario amigo personal de Trump, afirmaba que "la independencia energética para Europa
siempre ha sido una gran preocupación de los Estados Unidos". Y el
Nord Stream 2, "pone demasiado
control en manos rusas, y los rusos tienen un historial de uso de ese control
en formas nefastas en el pasado". Pero, al igual que Trump, Sondland
también está promoviendo exportaciones a Europa de gas natural licuado
estadounidense.
Los críticos, incluidos los de EEUU, que desearían vender a
Europa más gas natural licuado, aseguran que no les preocupa simplemente que
Alemania se vuelva demasiado dependiente del gas ruso a medida que se aleja de
la energía nuclear y el carbón. También temen que la intención más grande de
Rusia sea privar a Ucrania de una parte importante de los ingresos. Rusia está
librando una especie de guerra en la parte oriental de Ucrania después de anexionarse
Crimea en 2014.
Hay quienes piensan que "cuando ya se ha colocado tanta tubería, no está claro cuál sería el
objetivo de las sanciones. Porque el proyecto está tan avanzado que gran parte
de la decisión sobre las sanciones para detenerlo parecería muy tardía". Algo así vino a decir Norbert
Röttgen, presidente del comité de relaciones exteriores del Parlamento alemán, que
se había opuesto al Nord Stream 2. Peor aún, considera este ex ministro alemán que las sanciones estadounidenses
"significarían una escalada profunda
con respecto a Alemania y otros países europeos, y se acercaría a una guerra
comercial". Las sanciones "serían
un duro golpe para los transatlánticos", que ya están a la defensiva. Y
subrayaba que "Rusia está creando
una brecha entre Alemania y sus vecinos orientales, entre Alemania y la UE, y
entre Alemania y Estados Unidos".
Alemania y la UE condenan las sanciones contra Nord Stream
2
Lo cierto es que el Senado y la Cámara de Representantes
aprobaron un proyecto de ley de defensa masiva, que el presidente Donald Trump firmaba
el pasado viernes 20 de diciembre, formalizando
las sanciones de Estados Unidos contra el gasoducto Nord Stream 2 entre
Rusia y Alemania. El proceso en curso de
la imputación política del Presidente (impeachment) por la mayoría demócrata
del Congreso frente a los republicanos, no fue obstáculo para que ambos partidos
se pusieran de acuerdo sobre las sanciones contra Rusia y Alemania y, por ende,
contra la Unión Europea.
Berlín y Bruselas han
apresurado a denunciar estas
sanciones contra las empresas que llevan
a cabo la construcción del segundo gasoducto ruso de gas natural a Alemania
bajo el Mar Báltico, acusando al presidente Trump de imponer 'una
intervención severa en los asuntos internos alemanes y europeos'.El ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Maas, manifestaba el rechazó las sanciones planeadas por Estados Unidos contra las compañías que trabajan en el gasoducto, lo que supone “la intervención externa y las sanciones con efectos extraterritoriales como cuestión de principios”, instando a Washington a no entrometerse en la política energética de Europa. “La política energética europea se decide en Europa, no en Estados Unidos”, afirmó el jefe de la Diplomacia de Alemania. Y la Cámara de Comercio Germano-Rusa indicó la semana pasada que el oleoducto es esencial para la seguridad energética de Europa y pidió sanciones de represalia. Es evidente que esta decisión de EEUU contra los intereses de Rusia pero también contra los intereses de Europa tendrá un gran alcance político internacional y geopolítico.
Las sanciones se dirigen a las empresas involucradas en la construcción de un proyecto energético que supone casi 11.000 millones de dólares (9.930 millones de euros), que transportará el gas ruso hasta Alemania. El gobierno de Trump ahora tiene 60 días para identificar a las empresas y las personas que prestan servicios para la tubería. Las sanciones permiten a Washington revocar las visas estadounidenses y bloquear la propiedad de estas personas. Los afectados por las sanciones tendrían 30 días para cerrar sus operaciones.
Por lo pronto, una de esas compañías, Allseas de Suiza, que está colocando los enormes tubos, anunció pocas horas después
de que las sanciones se convirtieran en ley que había "suspendido sus actividades de canalización
del Nord Stream 2". Ciertamente, se dice que los fuertes intereses de
esta compañía en territorio estadounidense le han obligado a esa decisión temporal,
que al parecer no será obstáculo para la terminación de la ejecución del
gasoducto. El sábado siguiente, el grupo empresarial tras el nuevo oleoducto manifestó
que el objetivo seguía siendo completar el proyecto rápidamente en un esfuerzo por
minimizar el daño de las sanciones estadounidenses. "Completar el proyecto es esencial para la seguridad del suministro
europeo. Nosotros, junto con las empresas que lo apoyan, seguiremos trabajando
para terminar la tubería lo antes posible ", se decía en un comunicado
de Nord Stream 2.
Los analistas europeos más informados ya han razonado que no hay otra salida que la terminación de esta colosal obra y la negociación entre los tres bloques de poder para ajustar sus respectivos intereses económicos y políticos.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario