Las bajadas y subidas
de las grandes bolsas de valores con ocasión de la emergencia sanitaria del
coronavirus/corvi-19, deberían servir
para recordarnos la fragilidad y volatilidad de los mercados financieros,
porque las reformas del G-20 se limitaron a mejorar su funcionalidad sin
cambios estructurales. El sistema financiero mantuvo intacto el principio de la
libertad de movimientos globales de capitales y los instrumentos diseñados para
la especulación financiera como los derivados o apuestas a la baja sobre las
cotizaciones bursátiles, todo un sistema financiero global alejado de las
necesidades de la economía real de los países.
Sobre este marco
aparentemente consolidado, últimamente han aparecido los avances de las grandes
empresas tecnológicas (Big Tech) estadounidenses
y chinas, en el ámbito de las finanzas acompañadas de las nuevas firmas de
innovación tecnológica (Fin Tech), que se han convertido en una de
las tendencias más significativas y relevantes en este sector en los últimos
años. Este tema lo abordaremos en las próximas tres entregas en este blog. Por
un lado, las Big Tech han iniciado la aplicación directa de su desarrollo tecnológico a los servicios
financieros; y por otro, su capacidad de recolectar y acumular datos de los
usuarios junto a su potencial tecnológico les permite prestar servicios a los grandes
bancos y corporaciones e incluso a los organismos reguladores.
Estos gigantes tecnológicos han desarrollado un extenso
mercado digital dominante sobre la publicidad on line y han desarrollado un nuevo mercado digital de megadatos y de servicios tecnológicos para
el sector financiero. Y a este otro mercado, por otro lado, se suman las nuevas
empresas de innovación tecnológica (startups) financieras. Partiendo del
análisis de esta realidad tan actual, en la tercera entrega examinaremos cómo
la penetración de la tecnología digital
en el sector financiero incrementa el riesgo sistémico financiero
global. La digitalización y la explotación de megadatos, la ciberseguridad y los riesgos de la sobredimensión bancaria
global y de la interconexión sobredimensionada entre entidades financieras,
generan un mundo en el que el sistema financiero globalizado resulta más
vulnerable que antes de la gran crisis financiera de hace más de diez años,
según el análisis sobre el riesgo sistémico financiero de un grupo de expertos
internacionales.
La expansión tecnológica, comercial y financiera de las Big
Tech
Dos ejemplos de Facebook y de Google son muy significativos.
En 2018, Google consiguió una licencia "para realizar determinados servicios bancarios en Lituania, país
considerado como el más benévolo y ágil en ese tipo de trámites". Con
esa licencia en Lituania
para operar como compañía de tecnología financiera, Google no podrá hacer todo lo que hace un banco, pero tiene
acceso a interesantes servicios financieros tanto en ese país como en toda la
Unión Europea. Esa autorización permite a su filial Google Payment LithuaniaUAB, ofrecer diversos servicios
financieros como emitir dinero electrónico; gestionar monederos
electrónicos; efectuar transacciones de pago; remesas internacionales;
servicios de depósito y retiro de efectivo; transferencias de débito directo y
crédito. Es importante destacar que la licencia concedida por la Unión Europea
habilita a este gigante tecnológico desde su sede en Lituania podrá gestionar
estos servicios financieros en todo el
Espacio Económico Europeo. Eso es precisamente lo que hacen Facebook,
con licencia en Irlanda, o Amazon, con licencia en Luxemburgo.
Y en mayo de 2019, Facebook,
cuya red social tiene más de 2.000 millones de usuarios, constituyó una nueva
compañía de tecnología financiera en Suiza, Libra Networks, propiedad de la
matriz Facebook Global Holdings, que se centrará en "inversiones, pagos, financiación, gestión de identidad, análisis, megadatos (big data), encadenamiento de centros de datos (blockchain)
y otras tecnologías", es decir, proporcionará servicios financieros y
tecnológicos mediante el desarrollo de nuevo hardware y software, según los
planes presentados en el registro el registro mercantil de Ginebra y revelados
por la agencia Reuters. Facebook, actual propietario de WhatsApp, Messenger e
Instagram, plataformas utilizadas cada una por más de mil millones de personas,
ha estado en el centro del escrutinio público y regulatorio sobre el mal uso de
los datos personales de sus usuarios, como reveló el caso de Cambridge
Analytica, que los utilizó para apoyar
la campaña electoral de Donald Trump en 2016.
Esas y otras grandes empresas tecnológicas, además de la
participación directa, también intervienen en el sector financiero mediante la
venta de servicios tecnológicos a las entidades bancarias y financieras, como
la computación en la nube, una actividad comercial apoyada en su propia expansión
empresarial y en su desarrollo, a la que hemos de tener presente para entender
el peso que empiezan a tener en el mundo financiero.
En las últimas dos décadas, algunos gigantes de la
tecnología han dominado los mercados digitales, como se analiza en un ensayo de
la revista Foreign Affairs (A Big
Choice for Big Tech.Share Data or Suffer the Consequences. By Viktor
Mayer-Schönberger and Thomas
Ramge. VIKTOR MAYER-SCHÖNBERGER is Professor of Internet
Governance and Regulation at the University of Oxford. THOMAS RAMGE is
Technology Correspondent for brand eins and writes for The
Economist. They are the authors of Reinventing
Capitalism in the Age of Big Data. Foreign Affairs, September/October 2018) Google realiza aproximadamente nueve de cada diez
búsquedas en Internet en todo el mundo. Facebook,
la plataforma de redes sociales líder en el mundo, tiene por si misma más de
dos mil millones de usuarios. Juntas, las dos compañías se han apoderado de más
de la mitad del mercado de publicidad en
línea. Apple, originalmente un
fabricante de computadoras, ahora dirige la tienda de aplicaciones móviles más
grande del mundo en términos de ingresos, con aproximadamente el 80 por ciento
del mercado, y el segundo negocio de transmisión de música más grande,
acercándose a un tercio del mercado. Y Amazon
captura cerca de cada dólar gastado en línea en los Estados Unidos.
Los dos autores del ensayo citado subrayan que su éxito ha traído enormes
beneficios a los usuarios y graves peligros para las sociedades civiles y las
economías. Cada empresa atesora la información que recopila y utiliza sistemas
centralizados para administrar sus grandes negocios. Pero ese acaparamiento ha
obstaculizado la innovación y ha permitido a las compañías abusar de los datos
de los usuarios, y sus sistemas centralizados dejan a los mercados en línea
vulnerables a choques inesperados, lo que plantea riesgos para la economía en
general. Sin embargo no han prosperado las propuestas políticas más comunes de fragmentarlas
como históricamente hicieron los reguladores de EEUU con Standard Oil y
AT&T.
En opinión de los autores citados, lo que diferencia a las nuevas
superestrellas digitales de otras empresas no es su dominio del mercado,
en este caso el mercado de productos y
servicios digitales; muchas compañías tradicionales han alcanzado cuotas de
mercado igualmente dominantes en el pasado. Lo nuevo de estas empresas es que cada
una de ellas mismas es un mercado, destacan los dos autores del ensayo. Amazon opera una plataforma en la que
se compran y venden más de 200.000 millones de dólares en bienes cada año. Apple tiene mercados gigantes para
música, video y software. Como el servicio de transmisión de música más grande
del mundo, Spotify ofrece el mercado más grande para canciones. El gigante del
comercio electrónico chino Alibaba
gestiona el mercado de empresa a empresa más grande del mundo. Mientras tanto,
Google y Facebook no son solo el motor de búsqueda dominante y la plataforma de
redes sociales dominante, respectivamente; también representan dos de los
mercados de espacio publicitario más grandes del mundo.
Los mercados han existido durante milenios; no son una invención de la era
de los megadatos. Pero las empresas superestrellas digitales no operan mercados tradicionales; los mercados suyos
son ricos en datos, que utilizan para mejorar las transacciones y, por lo
tanto, mejorar la situación de los consumidores. Más información sobre los
productos que se ofrecen y las preferencias de compradores y vendedores ayuda a
las personas a encontrar lo que están buscando y permite a las empresas
descubrir la mejor manera de atender a sus clientes.
En los mercados tradicionales, informar a todos sobre qué productos preferirían
es engorroso y costoso, por lo que generalmente la información se condensa en
una sola cifra, que es el precio. Confiar en los precios proporciona el
lubricante que permite que funcionen los mercados convencionales, pero omite
muchos detalles; pero si un cliente potencial, conocido el coste de un
artículo, decide no comprarlo, el vendedor no sabrá por qué. Los precios
también pueden ser engañosos, aunque sean fáciles de comparar, por lo que los
clientes a menudo creen que hacerlo es una forma adecuada de elegir los
productos que más les convengan. Pero está demostrado que los humanos son malos
jueces de sus necesidades futuras y que su capacidad para hacer comparaciones
objetivas puede ser fácilmente sesgada, lo que resulta en muchas transacciones
que no debieron tener lugar.
Por el contrario, los mercados ricos en datos operados por superestrellas
digitales ofrecen mucha información sobre productos y preferencias, junto con
herramientas para buscar y filtrar los productos disponibles. En Amazon, los
compradores pueden marcar opciones para identificar rápidamente los tipos de
productos que están buscando. Varios estudios han demostrado que Amazon rara
vez ofrece la opción más barata, pero los compradores valoran la capacidad de
encontrar fácilmente algo que se ajuste a sus necesidades.
Las superestrellas digitales también usan los datos de otra manera importante.
Ofrecen a los compradores "asistentes de decisión" digitales, que
analizan grandes cantidades de información para proporcionar recomendaciones
que a menudo son superiores a las elecciones que los consumidores pueden tomar
por su cuenta. Los asistentes automáticos sugieren música en Spotify, películas
en Netflix y aplicaciones en la App Store de Apple. Según los informes, un
tercio de las ventas minoristas de Amazon provienen de clientes que siguen el
consejo del venerable asistente de decisiones de la compañía.
En cada uno de estos casos, el uso de datos mejora las coincidencias del
mercado y, a medida que los clientes siguen comprando, los asistentes aprenden
cómo hacer recomendaciones aún mejores. La mayor parte de este aprendizaje se
lleva a cabo por completo o en gran medida sin ayuda humana, ya que los datos
se envían a máquinas que actualizan continuamente sus algoritmos. Es la
combinación de vastos mercados y asistentes de decisión impulsados por los
datos que producen esos mercados lo que hace que estas compañías sean lugares
tan atractivos para que los clientes gasten su dinero. Al menos hasta ahora,
los consumidores, y no solo las superestrellas digitales, parecen estar
ganando. Pero estremece imaginar todo lo que puede implicar para el
consumidor la transferencia de estas
tecnologías a los mercados de productos y servicios bancarios.
Las implicaciones financieras de la tecnología
La digitalización y la innovación tecnológica son muy prometedora
para la prestación de servicios financieros, con el potencial de aumento del
acceso al mercado, la gama de ofertas de productos y la comodidad, al tiempo
que reduce los costos para los clientes. Al mismo tiempo, los nuevos
participantes en el espacio de servicios financieros, incluidas las empresas de
tecnología financiera (Fin tech) y las grandes empresas tecnológicas
establecidas referidas (BigTech), podrían alterar materialmente el universo de
proveedores de servicios financieros. Una mayor competencia y diversidad en
préstamos, pagos, seguros, comercio y otras áreas de servicios financieros
pueden crear un sistema financiero más eficiente y resistente. Sin embargo, una
mayor competencia también podría ejercer presión sobre la rentabilidad de las
entidades financieras y esto podría conducir a una toma adicional de riesgos
adicional entre los titulares para mantener los márgenes. Además, podría haber
nuevas implicaciones de los gigantes tecnológicos en las finanzas que podría
amenazar la estabilidad
acrecentando la mayor dependencia de la banca de terceros
proveedores de servicios.
Así lo apunta un informe del Consejo de Estabilidad
Financiera (FSB) de febrero de 2019, que evalúa la evolución del mercado de la
tecnología financiera en el sistema financiero y las posibles implicaciones
para la estabilidad financiera. El FSB define la tecnología financiera como una
innovación habilitada por la tecnología en los servicios financieros que podría
generar nuevos modelos de negocios, aplicaciones, procesos o productos con un
efecto material asociado en la provisión de servicios financieros. (Informe del FSB en pdf, 14 febrero
2019) Anotemos algunas consideraciones clave del análisis del FSB
sobre el vínculo entre la innovación tecnológica y la transformación de la estructura
del mercado financiero, como son que hasta la fecha, la relación entre las entidades
financieras establecidas y las compañías de tecnología financiera parece ser en gran medida complementaria y de
naturaleza cooperativa. Y que el impacto competitivo de las grandes firmas
tecnológicas (BigTech) puede ser mayor que el de las compañías de tecnología
financiera (Fin tech), porque aquellas generalmente disponen de redes de
clientes grandes ya establecidas y disfrutan de reconocimiento de nombre y
confianza.
Aunque se estima que resulta baja la dependencia de las
entidades financieras con respecto a los
terceros proveedores de servicios de datos; por ejemplo, para el suministro de
datos, almacenamiento y análisis en la nube y conectividad física para las
operaciones principales. Sin embargo, el Consejo de Estabilidad Financiera
afirma que esta situación requiere la atención continua de las autoridades para
prevenir riesgos en la estabilidad de los
mercados financieros.
La explotación comercial de megadatos: Cambridge Analytica
Las grandes plataformas tecnológicas se dedican a extraer
datos personales de sus usuarios y aprender lo más posible sobre cada usuario;
para lo cual ofrecen servicios gratis o fuertemente subvencionados que si bien
no les generan muchos ingresos directamente, si les proporcionan muchos datos.
Con todos estos datos recopilados construyen servicios avanzados basados en
inteligencia artificial que después venden a corporaciones y gobiernos. Esta capacidad de acumulación de datos
junto a su potencial tecnológico les permite a estos gigantes empresariales
prestar servicios a los grandes bancos y corporaciones, como la venta de servicios
tecnológicos en la nube.
Como apunta Evgeny Morozov, un experto crítico, Google
(Alphabet, su empresa matriz) y demás plataformas digitales engañan a los
usuarios por partida doble: en primer lugar, cuando los usuarios entregan sus
datos personales – que acabaran entrando en el balance de estos gigantes
tecnológicos – a cambio de servicios triviales gratuitos; y en segundo lugar,
cuando esos datos se utilizan continuamente para personalizar y estructurar nuestro
mundo de un modo que no es ni transparente ni deseable. Esta segunda modelación
de la vida en forma de datos como unidad de intercambio aún no ha sido bien
comprendida. Además de perfilar nuestro futuro, quedan convertidos en
instrumento de dominación Evgeny Morozov, Capitalismo Big Tech, editorial
Enclave, Madrid 2018, pag.81)
Dado que todos estos datos generados en las plataformas
digitales tienen un inmenso valor de mercado cuando se ofrecen acumulados y
agrupados, pueden ser comercializados incluso por los propios gobiernos de
manera rentable para ajustar cualquier
agujero presupuestario, Universidades, compañías de seguros, bancos…Muchas
empresas están encantadas de comprarlos.
En estos últimos años, el caso de Cambridge Analytica reveló
crudamente la dimensión opaca de la explotación comercial de los mercados
digitales, demostrando públicamente que los datos personales que Facebook
recolecta de sus usuarios pueden ser fuente de comercio, e incluso servir a
fines políticos. Los datos de
Facebook fueron utilizados comercialmente por Cambridge Analytica resultando un
gran escándalo político a principios de 2018 cuando hizo público que esta firma británica de
consultoría política había extraído los datos personales de los perfiles en
Facebook de más de 80 millones de personas sin su consentimiento y había utilizado
esa información privada con fines de promoción política en favor del candidato republicano
en la campaña electoral del actual presidente de los EEUU, Donald Trump. La
posterior difusión en los medios internacionales de esos hechos no solo generó un escándalo sino que se ha
descrito como un momento decisivo en la comprensión pública de los datos
personales, precipitando una gran caída en el precio de las acciones de
Facebook y planteando la necesidad de una regulación más estricta del uso de
datos personales por parte de las empresas tecnológicas.
Esta firma británica de
consultoría política Cambridge Analytica Ltd (CA), hoy extinguida y parte del
Grupo SCL, combinó la apropiación
indebida de activos digitales, la explotación y análisis de datos con procesos de comunicación estratégica durante
los procesos electorales. La firma ofrecía herramientas que podrían identificar
las personalidades de los votantes estadounidenses e influir en su
comportamiento electoral, contribuyendo de modo importante a la eficacia de los
mensajes electorales del candidato. La explicación cínica oficial es que
Facebook no vende tus datos; pero sí vende su acceso a los datos a usted, o más
específicamente, acceso a su News Feed, y utiliza esos datos para mostrarle
anuncios específicos que cree que es probable que disfrute o haga clic. ... La
compañía reportó ingresos publicitarios de 40.000 millones de dólares en 2017 y
ha seguido creciendo.
La oferta de servicios en la nube: Amazon
(AWS)
La poética metáfora de la nube para designar
donde residenciar servicios tecnológicos esconde la prosaica realidad de
inmensos centros de datos ubicados en diversos puntos geográficos del planeta,
de cuya ubicación solo tiene conocimiento su propietario el gigante tecnológico;
y de ellos solamente tenemos noticia a través de investigaciones periodísticas.
Pero la realidad es que es una fuente de negocios muy lucrativos.
En diciembre de 2019, el periódico Wall Street
Journal titulaba un reportaje, “Cómo la
computación en la nube se convirtió en un campo de batalla de gran tecnología”(Wall
Street Journal, 12/12/2019), informando que las grandes empresas tecnológicas
están invirtiendo en centros de datos mientras compiten por el mercado de
computación en la nube que cifra en 214.000 millones de dólares, y se adentraba
explicaciones sobre qué es la computación en la nube y por qué la gran
tecnología está apostando fuerte en futuros contratos para la prestación de
servicios. Un
par de años antes, un analista de otro medio subrayaba que las compañías Big
Tech lograban enormes ganancias guiadas por la computación en la nube (Big Tech companies make huge gains led by
cloud computing, noviembre 2017) Y destacaba el éxito bursátil
de la gran tecnología y, por extensión, la computación en la nube, con grandes ganancias para los cinco grandes:
Amazon, Google (la compañía matriz Alphabet), Microsoft, e incluyendo también a
Facebook y Apple, que habían alcanzado cifras sorprendentes de capitalización
bursátil. Para las tres primeras, las tres compañías más grandes con servicios
en la nube pública, en un solo día habían tenido un aumento de 129.900 millones
de dólares de capitalización, que la percepción del mercado atribuía la nube.
Todo esto sugería que había llegado finalmente el momento de la computación en
la nube pública. Algo especialmente cierto para los proveedores de
infraestructura como AWS (Amazon), Google y Microsoft y los proveedores de SaaS
como Microsoft, Salesforce, Workday, Box, Zendesk y otros.
Durante mucho tiempo, el negocio en la nube
estuvo nadando contra una marea de prejuicios frente a la tecnología de la información
(TI) de que solo las propias compañías podían proteger los activos digitales de
la compañía, y seguramente no iban a subcontratar eso a una compañía de
terceros. Pero esas ideas cambiaron y se considera que los centros privados de
datos son menos seguros y que las firmas tienen que ir a la nube pública para
proteger sus datos. Todas esas informaciones se basaban en la larga lista de
firmas fracasadas en ese intento. La mayoría de los profesionales de TI consideran
que no están en condiciones de proteger a la empresa de la gran cantidad de
amenazas que existen hoy en día.
La nube
pública desde hace años, según la información de The Wall Street Journal,
recibió un gran impulso para que las grandes empresas conscientes de la
seguridad se sientan cómodas al usar su infraestructura compartida de
informática y almacenamiento. El hecho es que muchas de las entidades
financieras más grandes ya usan Amazon al menos en modo de prueba, y quizás más
sorprendentemente, están implementando aplicaciones en esta infraestructura
informática compartida que se ejecuta en los centros de datos de Amazon sitos
en Virginia, Hong Kong u otros lugares del planeta.
Amazon Web Services (AWS) es la plataforma en
la nube más adoptada y completa en el mundo, que ofrece más de 175 servicios
integrales de centros de datos a nivel global. (https://aws.amazon.com/es/?nc2=h_lg) Millones de clientes, incluyendo las empresas tecnológicas
emergentes, las grandes empresas tecnológicas y los principales organismos de
regulación, sitúan servicios en la nube de Amazon para reducir costes, ganar en
dinamismo y avanzar en innovación tecnológica. AWS ofrece un amplio
conjunto de productos globales basados en la nube, incluidos recursos de
para computación, almacenamiento, bases de datos, análisis, redes, dispositivos móviles, herramientas
para desarrolladores, herramientas
de administración, Internet de las cosas, seguridad y aplicaciones empresariales. Estos servicios ayudan a las empresas a avanzar con
mayor rapidez, reducir los costos de TI y escalar. AWS cuenta con la
confianza de las mayores compañías y las empresas emergentes más innovadoras
para respaldar una amplia variedad de cargas de trabajo, como las aplicaciones
web y móviles, el desarrollo de juegos, el almacenamiento y procesamiento de
datos, el almacenamiento en general o el archivado, entre muchas otras.
El
almacenamiento en la nube, por lo general, es más fiable, escalable y seguro
que los sistemas de almacenamiento en las instalaciones tradicionales. AWS
ofrece una gama completa de servicios de almacenamiento en la nube para
respaldar los requisitos de conformidad de las aplicaciones y el archivado. Sin
embargo, la experiencia ya demostrado los importantes riesgos técnicos en que
puede incurrir además de su contribución a aumentar el peso de los elementos
que acrecientan el riesgo sistémico en el sector financiero mediante la
sobredimensión de las entidades financieras a las que prestan servicios
tecnológicos y la sobredimensión de la interconexión global de todos los bancos
y las entidades financieras del sistema
mundial como analizaremos.
La economía digital, debido a su especial naturaleza,
beneficia el crecimiento de las grandes compañías tecnológicas que operan en
redes globales con inmensas cantidades de datos. Su rápida consolidación se
fundamenta principalmente en que, gracias a su posición de dominio, son capaces
de controlar e impedir la entrada de nuevos competidores. Además, existen
importantes barreras de entrada para los nuevos actores, ya que la mayor parte
de los usuarios prefieren plataformas que ya cuentan con una gran red de
personas, lo que hace muy difícil a los potenciales competidores ganar escala.
En los últimos 20 años se ha ido estableciendo una hegemonía de las compañías
tecnológicas en el mercado mundial. A pesar de la relevancia e importancia
histórica de las empresas del sector financiero, las BigTech han conseguido
superar en un relativo corto periodo de tiempo sus cifras. Como ejemplo, se
puede observar cómo en el top 10 del ranking de las 100 empresas con mayor
capitalización bursátil emergen siete firmas tecnológicas, como nos ilustra el
Informe de KPMG-Funcas. Tras las tecnológicas, se sitúan el sector financiero,
las farmacéuticas y las empresas de energía. La primera entidad financiera
española del listado es el Banco Santander, que se encuentra en el puesto 116,
con una capitalización de 77.768 millones de euros. A nivel global, como puede
observarse tanto por capitalización como por beneficios, las principales
empresas tecnológicas globales cuentan con un tamaño muy elevado, superior al
de cualquier entidad financiera en el mundo. Las alianzas entre los gigantes
tecnológicos y los grandes bancos resultan ser solamente problemas técnicos
fáciles.
A nivel global, Apple y Goldman Sachs han colaborado para
desarrollar una nueva tarjeta de crédito conjunta afiliada a Apple Pay. Las
BigTech han buscado un socio que comparte su mismo enfoque de experiencia de
usuario, y que ya cuenta con un amplio conocimiento del sector financiero y su
entorno regulado. Para Apple supone una oportunidad para promover de forma
cruzada su negocio de pagos móviles. A Goldman Sachs esta alianza le permitirá
diversificar sus ingresos hacia el área de banca minorista, ofreciendo créditos
especiales a los que busquen comprar productos de Apple. Por otro lado, Amazon
ofrece créditos a pequeñas y medianas empresas que venden en su plataforma a
través de su programa Amazon Lending en alianza con Bank of America. Asimismo,
recientemente ha iniciado conversaciones con JP Morgan Chase y Capital One,
para crear un producto similar a una cuenta corriente, en un intento de
fortalecer las relaciones con sus millones de clientes y de atraer a aquel
público que no tiene tarjeta de crédito o débito.
A nivel nacional, en España se pueden encontrar alianzas
principalmente en el mercado de pagos. En la actualidad los principales bancos
españoles han llegado a distintos acuerdos con las grandes compañías
tecnológicas, Apple, Google y Samsung, para que sus clientes puedan pagar sus
compras a través del móvil en los comercios con un TPV sin contacto (contactless),
permitiendo el uso de sus tarjetas a los sistemas de pago. Por último, destacar
la reciente colaboración entre Telefónica y CaixaBank, que permite a la primera
ofrecer créditos rápidos. A través de la
nueva plataforma Movistar Money, ofrece préstamos al consumo con el que los
clientes de la compañía pueden obtener de forma sencilla y en menos de 48 horas
un crédito de hasta 3.000 euros, sin documentación ni comisiones de apertura o
de estudio. (KPMG, La banca ante las Big
Tech- Funcas, diciembre 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario