martes, 21 de abril de 2020

La covid-19 revela la vulnerabilidad de la Big Pharma


Durante esta crisis de la pandemia del covid-19, la inestabilidad y  bajada de las Bolsas de valores ha traído consecuencias imprevistas, en particular, para las grandes empresas farmacéuticas debido a su largo proceso estratégico de financiarización, centradas en la búsqueda de rentabilidad para los accionistas mediante la “creación de valor” bursátil. Esta industria privada había olvidado sus fines de lograr rentabilidad mediante la investigación y elaboración de medicamentos, que cubrieran las necesidades presentes y futuras en un  mundo global, más interconectado e intercomunicado. Pero esa mutación ya se venía manifestando en otra epidemia no declarada que asola los EEUU, Canadá y otros países, provocada por la voracidad y corrupción de la industria de la fabricación de medicamentos.

Los opiáceos  de las masas

En 2016, casi 50,000 personas murieron por sobredosis de opioides en los Estados Unidos y, per cápita, casi la misma cantidad murió en Canadá. De 2000 a 2016 murieron de sobredosis más estadounidenses que en la Primera y Segunda Guerra Mundial combinadas. Sin embargo, incluso estos números sombríos subestiman el impacto del abuso de opiáceos, porque por cada persona que muere, muchos más viven pero con adicción. El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca ha estimado que la epidemia le costó a la economía de los Estados Unidos 504.000 millones de dólares en 2015, equivalente al 2.8 por ciento del PIB. Una epidemia denunciada por algunas instituciones y por la prensa solvente, como la revista estadounidense Foreign Affairs que analizaba el problema en 2018. ([i])

Es una historia de salud pública que se consideraba de conocimiento común. Aunque fuera menos conocido su creciente riesgo de que la epidemia se extienda por todo el mundo, según los expertos de la citada revista estadounidense. Afrontando una reacción violenta en Estados Unidos y Canadá, las compañías farmacéuticas han estado volcando su atención en Asia y Europa y repitiendo las tácticas que crearon la crisis en primer lugar. Al mismo tiempo, el aumento del consumo de fentanilo (fentanyl),  un opioide sintético altamente potente, originariamente utilizado como anestesia en el postoperatorio de cirugía, ha hecho que el brote sea aún más mortal y ha comenzado a remodelar el mercado mundial de drogas, un desarrollo con importantes implicaciones para la política exterior. Como resultado, en 2018 los expertos consideraban que el mundo estaba en la cúspide de una epidemia mundial de opioides, impulsada por el consumo excesivo de analgésicos legales, y agravado por la propagación del fentanilo, que podría marcar un desastre para la salud pública de proporciones históricas. Sin embargo, ante esta posibilidad aterradora, el mundo se ha mantenido en gran medida complaciente. Ni los gobiernos y ni las organizaciones internacionales se plantearon la adopción de medidas enérgicas contra las compañías farmacéuticas que abusan de sus posiciones y sin que se tomaran medidas agresivas para regular la venta y comercialización de opioides.

En octubre de 2017, Donald Trump reconoció la existencia de la crisis de opioides en una declaración presidencial de emergencia sobre salud pública de la nación en la Sala Este de la Casa Blanca, sin que se llegaran a adoptar medidas serias. Y esa epidemia no declarada de los opiáceos que se viene desarrollando desde hace años, particularmente en los EEUU, ha quedado de momento más tapada en los medios de comunicación por la virulenta crisis del coronavirus, que acapara la atención del mundo.

La vulnerabilidad del modelo farmacéutico

La crisis del coronavirus en 2020 es un buen ejemplo de cuán vulnerable es la estrategia de financiarización que han seguido las grandes compañías farmacéuticas. Como veremos, el actual modelo de negocio farmacéutico depende de la obtención de dinero barato y el aumento de las cotizaciones del mercado de valores. Ahora que estas condiciones se ven amenazadas, las grandes compañías farmacéuticas se quedan con enormes deudas y una presión aún mayor para aumentar los altos márgenes de beneficio socialmente indefendibles. La inversión insuficiente de la industria farmacéutica en medicamentos y en vacunas de baja rentabilidad pero esenciales, nos muestra ahora el lado negativo del vigente modelo de negocio del medicamento a escala mundial. Son los gobiernos los que ahora tienen que liderar financieramente la investigación y fabricación para desarrollar una vacuna contra el coronavirus, como objetivo más urgente y prioritario.

Ese es el resumen de las conclusiones de la investigación de la fundación holandesa SOMO, centro de investigación de las corporacionesmultinacionales, que se ha centrado en el análisis crítico de las cuentas financieras de 27 de las compañías farmacéuticas más grandes del mundo, conocidas como Big Pharma, de 2000 a 2018. El grupo de 27 firmas investigadas lo encabezan Johnson & Johnson; Roche Holding AG; Pfizer Inc; Novartis AG; y Merck & Co Inc, que superan ampliamente una capitalización bursátil de los 200.000 millones de dólares.

La disponibilidad y el acceso a los medicamentos ha venido siendo un tema controvertido. Y uno de los argumentos clave presentados por la industria farmacéutica  en defensa de los altos precios de los medicamentos, es el coste del desarrollo de nuevos productos. En este informe de SOMO, se examina el papel que juega el modelo de negocio financiero para justificar el coste de los medicamentos y los márgenes de beneficio de las compañías farmacéuticas. Un  modelo de negocio que  gira en torno a maximizar la retribución de los accionistas a expensas del abandono de las inversiones productivas que podrían beneficiar a la población en general.

A los fines del citado informe, la financiarización corporativa se ha medido en función de tres indicadores identificados por la literatura académica, como son el volumen del balance (reservas financieras y deuda corporativa); el volumen de la compensación de los accionistas (dividendos y recompras de acciones); y el volumen de los activos intangibles, los derechos de propiedad intelectual  y el fondo de comercio en proporción a los activos totales. Lo que estas manifestaciones de la financiarización corporativa tienen en común es que el interés estratégico de una empresa, farmacéutica en este caso, pasa de producir bienes y servicios a asegurar ganancias financieras.

La pandemia del coronavirus ha expuesto muchas de las vulnerabilidades creadas por el modelo de negocio financiero de la Big Pharma. Además de los riesgos financieros, este modelo también ha dejado al mundo menos preparado para la crisis de salud que afrontamos hoy. Las crecientes obligaciones de la deuda de las compañías farmacéuticas no se han invertido en capacidades productivas o en  I + D, sino que se han distribuido en gran medida entre los accionistas. Ahora que el mundo está recurriendo a los sistemas públicos  de salud y a las compañías farmacéuticas para defenderse de esta pandemia, el precio de un modelo de negocio que favorece a los accionistas se revela con demasiada claridad. El sistema actual se ha configurado para cubrir los bolsillos de los accionistas en lugar de ayudar a los pacientes de todo el mundo, y ahora estamos viendo muy claramente las fallas que este sistema ha creado.

La financiarización de la Big Pharma

En las últimas décadas las firmas productoras de medicamentos se han incorporado a la industria de la inversión financiera. La mutación de las compañías farmacéuticas es un vivo
ejemplo de la financiarización de las economías, que ha evolucionado junto con la globalización y el neoliberalismo como un proceso histórico. El estudio de la ONG holandesa SOMO publicado en abril de 2020,  muestra que las grandes compañías farmacéuticas experimentaron un cambio radical del enfoque del negocio entre 2000 y 2018. Porque invirtieron mucho más dinero en actividades financieras y adquisiciones de otras compañías; y cada vez invirtieron menos recursos en medios de producción.
Para entender esta mutación del sector farmacéutico, necesitamos comprender su correspondencia con el proceso más amplio de la financiarización de la economía, que ha sido definida como "el papel creciente de los motivos financieros, los mercados financieros, los actores financieros y las instituciones financieras en el funcionamiento de las economías nacionales e internacionales" ([ii]) Esta definición engloba el cambio estructural de la economía con los motivos y comportamientos cambiantes de los actores. Desde el plano del macroanálisis, digamos que significó el cambio del modelo económico de posguerra, en el que endeudamiento ha sido el factor dominante. Este cambio, caracterizado por una disminución de la participación salarial y un aumento del endeudamiento privado, ha empoderado a los agentes financieros e inversores (institucionales). Estas tendencias se han reflejado en un aumento de las ganancias corporativas y en el aumento de los activos financieros en el balance general.  

En conjunto, estos desarrollos han producido una amplia transformación de nuestras sociedades y continúan haciéndolo. La ruptura con el régimen keynesiano de posguerra, que se caracterizó por un bajo grado de movilidad del capital, abrió el campo para que las finanzas funcionen a través de las fronteras en los mercados mundiales y para que las grandes instituciones financieras y bancos amplíen sus operaciones y entren en nuevos mercados. El aumento de la mercantilización de la sociedad y la vida cotidiana se ha fortalecido por el aumento de la movilidad del capital, la desregulación de los mercados, las políticas de expansión del mercado a través de la privatización y la reducción general del estado del bienestar a medida que el neoliberalismo se consolidaba como la guía.

En el sector farmacéutico, los datos que aporta la investigación referida sobre la Big Pharma confirman la mutación del negocio farmacéutico. La principal conclusión obtenida al profundizar en las cuentas financieras de las compañías farmacéuticas más grandes, es que podemos observar fuertes signos de financiarización para los tres identificadores, como son el volumen del balance (reservas financieras y deuda corporativa); el volumen de la compensación de los accionistas (dividendos y recompras de acciones); y el volumen de los activos intangibles (los derechos de propiedad intelectual y el fondo de comercio ([iii]) en proporción a los activos totales.

En primer lugar, las reservas financieras de las grandes farmacéuticas han crecido. Las reservas financieras (lo que guardan de las ganancias después de la distribución de dividendos a los accionistas) de las 27 compañías analizadas aumentaron de 83.000 a 219.000 millones de dólares en 2018. Tras las grandes cifras,  los números revelan un mayor endeudamiento a pesar de las grandes reservas. A pesar de la aparente rentabilidad de esta estrategia, las grandes compañías farmacéuticas se encuentran realmente endeudadas. De 2000 a 2018, la deuda combinada de las 27 empresas incluidas en esta investigación aumentó de 60.000 millones de dólares en 2000 a 518.000 millones en 2018. En relación con la facturación, el nivel de deuda aumentó del 21 por ciento en 2000 al 72 por ciento en 2018. Sin embargo, este dinero prestado o aportado por los inversores no se invirtió nuevamente en la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos o en el crecimiento de la capacidad de producción farmacéutica. Por el contrario, se distribuyó principalmente entre los accionistas como dividendos y se gastó en recompras de acciones.
El aumento de la deuda no se ha utilizado para generar ingresos futuros. Para mantener el modelo extractivo de baja inversión en capital fijo (como edificios, laboratorios y maquinaria), aumentos modestos en los gastos de investigación y desarrollo (I + D) y pagos extremadamente altos a los accionistas, la Big Pharma recurrió al endeudamiento. En comparación con las ventas netas, el endeudamiento de 27 de las compañías farmacéuticas más grandes ha aumentado constantemente del 20% en 2000 al 72% en 2018.

A pesar de este aumento de la deuda, las inversiones en capital fijo han disminuido como una participación neta en las ventas del 6 por ciento en 2000 al 5 por ciento en 2018. Durante el mismo período, la participación en I + D ha aumentado moderadamente del 12 por ciento de las ventas netas al 17 por ciento. Estas cifras indican que la deuda incurrida no se utilizó principalmente para generar capacidad productiva futura, sino que se transfirió desproporcionadamente a los accionistas. Hasta cierto punto, Big Pharma ha sido utilizado como un cajero automático por los accionistas.

En segundo lugar, se ha producido un crecimiento de las compensaciones a los accionistas. Entre 2000 y 2018, a los accionistas se les pagó un total de más de un billón y medio de dólares, 1.540.000 millones, de los cuales 864.000 millones de dólares en dividendos y  676.000 millones se dedicaron a la recompra de acciones de las propias compañías. En las diez compañías farmacéuticas más grandes, la distribución total de fondos a los accionistas representó el 142 por ciento del gasto de ese año en investigación y desarrollo.

Los pagos totales a los accionistas (dividendos y recompras de acciones combinadas) han aumentado del 88% de las inversiones totales en investigación y desarrollo (I + D) en 2000 al 123% en 2018. En términos nominales, los pagos a los accionistas han aumentado en casi un 400 por ciento, de 30.000 millones de dólares en 2000 a los 146.000 millones en 2018 (73.000 millones en dividendos y 74.000 millones en recompras de acciones). Esto representa un aumento en la proporción de pagos del 10 por ciento de las ventas netas al 20 por ciento.

Para allanar el camino que permitiera que las compañías farmacéuticas hicieran pagos tan grandes a los accionistas, no aumentaron las inversiones esenciales pero el precio de los medicamentos sí ha aumentado exponencialmente. La fijación de los precios de medicamentos a niveles tan altos con el único propósito de maximizar el valor para los accionistas es indefendible, especialmente en el contexto de sociedades envejecidas y el aumento de los costes generales de atención médica en todo el mundo. En resumen, nuestra sociedad no puede permitirse las ganancias privadas de la Big Pharma.

En tercer lugar, se ha producido un aumento de los activos intangibles. Un elemento importante a considerar, como hemos subrayado, es el cambio en el modelo de negocio subyacente de las grandes farmacéuticas desde la producción y venta de productos a la compra de otros negocios. Las grandes compañías farmacéuticas compran compañías competidoras y compañías de biotecnología para reabastecer los propios canales de producción y comercialización, para disminuir la competencia y para adquirir patentes y otros derechos de propiedad intelectual. El modelo comercial dominante impulsa a las grandes compañías farmacéuticas a comprar firmas más pequeñas por sus derechos de propiedad intelectual, actuales o futuros, con el fin de impulsar la cartera de medicamentos, y que se encuentra por tanto en el corazón de sus ingresos por rentas y estrategias de financiarización. Como resultado, la Big Pharma opera cada vez más como un fondo de capital privado con capacidades excepcionales para adquirir, desarrollar, comercializar y extraer valor del conocimiento monopolizado, también conocido como "activos intangibles".
Las capacidades únicas de las grandes compañías farmacéuticas están en el centro de sus estrategias de financiarización. En este modelo, que gira en torno a las fusiones y adquisiciones de otras empresas, el precio de los medicamentos depende cada vez más del coste de adquisición de nuevos derechos de propiedad intelectual, un coste que, a su vez, está sujeto a ciclos financieros. Las fusiones y adquisiciones están altamente correlacionadas con las condiciones de liquidez en los mercados de capitales y las valoraciones del mercado financiero. Entre las grandes compañías farmacéuticas, los investigadores de SOMO identificaron una burbuja creciente del fondo de comercio de las compañías y de otros activos intangibles en general.

Si bien los datos sobre los activos intangibles de todas las empresas solo están disponibles en los últimos años, su participación en los activos totales ha aumentado dramáticamente. El valor combinado de todos los intangibles en el balance general de las 10 compañías farmacéuticas más grandes ha aumentado del 13 por ciento de los activos totales en 2000, al 49 por ciento en 2018 (más de 520.000 millones de dólares), lo que refleja el cambio en el sector en su conjunto.

De estos intangibles, las 10 compañías más grandes han aumentado el valor de su fondo de comercio desde prácticamente nada en 2002 a más de 270.000 millones de dólares en 2018. La expansión de los activos intangibles es un aspecto importante de la financiarización de la Big Pharma, porque explica cómo se ha transformado el sector, que ha pasado de generar ingresos a través del desarrollo, producción y venta de medicamentos a obtener sus  mayores ingresos de la propiedad y monopolización de la propiedad intelectual.

Los mercados creados por la extensión de los monopolios de propiedad intelectual conectan los institutos académicos de investigación, las compañías de biotecnología a menudo creadas por investigadores universitarios y las grandes compañías farmacéuticas, que obtienen los mayores beneficios económicos de esta asociación. Las empresas que disponen de patentes y derechos de propiedad intelectual, los convierten en productos u objetos de compraventa en un mercado de fusiones y adquisiciones y su valor está directamente relacionado con su cartera de estos derechos. La mercantilización de los propios derechos de propiedad intelectual hace que las grandes compañías farmacéuticas compitan entre sí por la adquisición de conocimiento monopolizado. Los medicamentos potencialmente exitosos son escasos y las compañías farmacéuticas están bajo presión constante para reponer sus propios canales de producción y reemplazar las patentes que se acercan al final de su vida útil. Esto significa que la valoración de una compañía de investigación más pequeña (farmacéutica o biotecnológica) variará en las diferentes etapas de desarrollo y se incrementará con la perspectiva de un producto final exitoso y comercializable. Y desde luego, a los efectos de la adquisición, la Big Pharma está equipada con grandes reservas financieras que pueden utilizarse para aumentar los precios de mercado de las empresas más pequeñas.

Conclusiones

Este resumen expuesto del informe de SOMO, muestra que las grandes compañías farmacéuticas están generando ganancias para los accionistas en una escala que es económicamente frágil y socialmente inasumible. Sus pagos a los accionistas desplazan las inversiones empresariales esenciales y aumentan el precio de los medicamentos a un coste que la sociedad no puede pagar. Su modelo de negocio, que se basa en el endeudamiento barato y los ingresos de la cesión monopolística de activos intangibles, resulta prácticamente insostenible porque las inversiones productivas y la I + D no han seguido el mismo ritmo. Las grandes compañías farmacéuticas se han vuelto cada vez más dependientes de las condiciones de los mercados financieros globales. El fuerte aumento del endeudamiento en los últimos años, y la dependencia de las grandes compañías farmacéuticas de las fusiones y adquisiciones para reponer la cartera de nuevos medicamentos, ha amplificado su dependencia y, por consiguiente, el impacto de los ciclos del mercado financiero en el comportamiento corporativo.
Finalmente, cualquiera que sea la duración y efectos económicos de la pandemia del coronavirus, resulta evidente que en el presente y en el futuro más inmediato, el combate de las pandemias y contra la irradiación de  las nuevas enfermedades no podrá ser gestionado por el sector privado sino que habrá de ser cubierto por el poder público, a escala de los Estados e internacionalmente.-




[i] Opioids of the Masses. Stopping an American Epidemic From Going Global. Foreign Affairs, May/June 2018
[ii] La financiarización y la economía mundial; G. A. Epstein, (ed) 2005, p. 3.
[iii] En economía de  empresa y en contabilidad, el fondo de comercio (en inglés, goodwill) se corresponde con el valor inmaterial de la empresa derivado de factores como la clientela, la eficiencia, la organización, el crédito, el prestigio, la experiencia, etc. que le permiten obtener rentabilidades superiores a las esperadas por la simple suma de sus activos contables. En el Plan General de Contabilidad español, el fondo de comercio se define como el conjunto de elementos intangibles o inmateriales de la empresa que implican valor para esta, como son, entre otros, la clientela, la razón social, la ubicación de la empresa, etc. De ahí que una empresa pueda valer más que la suma algebraica de todos los elementos que componen su patrimonio.​ El fondo de comercio recoge este valor adicional por encima de los elementos que la forman y que, en caso de venta, hace que se pague por ella más de los que valen sus elementos en sí; porque el fondo de comercio cuantifica la capacidad de la empresa para obtener beneficios extraordinarios, entendidos estos como aquellos beneficios superiores a la rentabilidad normal del mercado o del sector.


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