La irrupción de las Big Tech, las grandes firmas
tecnológicas como Amazon, Google o Facebook, en el mundo de las finanzas y su
asociación y colaboración con los grandes bancos, como JP Morgan o el Banco
Santander, en sus procesos de digitalización y modernización tecnológica como megadatos
y dataficación, tecnologías blockchain; computación en la nube; inteligencia
artificial, etc., cuyo desarrollo hemos analizado en los dos capítulos
precedentes, están transformando el
sistema financiero y agilizando sus operativas al mismo tiempo que ensanchan el
potencial de las entidades bancarias e intensifican su conectividad a nivel global. Una transformación
con consecuencias positivas en términos de costes y mejora de las prestaciones
al consumidor, pero generando simultáneamente una vulnerabilidad muy importante; y, en particular, como apuntan
las investigaciones de un grupo de
expertos internacionales, acrecienta el riesgo sistémico en unos mercados
financieros globales, que siguen basados en el principio de la libertad de
movimientos de capitales e innovación financiera, aun cuando se haya mejorado
la coordinación funcional y la supervisión de las autoridades nacionales.
La transformación del mercado financiero: ciberseguridad y
protección de datos
La revista Forbes resumía un informe del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB)
bajo el título, los gigantes tecnológicos
(BigTech) representan una amenaza mayor para las instituciones financieras que las
compañías tecnológicas (Fintech).La competencia de las grandes compañías
tecnológicas establecidas mundialmente, desde Google a IBM pasando por la china
Alibaba (BigTech), y la tecnología financiera
podrían ejercer presión sobre la rentabilidad de las entidades
financieras y llevarlas a asumir más riesgos para proteger sus márgenes de
beneficios. Como parte de su monitoreo continuo sobre la influencia de ambas
agrupaciones de empresas tecnológicas en las instituciones financieras, el FSB
con sede en Basilea, en enero 2020 publicó el informe "Fintech y la estructura del mercado en
servicios financieros: desarrollos del mercado y posibles implicaciones de
estabilidad financiera".
Al analizar las ventajas y amenazas que plantea la
creciente innovación tecnológica en el sector financiero, un grupo de
investigadores de todo el mundo descubrió que podría desarrollarse un sistema
financiero más eficiente y resistente debido a que tanto las grandes
tecnológicas financieras (BigTech) como las compañías de tecnología financiera
(Fintech) generan más competencia y diversidad en préstamos y pagos, seguros,
comercio y otras áreas de servicios financieros. Sin embargo, si las entidades
financieras tienen dificultades con esta competencia, podrían aumentar su
exposición al riesgo de crédito y de mercado para seguir siendo rentables;
asumir más riesgos sin una buena gestión de riesgos y altos niveles de capital,
que podrían poner en peligro la estabilidad financiera mundial, apuntan.
Por tanto, el FSB apela a la necesidad de que los
reguladores y analistas presten precisamente más atención porque ambos grupos
de firmas (BigTech y Fintech) podrían afectar a la estabilidad financiera al haber
transformado la estructura del mercado en los servicios financieros. Como se señala
en dicho informe, "la estructura del mercado se refiere a la
interrelación de las empresas en un mercado que afecta a su comportamiento y a su
capacidad para obtener ganancias". Según el análisis del FSB, la
innovación tecnológica financiera podría influir en esa estructura a través de diferentes canales, incluidos los
siguientes:
• La aparición de proveedores de servicios similares a los
de un banco, como el crédito o los pagos por parte de firmas de tecnología
financiera, que pueden afectar a los mercados y al comportamiento bancario,
aumentando la eficiencia de los servicios financieros en el futuro.
• La entrada de los gigantes tecnológicos con redes
establecidas y la explotación de megadatos, se ha afianzado para servicios
bancarios en algunas jurisdicciones, particularmente en materia de pagos, y a veces también en materias de crédito,
seguros y gestión de patrimonio; con menores costes (o incluso gratuitos), ya
que podrían usar los datos obtenidos a través de estos servicios para una
variedad de empresas.
• Y las entidades financieras dependerán de firmas de
tecnología financiera como proveedores de servicios externos para la provisión
de datos, de conectividad física y de servicios
en la nube. Más aún, el FSB admite que con el tiempo es posible que las entidades
financieras afronten riesgos sistémicos operativos y de seguridad cibernética
si las entidades sistémicamente importantes (las SIFI) no gestionan
adecuadamente los riesgos asociados con la tercerización de sus servicios.
Más bien, el riesgo claro de la digitalización, que es un
proceso que en muchos casos cubre negocios enteros, es principalmente la
ciberseguridad y la protección de datos.
La ciberseguridad se ha
convertido en una de las áreas principales de atención de los reguladores
financieros en todo el mundo así como de los gobiernos y las firmas financieras
y tecnológicas. Y el informe del FSB subraya que la ciberseguridad es ahora la
fuente más significativa de riesgo sistémico, así como uno de los asuntos más significativos de la seguridad
nacional, y la digitalización de las operaciones bancarias plantea los graves
riesgos del hackeo o pirateo, el ciberrobo, el ciberterrorismo, el
ciberactivismo y los ciberataques. Hasta el extremo de que incluso un simple
fraude y robo adquiera una escala mucho mayor y en lugar del robo de una
cuenta, oficina o firma, un atacante pueda potencialmente robar o atacar todas
las cuentas y oficina de múltiples firmas en múltiples jurisdicciones al mismo tiempo,
como ya relatamos ya en este blog (Véase
Los hackers y la ciberinseguridadbancaria con casos de hackeo incluso de la red mundial SWIFT). “Los riesgos tecnológicos están afectando cada vez más al sector
financiero (…) El riesgo cibernético amenaza la integridad
de los datos y la continuidad del negocio en un sistema financiero
interconectado.” Fueron
algunas conclusiones de los informes del Comité Conjunto de las agencias
europeas de supervisión (Spring Risky
Report) de abril de 2017 y de agosto de 2016 sobre riesgos y
vulnerabilidades clave para el sistema financiero de la Unión Europea.
Además de la ciberseguridad, el referido informe del FSB
señala que el creciente papel central de los megadatos en el sector financiero
revela la segunda área principal de preocupación, que es la protección de
datos; que en alguna manera se relaciona con la ciberseguridad y que al
mismo tiempo se ve afectada por la amplia gama de políticas subyacentes de
protección de datos en las jurisdicciones en todo el mundo, con planteamientos
y resultados bien diferentes en los EEUU, China y la Unión Europea; con
diferentes requerimientos legales. En todo caso una de las cuestiones más
importantes del siglo XXI.
Riesgos tecnológicos de los proveedores de servicios: la
banca en la nube
La tecnología financiera está transformando las finanzas y
cuestionando su regulación a un ritmo sin precedentes, como comprobamos en el
capítulo anterior. Todo ello junto a las tecnologías como los megadatos y la
inteligencia artificial, contratos
inteligentes (smarts), tecnología de la regulación (regtech) y la
identidad digital. Durante la pasada década, un proceso a largo plazo de
digitalización de las finanzas se ha combinado cada vez más con la explotación
y comercialización de megadatos (y dataficación, como ya vimos) y las nuevas tecnologías, incluyendo la
computación en la nube, tecnologías blockchain y de inteligencia artificial, generando una nueva era de tecnología
financiera. El resultado son nuevos servicios con efectos disruptivos en los
intermediarios financieros existentes. Pero la mayor parte de la tecnología
pretende colaborar y buscar a la banca e intermediarios como clientes. Y es
aquí donde tiene lugar la verdadera innovación tecnológica y a un ritmo rápido.
Este proceso de digitalización y explotación de los megadatos combinado con
nuevas tecnologías, podemos verlo en todos los mercados financieros globales y
asimismo en mercados emergentes y en desarrollo, en los que el proceso de
transformación digital financiera se está desarrollando incluso a mayor
velocidad que en los mercados desarrollados. En el actual período de desarrollo
de la tecnología financiera resaltan dos tendencias principales:
- La
primera es la velocidad del cambio impulsado por la mercantilización de la
tecnología como un producto comercial más, la analítica de los megadatos, el
aprendizaje automático (machine learning) y la inteligencia artificial.
- La
segunda es el creciente número y variedad de nuevos participantes en el sector
financiero, incluyendo la tecnología preexistente y las compañías electrónicas.
A lo que se añade la transformación de la tecnología financiera, que proporciona datos o servicios de tecnología de
la información a las entidades financieras.
Lo cierto es que en el caso de la tecnología de la
información (TI), de la provisión de datos a los bancos y demás intermediarios
financieros, les expone a riesgo operativos y a ciber riesgos, en particular
desde esos servicios de los proveedores como terceros, como observamos en los
riesgos de la computación en la nube.
Riesgos tecnológicos de la banca en la nube
La
revolución de los megadatos (Big Data), que se ha desatado en los últimos años,
ahora está logrando que las industrias de todo el mundo mejoren su capacidad de
acceder y extraer datos de todo tipo de fuentes. Al hacerlo, la infraestructura
existente de tecnología de la información (TI) está siendo sometida a una
fuerte presión, mientras se siguen buscando soluciones digitales cada vez más
innovadoras, especialmente en el sector bancario. Y una de las soluciones
digitales más transformadoras del sector es la computación en la nube, según
los analistas. (Cary
Springfield, Authoritative analysis onInternational banking, International Banker) Sin embargo, la tecnología de la computación
en la nube presenta riesgos importantes, revelados en los años de experiencia,
cuyas causas han sido diversas, desde
cortes de energía hasta centros de datos que van a la quiebra debido a errores
humanos. Y que han generado significativas frustraciones para responsables y
profesionales. (6 Cloud ComputingFailures that Shocked the World by The RIQ News Desk)
Y
es que la poética metáfora de la nube para residenciar servicios informáticos
esconde la realidad de inmensos centros de datos ubicados en diversos puntos
geográficos del planeta, de cuya ubicación solo tiene conocimiento el gigante
tecnológico y ocasionalmente tenemos noticia cuando se filtra algún fallo
relevante.
La Asociación de Banqueros Británicos (BBA) ha identificado
tres factores clave para la adopción de servicios públicos basados en la nube
por parte de los bancos que persiguen la mitigación de riesgos. Ciertamente, la
nube puede ayudar a reducir los riesgos asociados con la tecnología
tradicional, como los problemas de capacidad, redundancia y resistencia.
Además, destaca la innovación ágil puesto acceder a la nube puede aumentar la
capacidad de los bancos para innovar "al
mejorar la agilidad, la eficiencia y la productividad". Y en tercer
lugar, la computación en la nube genera beneficios significativos en los costes,
especialmente dada la reducción en los requisitos iniciales de gasto de capital
para la infraestructura de TI tradicional. Además, desde una perspectiva
reguladora, la escalabilidad de la nube significa que los bancos pueden
escanear potencialmente miles de transacciones por segundo, lo que mejora
drásticamente la capacidad de la industria para combatir los delitos
financieros, como el fraude y el lavado de dinero.
Entre las ventajas podemos añadir aquí el desarrollo de
grandes plataformas de servicios de TI a las que los bancos e intermediarios financieros subcontratan
funciones nucleares. Por ejemplo, Aladdin – la plataforma de software para la
gestión administrativa desarrollada por Blackrock, el gestor de activos mayor
del mundo – se apoya en aproximadamente 25.000 profesionales de la inversión
por todo el mundo y se utiliza para gestionar aproximadamente el 7 por ciento de los activos financieros
del mundo, incluidos los activos de los otros 10 primeros gestores de activos.
Pero los continuos avances en la tecnología de la
información no han evitado ni excluyen los riesgos asociados a esta tecnología,
como acreditan casos imborrables. Así quedaron evidenciados los riesgos de un
mal funcionamiento de la nube, cuando el centro de datos de computación en la
nube de Amazon en Hong Kong, en 2017 dejó que
se cayera la web del organismo de supervisión bursátil (SEC) de EEUU así
como muchos servicios orientados al consumo como la plataforma de televisión
Netflix, los termostatos "inteligentes" y e incluso algún servidor de
correo electrónico, quedando demostrado cuánto dependemos todos de la
infraestructura de una empresa tecnológica. También se demostró cómo la
centralización de los datos ha hecho que Internet, al menos la parte que la
mayoría de nosotros usamos, sea más vulnerable de lo previsto cuando fue
diseñado. Aunque la compañía Amazon pueda ser conocida principalmente por el
envío de libros u objetos en dos días, donde realmente gana dinero es en la
computación en la nube. La compañía posee grandes centros de datos en todo el
mundo y alquila energía informática y almacenamiento bajo demanda, como vimos
en el capítulo anterior. Y este es un servicio global de infraestructura en la
nube que está dominado por solo cuatro jugadores; y la participación de Amazon en
ese mercado es mayor que la de los tres siguientes combinados. (Can't Stream Netflix? The
Cloud May Be to Blame, Bloomberg, 2/3/2017)
El problema se agudiza porque, por lo general, la
supervisión financiera no se aplica a los proveedores de megadatos que
normalmente quedan fuera del ámbito de la regulación financiera. Por tanto, los
reguladores financieros carecen de información respecto a tales firmas
tecnológicas asociadas y sus potenciales
funciones en la interconectividad a través del sector financiero, y excluidos
de los instrumentos públicos de supervisión o regulación.
El sistema financiero, más vulnerable con las tecnologías
El riesgo sistémico creado por los instrumentos y productos
financieros comercializados sin regulación ni supervisión pública condujeron a
la gran crisis financiera de 2007 y 2008
en Wall Street que se contagió mundialmente generando la gran recesión económica
manifestada de forma diversa en los diferentes países. Los expertos señalan que
el riesgo sistémico es el resultado de dos elementos básicos, como son la
sobredimensión de los bancos (el riesgo codificado por la expresión demasiado grande para fallar /too big to fail /TBTF) y la interrelación
de los bancos y entidades financieras (demasiado
conectados para fallar / too conected to fail /TCTF). Y estos dos elementos
del sistema financiero son considerados nucleares en la regulación de la
estabilidad financiera.
Durante largo tiempo el riesgo
sistémico ha sido un tema central en la evolución de la regulación financiera
y, en particular, en la regulación
bancaria. “El riesgo financiero sistémico es el riesgo que un evento desencadene
una pérdida de valor económico o de confianza, y atendiendo aumentos sobre la incertidumbre, en una porción
sustancial del sistema financiero que es suficientemente serio para que con
toda probabilidad tenga efectos adversos significativos en la economía real”,
según la definición del G-20.
El riesgo financiero sistémico
comprende los efectos del contagio, por el cual se extiende una pérdida de
confianza que socava los mercados; a veces, tales efectos pueden brotar de
eventos relativamente pequeños que son desproporcionados respecto a su impacto
último. Con anterioridad a la crisis financiera global de 2008, la regulación
de la estabilidad financiera había surgido como una función regulatoria
nuclear, centrándose en la identificación, la prevención y la gestión del riesgo que pudiera significar para el sistema
financiero. Generalmente se centraba en la banca, excluyendo normalmente las
entidades financieras no bancaria, y en particular sobre la dimensión de las
entidades individuales (el problema del TBTF) y el sistema de pagos.
A pesar de las décadas de experiencia
y análisis sobre el asunto, el riesgo sistémico fue el aspecto nuclear de la
crisis de 2008, que reveló claros fallos en la regulación de la estabilidad
financiera que habían permitido el desarrollo de instrumentos (incluso opacos como
las sociedades offshore o domiciliadas en los conocidos paraísos fiscales) y
productos (como los derivados o apuestas sobre las cotizaciones) fuera de la
supervisión de las autoridades. Desde entonces, grandes volúmenes de
investigaciones han afinado la comprensión del riesgo sistémico, alcanzando un
consenso básico en que la dimensión de los intermediarios y la conectividad son
las fuentes nucleares del riesgo sistémico.
La
digitalización y la explotación de megadatos, la ciberseguridad y los riesgos de la sobredimensión bancaria
global (el elemento de riesgo TBTF) y del sobredimensionamiento de la interconexión
entre entidades financieras (el elemento
de riesgo TCTF), generan un mundo en el que el sistema financiero globalizado
resulta más vulnerable que antes de la gran crisis financiera de hace más de
diez años, según el análisis de un grupo de expertos internacionales
del que extraemos elementos e ideas básicas. (Douglas W. Arner et alii, Fintech, Regtech and Systemic
Risk: The Rise of Global Technogy Risk, chapter 4 of Systemic Risk
in the Financial Sector. Ten years after
the great crash, Centre
for International Governance innovation (CIGI), Canada, 2019)
El riesgo de los bancos
sobredimensionados
Con ocasión de la gran crisis
financiera, el G-20 acuñó el concepto “las Institución Financiera
Sistémicamente Importante” (SIFI en siglas en inglés), los más grandes bancos
de los grandes), cuyo tal tamaño y alcance podría derrumbar todo el sistema
financiero occidental. Conforme a la
definición de Ben Bernanke, que fue presidente de la Reserva Federal de EEUU, una entidad financiera sistémicamente
importante (SIFI) es aquella cuya dimensión, complejidad, interconexión y
funciones críticas son tales que, si la firma de modo inesperado entra en
liquidación, el resto del sistema financiero y la economía afrontarán unas
consecuencias adversas severas. De ahí que las SIFIS globales se hayan
convertido en el foco central de la agenda de reformas regulatorias post crisis
para el G-20 y el FSB, así como un tema central de las reformas internas y
regionales durante los últimos diez años.
Para estas SIFIs o entidades bancarias y financieras
sobredimensionadas, aparte de la inquietud por la protección de datos y la
competencia, su asociación con las grandes firmas tecnológicas, desde Amazon a
Alibaba, les aporta fuentes de datos o de provisión de servicios tecnológicos,
que conducen al aumento de su volumen e importancia financiera y,
consecuentemente, incrementando el potencial actual de riesgos de los grandes
bancos. El grupo de autores citados subrayan el rápido reforzamiento del tamaño
de los grandes bancos con la tecnología, como se deduce de los ejemplos descritos
sobre aquellas grandes firmas de tecnología financiera, particularmente las Big
Tech como Google y Alibaba, que se están implicando en los servicios
financieros, como describimos en el primer artículo. Y que son firmas que disfrutan del acceso a abundantes datos
que les pueden servir a la banca como fuente de megadatos, bien en bruto o
analizados, utilizando esta estrecha cooperación para afinar sus valoraciones
de productos y riesgos que ofrecen a su clientela; o proveen directamente
servicios financieros a los clientes utilizando su ventaja competitiva en megadatos.
Las grandes firmas
tecnológicas y de comercio electrónico que tienen acceso a tales megadatos se
están introduciendo cada vez más en las finanzas, en modos diferentes de las
firmas de tecnología financiera, en la medida en que se benefician de las lagunas
en la regulación y/o en las disparidades en el tratamiento de las
tradicionales entidades financieras, en economías de alcance y de escala y en los efectos de red (por ej., una
tendencia hacia la concentración tanto en megadatos como en finanzas). Esta
combinación apunta, según las
investigaciones de los autores referidos,
que las firmas tecnológicas de hecho están incrementando potencialmente los
riesgos ya inherentes a la sobredimensionamiento de la gran banca (los riesgos
de TBTF), además de suscitar inquietudes sobre la competencia y la protección
de datos.
En el contexto del paradigma de
los riesgos de las SIFIs (TBTF), la importancia sistémica deriva del hecho de
que otras entidades intermediarias están comprometidas con vínculos empresariales
que son decisivos para muchos intermediarios, mientras todos esos
intermediarios juntos son de importancia
crítica para el sistema financiero. Y esos lazos no pueden reemplazarse
fácilmente. Aquí la percepción clave post crisis es que esas vinculaciones
pueden adoptar formas diversas desde los derivativos extracontables (OT) y el
riesgo de la contraparte relacionada. Además, las vinculaciones son vistas
ahora como surgidas de modelos de negocio corrientes (por ejemplo, originados
para distribuir), aproximaciones contractuales (por ejemplo, la documentación estandarizada de la
organización privada ISDA) y las “comunidades” transversales a los sistemas de
gestión de riesgos. Y otra consecuencia de importancia sistémica es que frecuentemente
los gobiernos se ven presionados para
prestar apoyo a las SIFIs que afrontan problemas financieros.
La interconectividad intensa, contribuye
al riesgo sistémico
El riesgo de la sobredimensión de la interconectividad financiera
generada por la tecnología, contribuye a intensificar la interdependencia de
las entidades bancarias y las entidades financieras a nivel global,
contribuyendo al riesgo sistémico del mundo financiero. Así los afirman los
expertos referidos en relación con esta sobredimensión de la interconexión (el
riesgo TCTF) que argumentan que en un mundo de finanzas digitalizadas, todo
está conectado por la vía de la alimentación de megadatos y tal conectividad contribuye
a generar riesgo sistémico. En particular, la tradicional propiedad bancaria e
infraestructura de gestión bancaria está siendo reemplazada por la nueva
infraestructura sistemáticamente importante propiedad de otros y que esos otros potencialmente no son un
intermediario financiero en sentido tradicional sino una compañía tecnológica
no regulados en absoluto y no sometida a las medidas asociadas con el riesgo
sistémico, tales como las modalidades de rescate bancario, segregación de la
infraestructura crítica y demás. Los ejemplos incluyen concentración del
mercado en el suministro de megadatos, servicios en la nube (con firmas no
financieras que abastece de megadatos y aloja servicios para las firmas
financieras y los reguladores) y otros.
Más allá de la ciberseguridad y la protección de
datos, la implicación de las firmas
gigantes de datos (Big Tech) en mercados financieros es una razón de inquietud.
Conforme al Comité de Basilea de banca y supervisión, las Big Tech se refiere a
las grandes firmas de tecnología activas globalmente con una ventaja competitiva
en tecnología digital. Como ya analizamos en el primer capítulo, las Big Tech
ordinariamente proveen servicios de web (motores de búsqueda, redes sociales,
comercio electrónico, etc.) a usuarios finales a través de Internet y/o las
plataformas de TI o mantienen infraestructuras (almacenamiento de datos y
capacidades de procesamiento) sobre las cuales otras compañías proporcionan productos
y servicios. Esas grandes compañías tecnológicas están vinculadas a los
mercados financieros de dos modos:
- En
primer lugar, pueden funcionar como
terceros en calidad de proveedores para los intermediarios financieros.
Estos casos comprenden los servicios en la nube, como los que presta Amazon y
otros; o alimentan datos a bancos y gestores de activos que acostumbran a
informar de modelos de riesgo y cálculos.
- En
segundo lugar, las grandes firmas tecnológicas pueden moverse más directamente
hacia proveedores de servicios financieros, sirviendo inicialmente como
conductos ligando a los proveedores de servicios financieros con los clientes
que típicamente ya tienen las grandes tecnológicas y con el tiempo comenzando
potencialmente a proveer el servicios
financiero directamente a los clientes como financieras tecnológicas.
Sin duda la implicación de los gigantes tecnológicos en las
finanzas corre pareja con la conectividad, una combinación que genera riesgos
sistémicos potencialmente considerables. La falta de transparencia u opacidad y
el potencial para construir aún más dimensión en la prestación de servicios
financieros muy rápidamente, completa el cuadro que la acción regulatoria sobre
las grandes tecnológicas que debería incluirse en la agenda de los reguladores.
Tanto los modelos de negocio de las grandes compañías, sea como tercero de
servicios IT (megadatos) o provisión asimilable a una financiera tecnológica de
servicios financieros, tienen el potencial de crear riesgo sistémico, aunque en
diferentes maneras.
Consideradas
conjuntamente la digitalización y dataficación, ciberseguridad y el
sobredimensionamiento de la gran banca y el sobredimensionamiento de la
conectividad (es decir, los riesgos TBTF/TCTF) crean un mundo en el que el sistema
financiero resulta más vulnerable que anteriormente. Dondequiera que los
riesgos tecnológicos son los nuevos impulsores de la inestabilidad financiera,
los expertos aconsejan a los reguladores que se enfoquen en estas nuevas formas
de riesgo, tanto en términos de su conexión con otras formas de riesgo así como
independientemente.
Lagunas
y complejidades de la posible regulación
El examen de las ventajas y
detalles técnicos descritos en los dos capítulos precedentes, que la tecnología
aporta a las entidades financieras, sea la explotación de megadatos, el
encadenamiento de bloques o blockchain o la inteligencia artificial o la
computación en la nube, evidencia el dinamismo, la fluidez y las posibilidades
de un mayor alcance de las transacciones económicas, carentes de transparencia
desde el exterior o lo que es lo mismo, escondidas en la máxima opacidad frente
las regulaciones y frente a la supervisión de las autoridades financieras; que
difícilmente dispondrán de recursos legales y tecnológicos para obtener la
información que permita el debido control del volumen de operaciones en
microsegundos de indudable transcendencia para el sistema económico.
Hoy en día, las deficiencias en el sistema regulatorio con relación
a los riesgos de la tecnología financiera son similares a los que se experimentaron
con respecto a las políticas macroprudenciales de bancos centrales y demás
autoridades que debían prevenir los riesgos en el sistema con anterioridad a la gran crisis financiera
global de 2008, afirman los expertos. Esas deficiencias incluyen falta de
comprensión y conocimiento de la realidad, las deficiencias en los mandatos, las
lagunas en la regulación, la falta de
coordinación entre autoridades, asimetrías en la información, la carencia de
conocimiento experto por parte de los intermediarios financieros y los
reguladores y así sucesivamente. En consecuencia, el grupo de expertos referido
propugna una nueva agenda de riesgos que
responda proactivamente a los riesgos tecnológicos.
Frente a estos riesgos generados por las firmas
tecnológicas que no son supervisadas,
las legislaciones financieras ordinariamente responden imponiendo estrictos
requerimientos a la subcontratación de servicios tecnológicos por bancos y
entidades financieras. En particular, a la entidad financiera se le requiere que garantice la estabilidad
sistémica en todo momento, al margen de la subcontratación de firmas de
tecnología de la información. Pero la cuestión de fondo plateada, es como podría
un banco, aunque sea JP Morgan o Goldman
Sachs, garantizar que una de las principales compañías tecnológicas, como por
ejemplo Amazon, Apple, Google o Microsoft, realicen la prestación apropiada de
un servicio tecnológico contratado. Los grandes bancos no pueden controlar a
las grandes firmas tecnológicas, cuyo valor de mercado es un múltiplo de la
capitalización del propio banco. Y peor aún, Apple podría comprar Deutsche Bank
con dinero en efectivo, contante y sonante de su propia caja. Como tampoco
pueden aplicar controles que garanticen el funcionamiento adecuado de los
grandes centros de datos en la nube. “A
final, los bancos e intermediarios financieros necesitan confiar en las Big
Tech” (Systemic Risk in the
Financial Sector, opus
cit., pp.70 y 79). Pero autoridades y medios de información
optan por ignorar que la tecnología financiera acrecienta el riesgo sistémico en
el sector financiero.-
7/4/2020
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