¿Podemos considerar el denominado efecto Bruselas, la capacidad para ejercer de regulador global de los mercados como una dimensión geopolítica de la Unión Europea?
Ciertamente, la UE carece aún de la dimensión geopolítica que
correspondería al potencial acumulado de la suma de sus países miembros. Con la
economía más grande del mundo, un mercado único de 450 millones de personas y
un gasto conjunto en defensa comparable al de Rusia, el continente podría ser
un coloso en un mundo globalizado. Sin embargo, Europa como unidad política
nunca ha llegado a igualar la influencia combinada de sus países miembros,
mientras en los últimos tiempos veíamos cómo disminuía a la influencia exterior
de los socios más poderosos como Francia o Alemania. Sin embargo, durante las
últimas tres décadas la UE ha ejercido una influencia notablemente reducida en
los asuntos globales, porque sus limitaciones institucionales y políticas
sumadas a las crisis y limitaciones económicas.
Los analistas estadounidenses han llegado a ver la marginalidad
europea como un hecho desde la perspectiva global. En 2011, Richard Haass,
presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, entidad estadounidense no
partidista, escribió que en el siglo XXI "la influencia de Europa en los asuntos más allá de sus fronteras será
muy limitada". Bruselas no solo se negaba a compartir la carga de la
seguridad colectiva, sino que ha estado muy por debajo de su peso diplomático
en asuntos de importancia mundial, como la cuestión palestina.
Sin embargo, ahora los observadores internacionales
subrayan cómo la pandemia de COVID-19 parece haber despertado al continente europeo
de su letargo económico y político de décadas y ha revitalizado el proyecto de integración
de la Unión Europea de un modo que era inimaginable hace solo seis meses. Como predijo
Jean Monnet, uno de los arquitectos fundadores de la Unión Europea, "Europa se forjará en las crisis". Y
esta crisis actual puede forjar una Europa más segura y asertiva en el
escenario mundial, contribuyendo a fortalecer y redefinir el orden global del
siglo XXI.
A ese despertar tenemos que sumar, por otro lado, las
recientes investigaciones académicas que nos han revelado una dimensión
positiva y soterrada de Europa como es la trascendencia exterior y global de las
regulaciones internas del mercado en la UE, lo que supone su novedosa
proyección geopolítica como regulador global, que nos parece oportuno reseñar
aquí.
El llamado efecto Bruselas
Es cierto que, en particular, desde la salida de la gran
crisis financiera se ha venido imponiendo la narrativa de la debilidad que se
proyecta sobre la UE. Y con el propósito personal de contrarrestar esa visión
negativa de Europa, la profesora finlandesa
Anu Bradford comenzó una serie de investigaciones académicas que han
concluido en un libro a contracorriente, en el que la ahora profesora de Derecho
de la Universidad de Columbia explica cómo la Unión Europea ejerce un gran influencia
en el mundo, superior a la de China o Estados Unidos, gracias al denominado
'efecto Bruselas' ('The Brussels Effect'), que tiene lugar mediante la
externalización involuntaria de regulaciones a través de los mecanismos
globalizadores del mercado. Con este término, acuñado por la propia Bradford en
un influyente 'paper' en 2012, la autora insiste en que la UE acaba influyendo
más en la vida de un brasileño, un coreano o un nigeriano con sus regulaciones
que EEUU con su poder militar o que China con sus proyectos faraónicos en el
extranjero.
La investigación de Anu Bradford se hizo pública en una
obra académica que se ha publicado este año al inicio de la pandemia bajo el
título 'How the European Union Rules the World' (Oxford University
Press, 2020).
La autora reconoce que en los últimos años la UE afronta retos
enormes para los que el 'efecto Bruselas' carece de respuesta, pero que puede
contribuir a la necesidad de corregir y complementar la conversación sobre el
rol de la UE en el mundo; entre otras cosas, porque era algo que no formaba
parte de la conversación global. Explica la autora que normalmente, nos centramos
en el ‘hard power’: la fortaleza militar, las sanciones económicas... Pero no
se tiene en cuenta que la influencia o el poder de la Unión es algo mucho más
silencioso. Además, en algunas declaraciones públicas esta profesora ha
confesado su pretensión al escribir este libro con el propósito de levantar el
ánimo de los europeos, porque considera que muchos infravaloran el papel actual
de la UE.
El proceso mediante el cual se genera el fenómeno del llamado efecto Bruselas resulta fácil de explicar. Hay una realidad y es que las empresas internacionales asumen las estrictas leyes de la UE para tener acceso al jugoso mercado único europeo. A su vez, para evitar costes innecesarios y beneficiarse de las economías de escala, imponen estas reglas a sus filiales de todo el mundo, convirtiendo a la UE en una "potencia hegemónica regulatoria", en palabras de Bradford. El 'efecto Bruselas', por supuesto, tiene muchas limitaciones. No afecta a todas las empresas por igual y en algunos sectores su efecto es limitado, como es el caso en el mundo financiero o en aquellos otros donde se puedan mantener distintos estándares. Pero en otros, por el contrario, sus repercusiones son más notables como sucede en el sector alimentario, el tecnológico o el aeronáutico. Generalmente se ignora que la Unión Europea está teniendo una influencia gigantesca en el día a día de muchísimos ciudadanos de todo el mundo, como sostiene la profesora nacida en Tampere, Finlandia.
El efecto Bruselas es, pues, el proceso de globalización
reglamentaria unilateral generada por la Unión Europea, que externaliza sus
leyes fuera de sus fronteras a través de los mecanismos de mercado. La
combinación del tamaño del mercado, la importancia del mercado, los estándares
relativamente estrictos y la capacidad reguladora de la Unión Europea pueden
tener el efecto de que las empresas que comercian internacionalmente vean que
no es económica, legal o técnicamente práctico mantener estándares más bajos en
mercados ajenos a la UE. Las compañías que no son de países europeos pero que
exportan globalmente, pueden ver que es beneficioso adoptar los estándares
puestos por Bruselas uniformemente en lugar de aplicar distintos estándares
para diferentes mercados.
La dinámica de la proyección global de las regulaciones europeas.
Hablar de regulaciones y de directivas europeas es mucho
más aburrido que de los conflictos entre superpotencias. Y, sin duda, es una de
las razones por las que se infravalora a la UE. Pero también porque el poder
tradicional es muy costoso. El poder militar es el mejor ejemplo, como lo
demuestra la mayor conciencia generalizada entre los estadounidenses del coste
que supone que el envío de soldados a
Afganistán o a Irak; y el ejercicio del poder que los EEUU siguen exhibiendo en
diversas partes del planeta. En cambio, este otro tipo de dimensiones del poder
geopolítico habla de un poder abstracto, que resulta difícil de evaluar empíricamente.
Además, el 'efecto Bruselas' no es costoso porque se aplica directamente en el
Mercado Único Europeo y, al mismo tiempo, afecta a grandes empresas
internacionales que asumen ese marco legal.
Y la observación sistemática de esta realidad revela que
son muchas las industrias afectadas por el 'efecto Bruselas'. No solo está
afectada la economía digital sino que también sucede con las leyes
medioambientales, la seguridad alimentaria o la protección del consumidor. De
lo que encontramos ejemplos en Latinoamérica, África o Asia, donde se ha estudiado
el efecto local de las regulaciones europeas. Incluso hasta las empresas
estadounidenses más poderosas acaban sucumbiendo al 'efecto Bruselas'. Europa
no tiene ni una sola empresa de búsqueda comparable a Google ni una red social
como Facebook. Y, sin embargo, es la UE el principal regulador en ese sector
tecnológico en todo el mundo. Es capaz de establecer el estándar de privacidad
en la conducta global de grandes empresas tecnológicas.
El término "efecto Bruselas", por tanto, se
refiere a la capacidad unilateral de la UE para regular el mercado global, como
analiza la citada profesora en su reciente libro. Este efecto Bruselas puede
ser involuntario, como resultado de un conjunto de condiciones propicias
sostenidas por los mercados más que por los esfuerzos activos de la UE para
exportar sus regulaciones. Si bien reconoce que existen otras formas de
influencia global de la UE, este concepto captura el fenómeno por el que los
mercados están transmitiendo las regulaciones de la UE tanto a los
participantes del mercado como a los reguladores fuera de la UE. En estos
casos, la UE no tiene que hacer nada más que regular su propio mercado para
ejercer el poder regulador global. El tamaño y el atractivo de su mercado hacen
el resto.
Además, hay dos variantes del efecto Bruselas: el
"efecto Bruselas de facto" y el "efecto Bruselas de jure".
El efecto Bruselas de facto explica cómo las corporaciones globales responden a
las regulaciones de la UE adaptando su comportamiento global a las normas europeas.
No se necesita una respuesta regulatoria por parte de gobiernos extranjeros;
las empresas tienen el incentivo empresarial de ampliar la regulación de la UE
para regular su producción u operaciones en todo el mundo. El efecto Bruselas
de jure, que se refiere a la adopción de regulaciones al estilo de la UE por
parte de gobiernos extranjeros, se basa directamente en el efecto Bruselas de
facto: una vez que las empresas multinacionales han adaptado su conducta global
para ajustarse a las normas de la UE, tienen el incentivo de presionar a la UE
con regulaciones de ese estilo en sus jurisdicciones de origen. Esto asegura
que no estén en desventaja al competir a nivel nacional con empresas que no
exportan a la UE y que, por lo tanto, no tienen incentivos para ajustar su
conducta o producción a las costosas regulaciones de la UE.
Los mercados globales afectados
En muchos casos, el 'efecto Bruselas' ha sido exitoso por
su carácter tecnocrático y gracias a que ha pasado desapercibido. Hoy, se
considera que la UE es más consciente de su habilidad para dar forma a las
normas globales, tiene más en cuenta sus efectos externos. Pero los orígenes
del 'efecto Bruselas' no se pueden ver como un intento de dominar el mundo,
porque es un efecto secundario de un mercado único muy grande y muy apetitoso
para las empresas. Eso sí, la UE cada vez se da más cuenta de que otros poderes
están en declive y el 'efecto Bruselas' es la primera vía para influir en los
mercados internacionales. De ahí que cada vez sea más estratégico. La citada
investigadora estima que tampoco la UE se beneficia politizando el 'efecto
Bruselas'. En muchos casos ha sido exitoso por su carácter tecnocrático y
gracias a que ha pasado desapercibido esa trascendencia.
La investigación realizada y resumida en el libro referido,
recoge casos significativos que representan ejemplos empíricos del efecto
Bruselas, algunos de los cuales han tenido eco en los medios de comunicación.
Ya en 2006, en materia de sustancias químicas, la multinacional estadounidense
Dow Chemical anunció que cumpliría en sus operaciones globales con la normativa
de registro, evaluación, autorización y restricción de estas sustancias
establecida en la UE para la producción y uso de las mismas.
Otro ejemplo es el de las emisiones de gases de los
aviones. En 2012 la UE incluyó la aviación en el existente Régimen de Comercio
de Derechos de Emisión de la Unión Europea. Esto significa que cualquier
aerolínea, sin importar su país de origen, tiene que comprar permisos de
emisiones para cualquier vuelo dentro del Espacio Económico Europeo. El coste
de cumplir con las regulaciones de emisión de aviación de la UE pone presión en
fabricantes para diseñar aviones con eficacia mejorada y emisiones reducidas.
Ya que no es probable que grandes aerolíneas compren aviones específicamente
para volar fuera del EEE, los estándares de aviación más estrictos de la UE
tienen un impacto en flotas de avión global, sin importar la jurisdicción de la
aerolínea.
Es sabido es el eco mundial de las normas europeas sobre la
protección de datos y privacidad. Con la introducción de la Directiva de
Protección de Datos en 1995, la UE optó por un estricto enfoque en la
protección de datos personales en el mundo digital. La posterior normativa, el
Reglamento General de Protección de Datos de la UE (RGPD), adoptado el 14 de
abril de 2016, tuvo un efecto global. De modo que en 2017, durante
negociaciones para un tratado comercial EU-Japón, este país montó una agencia
independiente para manejar quejas de violaciones de intimidad con el fin de
cumplir con la nueva regulación de privacidad de la UE. Y Facebook anunció en
abril de 2018 que implementaría partes de la norma RGPD globalmente.
Lo cierto es que el 'efecto Bruselas' no ha generado rechazo
porque nadie lo ha percibido como un intento de manipular el mundo a imagen y
semejanza de la Unión. El 'efecto Bruselas' ha ocurrido empresa por empresa,
industria por industria, sector por sector. Las compañías se han ido
transformando conforme a las leyes europeas para poder participar en el mercado
único. Es diferente a cuando la UE trata de exportar sus estándares a través de
acuerdos comerciales. Ahí sí hay una crítica inmediata muy fuerte apuntando al
“imperialismo regulatorio”. Las áreas políticas más afectadas —competencia del
mercado, economía digital, salud y seguridad del consumidor y medio ambiente—
fueron seleccionadas porque son áreas políticas importantes de la UE que ilustran
el funcionamiento del efecto Bruselas en la práctica. Si bien comparten muchas
características, incluido su origen en un fuerte mandato regulatorio a nivel de
la UE, también exhiben diferencias importantes. Algunos de ellos representan
áreas bien establecidas de la regulación tradicional de la UE (como la
seguridad alimentaria), mientras que otros son innovaciones regulatorias más
recientes (como el discurso de odio en Internet). Algunas fueron impulsadas en
gran parte por motivos internos (como sustancias peligrosas en la electrónica),
mientras que otras se promulgaron desde el principio con motivos tanto internos
como externos (como el comercio de derechos de emisión). En muchas áreas, la
regulación de la UE consiste en reglas obligatorias (como la seguridad química)
mientras que otras se basan en instrumentos regulatorios voluntarios (como la
incitación al odio en línea). Algunas áreas de política cuentan con una amplia
participación de la Comisión en la aplicación (como la política de
competencia), mientras que en otras, la aplicación se delega a los estados
miembros (como la protección de datos). Todas estas áreas de regulación han
sido moldeadas por el efecto Bruselas, aunque en diferente medida. Demuestran
tanto la fuerza del efecto Bruselas como ocasionalmente sus límites, ofreciendo
una oportunidad para ilustrar las características particulares de la teoría que
en la mayoría de los casos determinan si el efecto Bruselas tiene lugar o no.
Ciertamente, el efecto Bruselas no es la única forma en que
la UE ejerce una influencia reguladora global, como se explica en el citado
libro. De hecho, la UE ejerce el poder de establecer normas a través de varios
canales diferentes, incluidos los acuerdos comerciales y la participación en
instituciones internacionales y redes gubernamentales transnacionales. Muchos
países y organizaciones regionales también adoptan regulaciones de la UE de
otras formas, ya sea participando en préstamos legislativos, replicando
instituciones de la UE, citando conceptos y principios legales desarrollados
por tribunales europeos o participando en litigios "imitadores" en
casos en los que la UE ha actuado primero. De manera similar, las normas de la
UE pueden actuar como puntos focales influyentes para la convergencia
regulatoria, sin ningún efecto de mercado o esfuerzo por parte de la UE, debido
al papel percibido de la UE como un "poder normativo", afirma Anu Bradford.-
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