sábado, 14 de agosto de 2021

2034: UNA GUERRA NUCLEAR ES POSIBLE

En la medida en que el rápido ascenso de China como potencia mundial es hoy un reto para el predominio habitual de los EEUU desde la Segunda Guerra Mundial, los dos Estados corren el riesgo de sucumbir en la trampa mortal definida por el historiador griego Tucídides, que analizó la guerra que devastó las dos principales ciudades-estado de la Grecia clásica hace 2.500 años, concluyendo que “fue el ascenso de Atenas y el temor que suscitó en Esparta lo que hizo inevitable la guerra”, conocida como La guerra del Peloponeso.


La trampa de Tucídides es la gran idea central que aborda el profesor de Harvard Graham Allison, en su libro “Destined for war. ¿Podrán America y China escapar a “la trampa de Tucídides?”, publicado en 2017, durante el primer año de la Administración Trump con su lema “make America great again”; y que resultó muy valorado por relevantes personalidades como Henry Kissinger, antiguo Secretario de Estado; Bankin Moon, antiguo Secretario General de la ONU;  e incluso por Joe Biden, cuando era ex vicepresidente.

A modo de relato admonitorio frente al riesgo de la trampa de Tucídides, en 2021 se ha publicado “2034, A novel of the next world war” (Penguin Press), una novela del veterano periodista  Elliot Ackerman y el almirante James Stavridis que aborda la dinámica de la rivalidad entre EEUU y China y de cómo podría desarrollarse un conflicto bélico entre las dos superpotencias, una vez desvanecida la superioridad tecnológica estadounidense y alejado el centro de gravedad geopolítico  de Washington. Los antecedentes militares como oficiales de ambos autores, además de escritores consagrados, dotan de solvencia técnica y narrativa a esta fantástica obra de ficción, que debería incitar a la reflexión profunda sobre la geopolítica de nuestro tiempo. Porque la realidad es que el fulgurante ascenso a superpotencia de China frente a los Estados Unidos, supone ya tales implicaciones que un diplomático de la etapa Obama las resumió de modo significativo: “En los viejos tiempos- refiriéndose a antes de 1998 – cuando surgía una crisis o situación conflictiva, la primera pregunta que siempre hacían  los líderes asiáticos era “¿Qué piensa Washington?”. Hoy, cuando ocurre algo, lo primero que preguntan es “¿Qué piensa Pekín?” (Destined for war, p.24)

 El incidente en el Mar de China Meridional

Resulta tremendamente verosímil que el enfrentamiento bélico de China y EEUU en la ficción se inicie y se localice en el Mar de China Meridional,  convertido en objeto de reclamaciones territoriales que se superponen entre China y otros países ribereños, incluido Japón; y es hoy un punto caliente en las relaciones de China con EEUU. Ya en 2016, Jacques Attalí, destacado politólogo francés y autor, incluía este espacio marítimo como uno de los seis posibles detonadores de un conflicto bélico mundial (Véase en este blog); y no le han desmentido los hechos reales posteriores. Y mientras China reclama su soberanía plena sobre todo ese espacio marítimo,  los EEUU lideran la defensa la libertad de navegación marítima conforme a los Convenios  internacionales.

La acción comienza el 12 de marzo de 2034, cuando la comodoro de la Armada de los EEUU Sarah Hunt se encuentra en el puente de su buque insignia, el destructor de misiles guiados John Paul Jones, al frente de una flotilla de tres destructores, máquinas de guerra altamente sofisticadas con sistemas de armas computarizados. Está realizando una patrulla de rutina reafirmando la libertad de navegación en el Mar de China Meridional, cuando su buque detecta un arrastrero (sin bandera pero que se supone chino), en evidente peligro dado el humo que sale de su puente. Al abordarlo los marineros estadounidenses con la intención de ayudarlo, descubren cierto mecanismo cibernético secreto y al mismo tiempo se bloquean sus propios sistemas cibernéticos quedando incomunicada toda la flotilla de destructores,

Simultáneamente, ese mismo día, el mayor  Chris “Wedge” Mitchell, experimentado piloto de la Marina estadounidense está sobrevolando sobre el Estrecho de Ormuz con un caza F35, probando una nueva tecnología sigilosa mientras juguetea con el espacio aéreo iraní. Súbitamente, los mandos del avión dejan de responder al piloto y es guiado por una extraña fuerza cibernética hasta aterrizar en la cercana Base aeronaval iraní de Bander Abbas, donde es hecho prisionero.

Al parecer, esos eventos respondían a un plan chino que buscaba hacer llegar a la Casa Blanca un mensaje para demostrar su superioridad tecnológica y lograr el reconocimiento del poderío chino por los EEUU, con la pretensión de negociar el intercambio del pesquero chino que consideran apresado por la flotilla por el piloto prisionero de Irán. Sin embargo, una serie de malentendidos y las interferencias y el bloqueo cibernético de las comunicaciones entre EEUU y China conducen a un fatal desenlace. Al final de ese día, el destructor de Sarah Hunt y su flotilla yacerán en el fondo del mar hundidos por la Armada china; y el piloto Wedge es retenido por Irán como prisionero con su F35.

Resulta evidente que una desconocida tecnología cibernética indetectable, prestada por China a Irán en clara coordinación, ha permitido apresar al piloto estadounidense y su avión; y asimismo ha logrado inmovilizar y dejar indefensa a la flotilla de destructores estadounidenses. Esta nueva tecnología incontrolada por los EEUU implica el uso de nuevas y poderosas formas de armamento cibernético que deja incomunicados e indefensos a los portaviones y aviones de la V y VII Flotas estadounidenses. En un solo día, la creencia de los mandos de Estados Unidos en la preeminencia estratégica de su ejército y su marina se desvanece, evidenciándose su retraso tecnológico frente a los chinos.

 La escalada bélica

El resto de la novela relata una escalada bélica que se sucede entre las dos superpotencias sin que se explicite algún objetivo estratégico propio que no sea mostrar su superioridad frente al adversario. Como reflexiona un protagonista  secundario, un alto mando militar iraní (p, 203) ya el 17 de julio,  le resulta asombrosa la rapidez con que las tensiones habían escalado entre estadounidenses y chinos, los dos países que, al contrario que el suyo (Irán), tenían la mayor responsabilidad en preservar el orden en el mundo. Hasta ese momento, se había producido el incidente con el arrastrero chino más una sucesión de batallas navales entre las flotas china y estadounidense,  la invasión de Taiwán por los chinos continentales y el ataque nuclear de EEUU a la ciudad china de Zanjiang (Luego sucederá la respuesta también nuclear de China que aniquila la ciudades estadounidenses de San Diego y Galveston y la destrucción de Shanghái por los EEUU)  De modo que, como concluye el citado protagonista, gran parte de lo sucedido desde los comienzos del conflicto abierto ha desafiado la lógica de los intereses de ambas naciones.

 La cibernética facilita el ataque nuclear

Desde que Estados Unidos bombardeó con dos armas nucleares las ciudades niponas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, el mundo ha vivido al borde de la posibilidad de que una catástrofe similar se repitiera. Aunque políticamente su utilización quedó bloqueada gracias a la estrategia asumida de la denominada destrucción mutua asegurada (mutually assured destruction o MAD en siglas, en inglés 'loco'), durante la etapa de la Guerra fría entre los EEUU y la URSS, la Rusia soviética. Pero desaparecida esta y producido el ascenso de  China al nivel de potencia mundial frente a la primacía de EEUU, la nueva situación geopolítica creada autoriza a los dos autores a idear la ficción  de una guerra nuclear en 2034 entre estas dos superpotencias.  Pero cuyo el desarrollo se presenta técnicamente “controlado” con un alcance geográfico limitado.

La sorprendente diferencia es que en el relato de 2034 Estados Unidos tiene disponibles lo que se describen como armas nucleares "tácticas", que le permite pretender que su uso puede restringirse a un "campo de batalla", mientras el alcance  del arma nuclear estratégica seria ilimitado. Sin embargo, como la novela describe escuetamente, el "campo de batalla" de 2034 incluirá sucesivamente, además de Zanjiang,  la totalidad de las áreas metropolitanas de ciudades como San Diego, Galveston y Shanghái, cada una con poblaciones de varios millones de mujeres, niños y hombres. En 2034, personajes militares de todas las naciones contemplan irónicamente el uso de armas nucleares, como una solución plausible al conflicto bélico. Y excepto India, que ejerce un singular papel de mediador bélico y que contribuirá a poner  fin a la locura desencadenada, en el relato brilla la ausencia de la Unión Europea en el desarrollo del conflicto y su resolución así como de otras potencias medias extra europeas.

 Ciberdefensa y geopolítica

Las armas incorpóreas empuñadas en la guerra de 2034 son inicialmente las principales herramientas del combate: la inteligencia artificial, el espionaje cibernético, los invasores digitales que interfieren Internet, los drones no tripulados. Pero son los hombres y mujeres dentro de la maquinaria estatal, los burócratas y los políticos, quienes mueven las piezas por el tablero. Y los chinos se burlan de sus adversarios estadounidenses y de los políticos que son considerados responsables de la degradación del poder de Washington. "La desregulación que había dado lugar a tanta innovación y fortaleza económica estadounidenses era ahora una debilidad estadounidense", dice un funcionario de defensa chino. "Los estadounidenses han demostrado ser incapaces de organizar una ciberdefensa centralizada".

En un momento de la narrativa, un funcionario de China comenta que es poco probable que Estados Unidos vea el panorama más amplio, eligiendo centrarse en el problema o la crisis inmediata y que, para cuando lo haga, será demasiado tarde. Lo cual resulta sorprendente, pero es una descripción bastante adecuada para la forma en que Washington contempla las políticas y las crisis en los últimos tiempos. Como apunta Joshua Huminski, destacado experto estadounidense, la formulación de políticas en Washington, a pesar de los mejores esfuerzos de muchos, es demasiado lineal y demasiado directa. Parece que hay una tendencia a ver los problemas en el vacío y no ver los puntos de presión o nodos de una red. (Joshua Huminski, 2034: A NOVEL OF THE NEXT WORLD WAR. January 30, 2021)

A este respecto, cuenta el profesor Allison que en la cumbre de 2015, el presidente Obama y Xi Jinping debatieron extensamente sobre la “Trampa de Tucídides”, sobre el riesgo de un posible enfrentamiento bélico entre ambas superpotencias rivales. Obama subrayó que a pesar de la tensión estructural creada por el ascenso de China, “los dos países son capaces de gestionar sus desavenencias”. Al mismo tiempo, reconocieron ambos, según palabras de Xi, que “si los principales países una y otra vez cometen errores de cálculo estratégico, podrían crear por si mismos tales trampas” (Destined for War, prólogo)

 

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